Cerca de cien empresarios se dieron cita hace un año con el noble propósito de salvar la Cámara de Comercio. Un año después la foto se está quedando sepia, la entidad languidece pero no ha muerto. Espera un milagro.
El día 30 de mayo del año pasado un numeroso grupo de empresarios se conjuró en el Liceo para salvar la Cámara de Comercio. Sin quererlo parece que redactaban su epitafio. Un año después de aquel espíritu de defensa quedan evocaciones románticas de un pasado bonancible, lejos de lo que es hoy. Pero también aún queda algún rescoldo, del que podría surgir llama. Débil, pero llama. "No debemos dejar caer la Cámara por inanición o por indiferencia", dijo entonces un empresario. "Estamos en una travesía muy complicada, que tiene un final", presagiaba en aquella fecha el presidente cameral, Juan Carlos Parada, también al timón actualmente.
La unidad nunca fue el fuerte de los empresarios ourensanos y en todo el año ni los convocantes ni los asistentes a la reunión del Liceo dieron nuevas muestras de sumar esfuerzos por salvar la entidad. La Cámara de Comercio siguió su particular cuesta abajo: ya no tiene dinero para pagar la nómina de los empleados, ni lo tendrá a corto plazo. Sigue buscando comprador para su sede de la avenida de la Habana pero, por ley, debe seguir abierta y atender los requerimientos de los empresarios.
En noviembre Juan Carlos Parada decía: "La Cámara y la Confederación de Empresarios deben compartir sede". Entonces esas palabras sentaron a cuerno quemado en la organización que preside José Manuel Pérez Canal. La entidad y su presidente pensaban en las elecciones, que se celebraron en abril pasado. Canal sigue y Parada continúa en la otra organización empresarial.
Ayer mismo fuentes de la CEO ya veían más expedito el camino para una eventual colaboración para compartir servicios. Eso sí, "la Cámara debe sanear su grave problema financiero primero", matizan las mismas fuentes.
El problema no es otro que pagar al personal, pero el dinero solo llega para abonar la Seguridad Social y a Hacienda.
Juan Carlos Parada prefiere ver la botella medio llena, "hablar en positivo, que es lo que nos debe interesar a los empresarios". Desde ese punto de vista el presidente cameral reedita mensajes anteriores: "Unidos estamos mejor y podemos ir más lejos".
Muchos servicios de ambas organizaciones están solapados, pero los empresarios no pagan dos cuotas por la misma prestación. En una sociedad que tiene decenas de entidades subvencionadas, Parada lamenta que "la Cámara no reciba un euro pero por ley tenga que dar servicios".
En el futuro esas oportunidades pueden confluir porque la CEO ya no ve tan lejana la posibilidad de una compatibilidad de sedes. Ayer mismo en la CEO se valoraba recuperar un protocolo de colaboración que no se llegó a firmar, se piensa ahora en ajustar los calendarios para no duplicar actividades y modular un lenguaje para conjugar el verbo colaborar. Ahora, un año después de aquel encuentro del Liceo, a lo mejor el espíritu de la convocatoria reverdece.
