VIOLENCIA

Las madres corajes que buscan apaciguar la violencia en París

"El lunes decidimos manifestarnos las madres para decirles a los chicos: 'estamos con vosotros, pero las cosas hay que hacerlas con tranquilidad para poder ser escuchados", contó la líder de un movimiento de madres

Aïssa Sago lidera un movimiento de madres que buscan apaciguar el clima de tensión de Aulnay-sous-Bois, la ciudad del extrarradio de París donde nació la actual oleada de protestas contra la violencia policial en Francia.

Desde que el 2 de febrero el joven de origen congoleño Théo Luhaka fuese presuntamente sodomizado con una porra por la policía en Aulnay-sous-Bois, algunas manifestaciones en su apoyo han derivado en quema de mobiliario público, de vehículos y en centenas de detenciones. En Aulnay y en otros puntos de Francia.

Pero la franco-maliense Sago, madre de cinco hijos, decidió intervenir.

"Nos reunimos un sábado las madres y supimos que se preparaba una protesta que iba a acabar mal. El lunes decidimos manifestarnos las madres para decirles a los chicos: `estamos con vosotros, pero las cosas hay que hacerlas con tranquilidad para poder ser escuchados`, contó a EFE Sago.

Este movimiento de madres coraje tuvo una notable repercusión mediática y ayudó a calmar los ánimos en el barrio de Aulnay en la que se produjo la agresión y donde vive Théo -bautizado con el pomposo nombre de la "Rosa de los Vientos", pero popularmente conocida como "Los 3.000" edificios-.

Un día después, Sago y el resto de madres pidieron una reunión en la comisaría del barrio en la que trabajan los cuatro policías imputados por la agresión a Théo -uno de ellos por violación-. Lograron reunirse con un mando.

"Hay que pedir justicia porque lo que ha pasado es especialmente grave", opinó Sago, quien que es concejala en Aulnay-sous-Bois por el partido de derecha Los Republicanos y preside una asociación de ayuda a los inmigrantes.

El desgarro anal que produjeron a Théo, de 22 años, durante un control policial y por el que permaneció dos semanas en el hospital se ha convertido en Francia en un símbolo contra la violencia de las fuerzas del orden y su impunidad, especialmente hacia jóvenes negros de zonas desfavorecidas.

La tensión creció tanto que algunos temieron que se repitiese la oleada de violencia de finales de 2005, cuando se tuvo que decretar el toque de queda en las afueras de la capital francesa.

Mientras se recupera del trauma, Théo, futbolista amateur y animador social, ha recibido numerosas visitas, entre ellas la del presidente de Francia, el socialista François Hollande, y la del futbolista francés del Bayern de Múnich Franck Ribéry.

Se trata de un "chico deportista" apreciado por todo el mundo, le describió Sago. Sus hijos figuran entre las amistades de Théo.

"Fue detenido cuando quiso interceder en favor de un grupo de chavales muy jóvenes a los que la policía había parado para un control", denunció la activista.

Según Sago, el estado de emergencia decretado en noviembre de 2015 por los atentados yihadistas ha empeorado el ambiente. Los agentes realizan controles aleatorios a los chavales con más frecuencia.

Una de sus compañeras de trabajo, procedente de Marruecos, ve otra causa. "Los policías han interiorizado el discurso contra los inmigrantes. No tienen respeto, ni siquiera ante las madres", dijo la mujer. A falta de unas nueve semanas para la primera vuelta de las elecciones presidenciales, la ultraderechista Marine Le Pen encabeza los sondeos.

De entre los 80.000 habitantes de Aulnay, el 22,8 % nació fuera de Francia, sobre todo en países de África oriental, del Magreb y en Turquía.

En el barrio de "Los 3.000", surcado por edificios blancos de protección oficial de seis plantas, los grupos de chavales de entre 16 y 18 años proliferan. Muchos han dejado de estudiar, otros no encuentran trabajo. Pasan las horas muertas entre bromas y miradas desconfiadas hacia los periodistas, que solo se interesan por la "banlieue" cuando la violencia se recrudece.

Algunos de estos chicos deambulan por la calle Edgar Degas, cerca de la planta en la que vive Théo y su familia y en cuya entrada cuelga un cartel exigiendo justicia.

"Los chavales no tienen mucha ambición. Piensan: `si estudio no voy a encontrar trabajo, porque soy árabe o negro`. Algunos no encuentran las prácticas que son imprescindibles para poder validar un título", lamentó Sago.

Los jóvenes, hijos en su mayoría de magrebíes y subsaharianos, acaban por implicarse en actos violentos contra la policía, porque piensan que "no tienen nada que perder".

"Hace tiempo que están fuera del sistema y sus familias también tienen dificultades (...) Hay que ir a buscarles y mostrarles que existen salidas profesionales", señaló la activista.

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