EUROPA

Los Verdes en Austria, del cielo al infierno en nueve meses

Resulta paradójico que Los Verdes hayan sufrido su peor derrota solo nueve meses después de su mayor triunfo: la elección de su exlíder Alexander Van der Bellen, como jefe del Estado.

La salida de Los Verdes del Parlamento austríaco, tras caer por debajo del 4 % en las elecciones generales del pasado domingo, ha asestado un duro golpe a este movimiento ecopacifista precisamente en el primer país de la Unión Europea en el que un "verde" ocupa la presidencia.

Resulta paradójico que Los Verdes hayan sufrido su peor derrota solo nueve meses después de su mayor triunfo: la elección de su exlíder Alexander Van der Bellen, como jefe del Estado.

Un 53,8 % del electorado apoyó a Van der Bellen el 4 de diciembre pasado mientras que el voto a su antiguo partido se precipitó desde un 12,4 % en 2013 a un desastroso 3,80 % el pasado 15 de octubre, según los datos oficiales definitivos anunciados anoche.

Los ecologistas pasaron así en cuestión de meses del mejor a su peor resultado desde que entraron en el Parlamento de Viena en 1986, en pleno auge del entonces incipiente movimiento verde europeo.

Tras confirmarse esta semana que no iban a superar el umbral de votos necesario para acceder a la Cámara, la candidata cabeza de lista de Los Verdes, Ulrike Lunacek, anunció con lágrimas en los ojos que abandonaba la política.

Hacía solo cinco meses que la veterana eurodiputada, de 60 años, había asumido la copresidencia del partido, dejando atrás una de las vicepresidencias del Parlamento Europeo, que ocupaba desde 2013 y a la que ahora no volverá.

Lunacek, una incansable defensora de los derechos humanos, asumió con su dimisión el "desastroso" resultado de la campaña electoral, marcada por la inmigración y la supuesta islamización del país, temas impuestos por los partidos del centroderecha.

Pero la derrota ecologista no se debe solo a su rechazo a caer en un discurso político cada vez más agresivo frente a la inmigración.

Disputas internas en el seno del partido también llevaron a que el electorado perdiera confianza en los ecologistas.

Primero, la propia organización de juventudes del partido fue expulsada por una pelea ideológica.

Luego, al no ser tenido en cuenta en la lista federal del partido, el veterano diputado verde Peter Pilz decidió formar su propia lista electoral, que sí logró entrar en el Parlamento.

"Pilz, probablemente el político verde más famoso de Austria, se llevó una parte sustancial de los votos verdes", explica a Efe Anton Pelinka, decano de los analistas políticos austríacos.

Eso y el efecto del "voto útil" hacia la socialdemocracia para contrarrestar el auge de la extrema derecha del FPÖ, hicieron que ecologistas perdieran más de dos tercios de sus votos.

Los Verdes "parecen haber perdido su perfil después de la victoria de Van der Bellen", asegura Pelinka.

Además, "el éxito de Van der Bellen fue menos la victoria de Los Verdes que la movilización de una mayoría anti-FPÖ", destaca.

El catedrático de la Universidad Centroeuropea de Budapest alude así al exitoso movimiento para evitar una victoria del derechista Norbert Hofer en la decisiva vuelta electoral del año 2016.

Una tendencia similar se repitió el domingo pasado, cuando el mayor número de sufragios que perdieron Los Verdes fue a parar al Partido Socialdemócrata (SPÖ) del canciller federal, Christian Kern, a quien se le pronosticaba un fuerte caída.

Eran votantes que "querían evitar especialmente un gobierno de derechas y vieron la oportunidad para ello en un fortalecimiento de la socialdemocracia", explica Pelinka.

Es así como el deseo de impedir un fuerte giro hacia la derecha, que se confirmó con la victoria de conservadores y el ascenso de la ultraderecha, ha sido una de las principales causas de la sangría sufrida por el partido ecologista.

Con el 26,9 %, la socialdemocracia fue relegada del primero al segundo lugar y de momento parece que pasará a la oposición.

Allí ya no contarán más los Verdes, uno de los partidos más activos en la oposición parlamentaria de las últimas décadas.

Tras su traumática salida del Parlamento, los ecologistas afrontan ahora un futuro más bien incierto.

Si bien cuentan con representación parlamentaria a nivel regional en todos los estados federados, tienen que superar ahora una deuda millonaria, contraída en la campaña electoral, sin contar con las ayudas estatales que hubiesen recibido si entraban en el Parlamento.

Unos cien empleados del partido perderán ahora su trabajo, mientras que los grupos regionales deberán prepara sus campañas para sobrevivir las elecciones en cuatro estados federados en 2018.

En todo caso, los Verdes han prometido que no piensan rendirse y que se lanzan desde ya a convencer a sus simpatizantes.

"Si logran detener las disputas internas autodestructivas, tienen buenas posibilidades de volver al Parlamento en algunos años", cree Pelinka.

Desde ciertos sectores de la ciudadanía están llegando mensajes de solidaridad con el movimiento verde.

Cientos de personas han llamado y escrito a Los Verdes esta semana pidiendo disculpas por no haberlos votado y prometiendo donaciones para asegurar la supervivencia del partido también fuera del Parlamento Nacional de Viena.

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