PORTUGAL

La depresión, una epidemia silenciosa que recorre Portugal

"La depresión en Portugal tiene características epidémicas", reconoce en una entrevista el ministro portugués de Salud, Adalberto Campos Fernandes

Portugal ha logrado superar la crisis económica, reducir su desempleo y modernizarse, pero el llamado "milagro portugués" no ha conseguido atajar una enfermedad que carga como una losa: la depresión, una "epidemia silenciosa" que cada año se cobra un millar de vidas.

"La depresión en Portugal tiene características epidémicas, es una epidemia silenciosa", reconoce en una entrevista el ministro portugués de Salud, Adalberto Campos Fernandes.

"Tenemos mucho trabajo por delante", admite Campos, que ejercía como médico antes de ocupar la cartera de Salud en el Gobierno del socialista António Costa.

Quizá por ello, el ministro prefiere no especular sobre las raíces de un problema que, apunta, "es diferente de un punto a otro del país".

En la región del Alentejo, donde tradicionalmente se ha registrado el mayor índice de suicidios del país, la enfermedad se relaciona con el aislamiento, la pobreza, el envejecimiento y con aspectos de naturaleza familiar.


Las estadísticas revelan que las zonas rurales son las más castigadas, y los jóvenes y los mayores de 65 años, los más proclives a quitarse la vida.


El consumo de antidepresivos -el pasado año los portugueses adquirieron 20 millones de psicofármacos en los que gastaron unos 216 millones de euros-, no se ha traducido en una alteración significativa de las cifras.

El ministro de Salud reconoce que, mientras Portugal puede presumir del trabajo que ha realizado en áreas como el tratamiento del VIH o la hepatitis, "en salud mental tenemos mucho trabajo por delante" y es "una prioridad para el Sistema Nacional de Salud".

El problema es especialmente complejo porque, señala Campos, "no hay un patrón" que defina los motivos de las elevadas tasas de suicidio en el país, con una media anual próxima a las mil víctimas.


Un reciente estudio de especialistas de la Universidad de Coimbra concluyó que, entre 1980 y 2015 se registraron 31.000 muertes "autoinfligidas", con mayor incidencia en áreas rurales.


El tema ha llamado durante décadas la atención de intelectuales, escritores y artistas, que han reflexionado de mil maneras sobre la depresión y la muerte.

El fado "Triste Suerte" describe bien la intensidad de este sentimiento: "Ando en la vida en busca/ de una noche menos oscura/ que traiga la luz de la luna/ de una noche menos fría/ en la que no sienta agonía/ de un otro día que murió".

En "Pesimismo nacional", el médico y escritor Manuel Laranjeira muestra una visión depresiva de Portugal, en sintonía con la historia del propio autor, que se suicidó en 1912.

Laranjeira fue amigo del español Miguel de Unanumo, quien en 1908 escribió el ensayo "Portugal, un pueblo suicida", dentro del volumen "Por tierras de Portugal y España".

Ahora, una editorial ha rescatado ambos ensayos y los acaba de publicar en una sola edición sobre la psicología colectiva del país.


"Portugal es un pueblo triste hasta cuando sonríe", escribió Unamuno en 1908.


Sin embargo, el escritor español se rindió ante el país al que definió como "una hermosa y dulce muchacha" que, de espaldas a Europa, mira "cómo el sol se pone en las aguas infinitas".

"¿Qué tendrá este Portugal para así atraerme? ¿Qué tendrá esta tierra, por de fuera, riente y blanda, por dentro atormentada y trágica? Yo no sé, pero, cuanto más voy a él, más deseo volver", confesó.

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