Seis muertos en un tiroteo 
en una sinagoga en Jerusalén

photo_camera Personal de emergencias, con uno de los palestinos atacantes abatidos (ABIR SULTAN)

El ataque lo llevaron a cabo dos palestinos, uno armado con una pistola y otro con un cuchillo

Al menos seis personas murieron ayer en un tiroteo en una sinagoga y Yeshiva (escuela rabínica) de Jerusalén Oeste, en el ataque más sangriento registrado desde 2008 en la ciudad santa, testigo de una creciente tensión. Escasos minutos antes de las siete de la mañana, dos palestinos, identificados posteriormente por la policía como Ghasan Abu Jamal y Odai Abu Jamal, de Jerusalén Este, entraron en la sinagoga de Kehilat Bnei Torah, en el barrio ortodoxo de Har Nof, en el Oeste de la metrópoli.

"Nos encontrábamos en mitad del rezo de la mañana. Es un momento en el que nadie se mueve. El primero de ellos avanzó con una pistola en la mano, se acercó a la gente y comenzó a disparar", describe a Yusef Posternak, un judío ultraortodoxo argentino de 45 años que se encontraba en el interior del templo. "Me giré por el sonido de los tiros y vi a un segundo hombre blandiendo un gran cuchillo de carnicero, como para matar animales, que empezó a atacar", abunda con un café en la mano, sereno mientras explica que la sorpresa impidió a los presentes, más de veinte personas, reaccionar para protegerse.

Mati Goldizt, jefe de los servicios de la unidad de rescate y recuperación Zaka -organización creada durante la primera Intifada- repite en numerosas ocasiones que la escena era "complicada". "Cuando llegamos nos encontramos con el resultado del tiroteo. Había varias víctimas y la escena era horrible. Me recuerda a lo sucedido hace seis años en otra 'yeshiva' cuando ocho hombres murieron", opina.



LOS ATACANTES, MUERTOS

El portavoz de la policía israelí, Micky Rosenfeld, confirmó que los atacantes resultaron muertos en un tiroteo a la salida de la sinagoga después de que apuñalaran y dispararan "al mayor número de gente posible", causando cuatro muertos y seis heridos, cuatro de ellos graves. "Se han desplegado efectivos policiales en Jerusalén para evitar más ataques. El número de policía 'clandestina' se ha incrementado también en la ciudad, que se encuentra en una tensa situación, aunque bajo control".

La ciudad santa es testigo de una creciente tensión desde que a principios de julio tres extremistas judíos mataran a un menor palestino en Jerusalén Este en venganza por el asesinato tres semanas antes a manos de exconvictos islamistas de tres estudiantes que hacían autostop cerca del bloque de colonias de Gush Etzion. En la últimas semanas murieron en Jerusalén tres israelíes y una ciudadana ecuatoriana, un rabino fue tiroteado y herido grave.

Nada más conocerse los hechos, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, acusó de los mismos al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás. "Responderemos con puño de acero a este brutal asesinato de judíos", advirtió. Abas, por su parte, condenó el ataque -por primera vez de forma explícita- y pidió el fin de "las provocaciones de colonos judíos y del gobierno de Israel".

La acción fue aplaudida por el movimiento islamista Hamás y la Yihad Islámica, al igual que por el Frente Popular de Liberación de Palestina (FPLP), a quien inicialmente se atribuyó el ataque, que lo vincularon con la extraña muerte el lunes de un conductor palestino en Jerusalén, del que la policía israelí dice que se suicidó.

El primer ministro decidió a última hora de ayer demoler las casas de los dos atacantes al final de una reunión mantenida por el ejecutivo, así como las de quienes perpetraron los ataques anteriores.

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