MONTERREI

El festival de cortos de Verín analiza el impacto de la emigración

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photo_camera De izquierda a derecha, Carlos Folgoso, Xosé Lois Leirós, Rafael Cid, Elisa Villarino y Xurxo Martiz.

El foro de debate mostró varias experiencias que ponen de manifiesto la rotura familiar y el desarraigo 

Un foro sobre el mundo de la emigración, sus rupturas familiares y desarraigo abrió ayer la tercera jornada del Festival de Cortos de Verín, como paso previo a las proyecciones de las diferentes secciones. El debate estuvo moderado por el periodista y director de RTVE en Galicia, Rafael Cid, y contó con la participación de Carlos Folgoso, fotoperiodista verinense que reside en la Toscana; Xurxo Martiz Crespo, cuyos padres vivieron durante 40 años en Suiza; Xosé Lois Leirós Gude, emigrante retornado de Suiza e impulsor de la Asociación de Emigrantes Retornados Marejada,y Elisa Villarino, emigrante también durante 36 años en Suiza.

Elisa Villarino relató que se fue muy joven a Suiza, donde conoció a su marido y tuvo tres hijos. El mayor estuvo viviendo varios años en Oímbra, con los abuelos, mientras tenía otros dos hermanos en Suiza, hasta que Elisa y su marido, extremeño, decidieron reunirlos a los tres en el país helvético. En la actualidad los tres hijos residen en Suiza y el matrimonio en Oímbra.

Xosé Lois Leirós Gude vivió durante 30 años en Suiza, pero sus dos hijas quedaron con los abuelos en Vilagarcía, pues no quería que se arraigaran en el extranjero. Regresó con 50 años a Galicia, por la 'morriña' que sentía su mujer.

Escenas cotidianas

Xurxo Martiz relató como su padre, que era técnico de Bazán, en Ferrol, emigró en los años 60 a Suiza, y creó una ingente colección de fotografías, desde el propio viaje a escenas cotidianas de su vida en el país helvético. Muchas de ellas sirvieron de hilo conductor para el relato que hizo su hijo en el foro.

El fotoperiodista Carlos Folgoso, nieto e hijo de emigrantes, relató su contacto con el mundo de la emigración y recordó como su abuelo estuvo 40 años en Alemania y apenas llegó a conocer a su hijo.

Bajo la moderación de Rafael Cid, se fueron relatando historias personales que reflejaban el fuerte impacto emocional que supuso la emigración, de gente que pensaba irse por uno o dos años y acababan por quedarse 30 o 40, mientras se separaban de sus hijos al marchar, o tenían que separarse de ellos cuando decidían regresar, porque aquellos ya estaban arraigados en el país de destino.

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