LAS HISTORIAS DE LA LOTERÍA

La herencia de su abuelo era el premio Gordo

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El difunto abuelo de Sonia, Mariano, había escrito una nota con el número del Gordo de 2004. Su nieta la encontró 21 años después en su casa de Verín en una historia inverosímil, casi milagrosa.

Brumas matinales y cielos poco nublados. Temperaturas con cambios significativos. El boletín del tiempo del 23 de diciembre de 2004 se emitía esa mañana en la televisión de Sonia Vázquez Porquero, en su casa de Verín, donde residía a pesar de ser natural de Oimbra: "Cincuenta y cuatro mil seiscieeeeentoooooos, dos milloooooones de eeeeeurooooos", la voz irritable de los niños de San Idelfonso suena por los altavoces.

Es el número. Ese número. El que había dejado escrito su abuelo, el difunto abuelo Mariano, en una nota de su puño y letra, como refleja la crónica de Susana Prieto aquel día: "A mi nieta le quedan estas 50 pesetas para que las juegue al número 54.600 de la Lotería". La nota, perdida durante 21 años, apareció en el 2000: Sonia hacía una limpieza en la casa donde vivía con sus padres y "quitando trastos" se encontró "con ese papel". 

Sin embargo, sólo puedo obtener el décimo con el número en 2003. La joven, de 28 años entonces, lo encargó a la Sort, la famosa adminstración de la Bruixa d'Or en Lleida. Compró siete, uno para ella y el resto para cuatro amigas y dos tíos. 

"Vienen muy bien. Todavía no sé que haré pero una parte lo emplearemos mis padres y yo para arreglar la casa pues vivo con ellos y soy hija única", señaló entonces. Una de sus amigas, Mónica Limia, también agraciada con el premio, escuchó le sorteo cuando viajaba a Ourense para preparar una oposición, como Nuria Gallego y Alicia Justo: "Gracias a Sonia, es una historia muy bonita".

"Mi abuelo no se había equivocado cuando me dejó la nota y entonces pensé que los milagros existen".

Se ve que sí.

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