TRIBUNALES

Acusa a su primo de intentar asesinarlo después de un juicio

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photo_camera Los magistrados Amparo Lomo del Olmo, Manuel Cid y María de los Ángeles Lamas juzgarán este caso.

La fiscal también reclama una pena de 10 años de cárcel y la prohibición de residir en Trasmiras 

Luis Rodríguez Atanes (73 años) y Juan Rodríguez Rodríguez (61) se verán de nuevo en una sala de vistas, pero esta vez de la Audiencia de Ourense y con los papeles invertidos. El primero como acusado de intentar asesinar al segundo, a la postre, su primo carnal. El 8 de marzo de 2016 coincidieron a las 10,45 horas en el Juzgado mixto de Xinzo por un delito leve. Rodríguez Atanes había denunciado a su pariente por amenazas a raíz de una discusión por las lindes de las fincas. En ese proceso, Juan Rodríguez salió absuelto porque no hubo testigos en la vista oral que apoyaran las supuestas amenazas que invocaba el ahora procesado.

Apenas había pasado una hora de la salida de las dependencias judiciales, la supuesta víctima se puso el traje de verdugo. Según la fiscal, Rodríguez Atanes apaleó en la cabeza a su familiar cuando, ya de regreso a casa, en Trasmiras, se disponía a salir de nuevo. Las acusaciones, incluida la que ejerce la víctima, reclaman una pena de 10 años de prisión por tentativa de asesinato así como una prohibición de comunicar durante 15 años y aproximarse a menos de 500 metros, lo que supondría el "destierro" del pueblo, ya que ambos tienen vivienda en la calle Bimbieiro.

Por su parte, la defensa no reconoce el delito. El abogado Luis Salgado Carbajales "niega que el acusado golpease con intención de causar la muerte".

Tanto el ministerio fiscal como la acusación particular reclaman elevadas indemnizaciones para el perjudicado en tanto que estuvo a tratamiento durante un año tras superar unos días críticos en la UCI. La fiscal fija en 126.000 euros las lesiones y secuelas mientras que la víctima sube a 140.265 euros. Los golpes que recibió en la cabeza dejaron un rastro perenne: desde incapacidad para desempeñar su profesión habitual como peón de la construcción por las secuelas físicas hasta perjuicios morales por pérdida de calidad de vida. El hoy denunciante no solo no puede acudir a la huerta, una de sus aficiones, sino que padece una disminución de la líbido y hasta necesita de la ayuda de una tercera persona para actividades básicas (sujetar el cuchillo, abrochar botones o atar los cordones de los zapatos). 

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