"Vin que España non xogaba ben, é evidente, e logo os penaltis teñen un compoñente aleatorio", admite en la llamada del "Teléfono Rojo" el secretario general del PSdeG-PSOE
En el patio futbolístico se comentaba la coña de que Pep Guardiola se había pulido 25 millones de euros en agosto de 2009 para que el central ucraniano Dmitro Chigrinskiy vistiese la camiseta del Barcelona porque leía mucho. En los 12 partidos que disputó hasta enero de ese año y en los 180 minutos que disfrutó durante los cinco meses de competición restantes no defendió un carajo. Pelotas perdidas en zonas comprometedoras, lentitud en el corte, penaltis estúpidos... Una hoja de servicios parecida a la que han firmado Piqué y Sergio Ramos en el Mundial.
A Gonzalo Caballero, secretario xeral del PSdeG-PSOE, le gustaba mucho leer de cativo, pero nunca se le pasó por la cabeza convertirse en futbolista y eso que su padre es tan culé como Guardiola. Sabía que lo suyo eran las leyes o la economía, disciplina en la que acabó doctorándose cum laude y ahora desarrolla como profesor titular del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Vigo.
Cuando Chigrinskiy abandonó el Barça tras una decepcionante campaña fue honesto al reconocer que siempre jugó lastrado por las expectativas y la cuesta de la adaptación a un fútbol más rápido de lo que estaba acostumbrado. Sergio Ramos, en cambio, se marchó de los octavos de final con unas declaraciones más sorprendentes que el pase de la selección rusa, que firmaría palmar por la mínima con la aprobación del mismo Putin antes de que principiase el partido . "Creo que hay equipo para seguir soñando, a pesar de todas las críticas, de las dudas que hemos generado en la fase de grupos. Hoy hemos vuelto a reivindicarnos como equipo", dijo, además de "no se puede hacer más, el equipo se ha dejado el alma, ha puesto orgullo, ha puesto huevos dentro del campo..."
Como lo leen, aunque seguro que ya las han escuchado y visto porque propinó la disparatada reflexión nada más terminar una debacle que devuelve a España a otros tiempos de eufórica cogorza y resaca mundial.
Gonzalo Caballero advierte al recibir la llamada del teléfono rojo de que no es un gran futbolero, aunque tampoco hace falta haber pateado una pelota para percibir lo obvio. "Vin que España non xogaba ben, é evidente. E logo os penaltis sempre teñen un compoñente aleatorio ou de quiniela". El líder de los socialistas gallegos siguió el partido en una pantalla instalada en el acto de Special Olympics, organizado por Fademga Feaps –Federación de Asociaciones en favor de las Personas con Discapacidad Intelectual de Galicia– y que reunió a un millar de personas en O Carballiño. La prórroga y los penaltis los escuchó por la radio de regreso a Vigo. "Dende logo que quería que España pasara e que chegase cando menos á final, pero estou como todo o mundo, asimilando o fin de ciclo, dunha etapa de grandes triunfos".
Respaldo a Aspas
A pesar de que el niño Gonzalo prefería reunirse con los amigos en la "praza do cabezón" de Ponteareas, bautizada así porque había un busto del dictador Franco, para darse un garbeo en bicicleta por las mismas carreteras en las que comenzó Álvaro Pino en vez de jugar una pachanga, su opinión se ajusta más a lo sucedido que la disculpa de Sergio Ramos. Gonzalo Caballero acude de vez en cuando a Balaídos, pero a la grada con sus amigos porque nunca ha pisado el palco. No comprende el forofismo, aunque se alegra con las victoria de la selección, el Celta y los equipos gallegos. Ha visto jugar en directo al talentoso Iago Aspas e invita a "respaldalo plenamente porque ata os mellores fallan nos penaltis". Cuando Hierro se acordó tarde del delantero de Moaña, lo condenó a quedar marcado como Eloy en México 86 o Joaquín en Corea y Japón 02, aunque Bertín Osborne le preguntó al andaluz si había jugado ese partido.
