ECONOMÍA

Adolfo Domínguez, seis trimestres seguidos creciendo en ventas

La reestructuración de la compañía disparó un 62% la cotización de la compañía en Bolsa en el último año

Adolfo Domínguez encadenó seis trimestres seguidos de crecimiento en las ventas, después de que, a mediados de 2016, su equipo directivo sufriera una transformación con motivo de las fuertes pérdidas registradas en los ejercicios precedentes, un cambio en el que la hija de su fundador, Adriana Domínguez, se erigió como nueva directora general de la firma en agosto del pasado año.

El cambio de gestión de la textil gallega ha supuesto el traslado de las oficinas de vuelta a Ourense, un cambio en los consejeros en el extranjero, sobre todo en México, donde existen 144 puntos de venta o la racionalización de tiendas en Japón, que han pasado de ser 30 a las actuales 20.

Toda esta reestructuración, además de acelerar el crecimiento, también disparó un 62% la cotización de la compañía en Bolsa en el último año. Pese a todo, la cifra de negocio de Adolfo Domínguez todavía sigue estando un 44% por debajo de últimos mejores años de la compañía.

Así lo anunció Adriana Domínguez en unas jornadas organizadas por Esade este jueves, en las que señaló que, como consecuencia de un cambio en la sociedad hacia un consumo más temporal y por ello de peor calidad, la compañía también se reinventará "sin perder su alma" y "sin dejar de hacer ropa de calidad", al mismo tiempo que centrará los valores de la compañía en la comunicación más que en la propia ropa.


"AL BORDE DEL ABISMO"

Domínguez, que cumple siete meses en el cargo, aseguró estar en este puesto "por responsabilidad", después de que durante cuatro años varios ejecutivos externos intentaran reflotar los resultados de la compañía sin éxito, en un momento en el que la firma llegó a estar "al borde del abismo".

La nueva directora general también aprovechó para ensalzar los valores familiares de una empresa en la que, según ella, el salto más grande no lo dio su padre sino su abuelo, quien, siendo un pastor en Galicia y después de ser enviado a la guerra, emigró a Cataluña para posteriormente convertirse en sastre en su pueblo y luego en la ciudad.

"Se trata de vidas con mucho esfuerzo y sacrificio", aseguró Domínguez, al mismo tiempo que confesó que fue su padre quien le enseñó la humildad y que la suerte es un componente muy importante, ya que "hay veces que haciendo lo mismo" no se cumplen los mismo objetivos. Aun así, "hace falta trabajo y dedicación", concluyó.

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