CELEBRACIÓN

La de San Antón en Ábedes, la primera romería del año

photo_camera Los fieles asisten a la misa que se celebró en el exterior de la ermita de San Antón.

Toda romería que se precie debe tener cinco elementos básicos: un cura (o cinco), procesión, música de charanga, mucho comer y más de beber. En Ábedes, fieles a los principios, así lo hicieron por San Antón.

En Verín, o más particularmente en la localidad de Ábedes (a la que afortunadamente se puede acceder a ella a pie desde la villa por su proximidad; también retornar, que es lo que más difícil resulta después de un día como el de hoy) tienen -tenemos- una formidable manera de iniciar el año, que no es otra que realizando el test de las añadas de dos de los productos más preciados de la gastronomía gallega y que provocarán no pocas digestiones pesadas en los próximos 11 meses. 

Ayer, litros de vino corrían a última hora de la tarde -también la cerveza- por las venas de los miles de lugareños que fieles a la tradición y bajo un sol que elevó la temperatura en las horas centrales del día por encima de los veinte grados, decidieron acompañar a San Antón en su peregrinar desde la iglesia parroquial de Ábedes hasta la capilla del monte de las hogueras. El segundo elemento testeado no fue otro que el chorizo de las recientes matanzas, verdadera prueba de fuego bajo la brasa para su textura, consistencia y sabor. Sin embargo, no solo fue el venerado producto del cerdo el que elevó los niveles del colesterol (del malo) a todos los devotos, y también agnósticos, que alrededor del fuego se citaron. 

La humanidad avanza que es una barbaridad, y el afamado chorizo se vio complementado en la mayoría de los casos con costilla bien salada e incluso cabrito y cordero, por esto de "non vaia ser que quedemos con fame", muy propio de las abuelas gallegas y bien traído a cada uno de los puestos de comida levantados por todo el monte. Hubo quien madrugó en exceso para montar el particular chiringuito "por se viña a chover", y también quien se vio en la necesaria obligación de desechar el polar, porque el frío, a medida que la llama bajaba y el vino subía, comenzaba a desaparecer. 

Quedó pues, como mandan los cánones, abierta de manera oficial la temporada de romerías populares de la provincia, mucho cura (cinco concelebrando), día espléndido, demasiado vino, "comida a fartar", camaradería y música de charanga. Como bien dijo el primer munícipe de la villa verinense, que no falta a una tradicional cita a la que siempre va provisto de la tarta de su cumpleaños, "non saímos dunha e xa nos metemos noutra".

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