RIBEIRO, IMÁGENES CON HISTORIA

La fiesta de Las Angustias en el siglo XIX

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photo_camera Procesión de Las Angusticas celebrada en los años 90.

Años hubo en que poco tuvo que envidiar a las famosísimas del Portal.

Las fiestas de Las Angustias seguían en el calendario local a la de san Lázaro, celebrándose el domingo siguiente al domingo de Pascua. Adscritas a la  parroquia de san Juan se realizaban en la plaza homónima y su entorno. Documentadas desde el último cuarto del siglo XIX adquirieron en la pasada centuria gran renombre con bailes públicos y en el Liceo, concurridos y animados, así como verbenas y paseos muy brillantes según informaba nuestro semanario El Obrero (1893): Más lucidez y esplendor que otros años revistieron las fiestas de Las Angustias debido al celo del mayordomo Falcón Parracía. La banda de música del sr. Pousa estuvo admirable ejecutando hermosas piezas de su escogido repertorio. La afluencia de gente fue enorme (…) y Meruéndano Fermoso en su trabajo sobre las fiestas de la Villa comenta: Años hubo en que poco tuvo que envidiar a las famosísimas del Portal.

Las funciones religiosas como la novena, en la que predicaba un orador sagrado venido de afuera y a la que asistía gran concurso de devotos, eran competencia del sacerdote titular, destacando entre ellos el ilustrado hijo de esta villa don José Parracía, quien compartía la asistencia espiritual a su parroquia con el mantenimiento, a raíz de la desamortización, del templo franciscano, razón por la cual la misa solemne de la onomástica, se celebraba cantada por el orfeón Ecos del Avia en san Francisco, tras la cual la procesión majestuosa y lucida, presidida por el alcalde y acompañada por La Lira, ponía fin a los actos litúrgicos.  

Los festejos profanos numerosos y variados, eran competencia de los mayordomos quienes se esmeraban para conseguir los mejores bailes, conciertos interpretados por las bandas de música del sr. Pousa, el señor Freijido y la del Regimiento de Murcia (1914); iluminación a la veneciana, a cargo de Aquilino González; fuegos, fijo y volador, del laureado pirotécnico señor Susavila, quien este año (1913) y como novedad presentó la traca valenciana, y el esperado lanzamiento del globo donado por el señor Vilela, comerciante de azufre, sulfato inglés y cal. El Ribadaviense (1902) informaba que  las fiestas comenzaron a las seis de la mañana con una diana a cargo de la banda del sr. Freijido; a las cuatro de la tarde se celebró el paseo y el baile en la plazuela, Yáñez y Progreso y la verbena remató con la ascensión de un globo (…) después de ofrecer un balance positivo del folión, incluye la relación de gastos que aquel año ascendieron a la cantidad de 208´95 pts. Cómo curiosidad hay que reseñar que en las fiestas de 1915, el baile de gala tuvo lugar en un recién inaugurado Club Artístico. 

Entre los mayordomos destaca Benito Falcón Parracía, quien trabajaba de administrador del marqués de Baamonde, siendo Isabel Rey, su esposa, la encargada durante las ausencias de sus propietarios, del mantenimiento de la vivienda que en la calle Rodríguez Moure tenía don Teófilo, el marqués. Ambos son los donantes de la corona que luce en la procesión la imagen de Las Angustias, según figura en la inscripción grabada en la misma. A la muerte del aristócrata heredó Isabel dicha vivienda, que a su vez legó a una sobrina-nieta, con el compromiso de aportar durante su vida 25 pts. en concepto de ayuda para sufragar los gastos de la novena y de la procesión. La vinculación de la heredera con esta devoción, fue una constante desde que asumió dicha obligación y  tras su fallecimiento, es mantenida a día de hoy por su familia. 

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