CIUDAD

La agitada historia de la biblioteca de don Benito

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photo_camera Don Benito, primero por la izquierda, con don Marcelo Macías, Martínez Sueiro y Díaz Sanjurjo, disfrazados de caballeros medievales.

Nacido en Entrimo en 1848 y muerto en Ourense en 1922, don Benito Fernández Alonso fue un hombre prolífico. Dinamizador de la cultura local de su tiempo, acumuló una interesante biblioteca, cuyo futuro está en el aire.

Don Benito Fernández Alonso fue un comerciante de zapatos y paños, primero en Lobios y más tarde en la ciudad, muy peculiar y poco habitual. Nacido en Entrimo en 1848 y muerto en Ourense en 1922, después de un breve paso por el Seminario, Benito Fernández Alonso comenzó una activa y dinámica vida. Como era frecuente en aquellos tiempos, don Benito organizaba tertulias en la trastienda de su tienda a las que asistían los personajes más cultos de la ciudad y que, como él, tenían especial interés en el estudio y la investigación de la historia local. Don Benito fue concejal, diputado provincial, presidente de la Asociación de la Prensa, dinámico colaborador en la prensa local, en la que publicó infinidad de artículos, académico de número en la Academia Galega, cofundador de la Comisión de Monumentos, cronista de la ciudad y de la provincia y autor de numerosos artículos y libros de historia local.

Toda esta actividad la ejercía don Benito al mismo tiempo que se ganaba el respeto y el cariño de sus vecinos y sus amigos, con los que se convirtió en un dinamizador de la cultura local de su tiempo. Su biografía fue publicada hace unos años por Carmen Barbosa. Acumuló además, una interesante biblioteca en la que hay que destacar unas pocas joyas de alto valor bibliográfico, cuya presencia en una biblioteca privada resulta un tanto difícil de justificar y cuyo origen, como ocurre en tantas otras bibliotecas privadas, podría estar en los monasterios de la provincia a las que tanto daño causó la Desamortización de Mendizábal.

En la biblioteca de don Benito se encontró el valioso “Libro de obras” del Monasterio de Oseira, que, con buen criterio la Diputación devolvió al cenobio, su legítimo propietario; el “Libro de mapas” de Ortelio y algún otro. Especial valor tienen para Ourense los más de cien folletos impresos en imprentas ourensanas, muy difíciles de encontrar hoy y muchos de ellos desconocidos para los investigadores.

Desde su fallecimiento, su biblioteca permaneció en una vivienda familiar de Entrimo, amontonada, cubierta de polvo y excrementos de ratón. En 1990, Jaime Tejada, líder de Alianza Popular y emparentado con Fernández Alonso, decide entregarla en depósito a la Diputación presidida por José Luis Baltar. Ambos firman un papel en el que el presidente se compromete a que la biblioteca pueda ser reclamada por la familia de Tejada cuando él deje el cargo. La biblioteca está catalogada y, en algunos casos, restaurada. Jaime Tejada fallece y su hermana Elisa, viuda de Conde Corbal, reclama su parte de propiedad. Decide llevarse los libros de tema religioso que deposita en Oseira y se lleva para su casa el valioso Ortelio, después de que fuera sometido a una costosa restauración encargada por la Diputación.

En los últimos días doña Elisa Tejada lanza un ultimátum a la Diputación con la amenaza de que, en el plazo de unos días o compra la biblioteca (a un precio muy por debajo del tasado por los expertos de la Xunta antes de la crisis) o el futuro de ésta sería incierto (vendida libro a libro, por ejemplo).

Según la valoración hecha por técnicos de la Xunta hace unos años, la biblioteca de don Benito tiene especial valor para Ourense y debería de permanecer en donde está, dando valor y categoría a la “biblioteca de bibliotecas” de la Diputación, un interesantísimo proyecto del presidente Victorino Nuñez, hecho realidad pese a que en los últimos años esté sufriendo un inexplicable abandono y falta de interés.

Este es sin duda un tema merecedor de ser tratado por la Diputación y la familia Tejada con templanza y sentido común.

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