EDUARDO GALEANO Y OURENSE

Se busca al ourensano que impresionó a Galeano

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photo_camera Eduardo Galeano, junto a Carmen Carballo durante su primera visita a Ourense, en 2008. (IMAGEN CEDIDA POR C.CARBALLO)

"La mejor crítica que he recibido en mi vida, el comentario más certero y el mejor homenaje", así definió un día Eduardo Galeano las palabras que le regaló un lector anónimo en mayo del 2008, en Ourense

Qué, Cómo, Dónde, Cuándo, Por Qué y Quién. La regla de las 6W, los puntos cardinales para completar cualquier información. Por desgracia, aquí, con Eduardo Galeano, nos falta un vértice.
Porque sabemos que el autor uruguayo, fallecido el pasado lunes a los 74 años, contó en varias ocasiones -una de ellas, en su segunda visita a la ciudad, hace casi tres años-, que su mejor crítica la había recibido en Ourense, tras cerrar la presentación de 'Espejos. Una historia casi universal', el 14 de mayo del 2008. Con motivo de su muerte, la anécdota volvió a cobrar vida. Pero no conocemos quién la pronunció."Qué difícil ha de ser escribir tan sencillo", le espetó ese anónimo a Galeano, que encajó el comentario como un púgil en el ring. Cuenta Carmen Carballo, periodista ourensana que en aquel momento presidía el Club Internacional de Prensa -organizador del encuentro-, que el uruguayo se quedó mirando hacia su interlocutor y rumió: "Caray, acaba de dar en el clavo". La réplica de nuestro héroe no se hizo esperar: "Leía a otros escritores, pero no entendía nada y pensaba que era un burro. Lo descubrí a usted, y ahora entiendo que no, que el problema no era mío. Habla mi idioma". Y se fue.

“Era su oportunidad"
Carballo tiene vívido el recuerdo de este encuentro. "El señor, de mediana edad, esperó pacientemente a que el escritor acabase de hablar con varios lectores que se habían acercado a saludarlo. Estaba solo, y parecía con la necesidad de decirlo, como si fuese su oportunidad", recordaba la periodista el lunes, muy afectada por la noticia del fallecimiento del escritor uruguayo, con el que mantenía una relación de amistad iniciada en el 2003, a raíz de un acto en solidaridad con los afectados por el "Prestige" en el que Galeano colaboró con un texto.

Algo más de cinco años después de que el chapapote nos inundase, llegaría el autor de 'Las venas abiertas de América Latina' junto a su mujer, Helena Villagra, a visitar Galicia en un mini-tour por Santiago, Oleiros y Ourense.

El recorrido se inició en la capital gallega. "Fueron dos días extenuantes, conferencias, encuentros con prensa... y Eduardo estaba recién operado de un cáncer. Pero aun así, no decía que no a nada", cuenta Carmen Carballo sobre, por ejemplo, las más de cinco horas que estuvo el uruguayo, de pie, con los lectores en la librería Follas Novas. "A cada persona que se acercaba, le daba un abrazo y le firmaba los libros que trajesen". Siempre con la dedicatoria con su clásico cerdito saltando. Similar a ese de ganchillo que la propia Carmen le regaló, en el Obradoiro, y que Galeano le mostró a su mujer con voz afectada: "Oye, Helena, esto, conmigo a la tumba".

Chorizos y miel
Pequeños regalos, en esa incursión gallega el escritor recibió muchos. Símbolos de cariño proyectados en libros. También en chorizos -"le encantaban"- y miel, que mandaría que le enviasen -las maletas ya las tenía llenas- a Uruguay, para compartir con un carpintero vecino suyo de origen gallego.

Galeano, dice Carballo, era así. Detalles e historias, que él apuntaba diligentemente en libretas diminutas que siempre llevaba consigo. "Un topógrafo humano, un antologista de la vida", lo describió el escritor argentino Jorge Fernández Díaz.

En los renglones de esos cuadernos, Ourense encontró un lugar especial. "Ahora ya entiendo lo de la ciudad de los locos y artistas", decía el pensador, que se mostró "impactado, por el agua termal, por el ruido de las piedras, por la gente". En la mañana de ese 14 de mayo, pasearon por la ciudad, descubriendo el matrimonio uruguayo la zona vieja y esquinas como la Praza do Ferro. Después, comida y siesta, siempre obligatoria -"La gente no se da cuenta de que los que dormimos la siesta tenemos dos mañanas", explicó alguna vez el escritor sudamericano-.

Por la tarde, tras conocer al intelectual ourensano Marcos Valcárcel, colaborador de La Región, firma de libros en Torga y conferencia en un Centro de Desenvolvemento de Caixanova abarrotado, marco en el que el autor recibiría "la mejor crítica que he recibido en mi vida, el comentario más certero y el mejor homenaje". Todo ello en un puñado de palabras, de boca de ese hombre con "cara espléndida de campesino, de pómulos salientes, la piel curtida y el entrecejo fruncido" -según recordaba él mismo en una entrevista a El Clarín de Chile-, y que tras soltarle el comentario, se fue, "sin desenojarse".

Un momento que el uruguayo recordaría después en varias ocasiones. Porque lo había digerido y hecho suyo, según Carballo. "Eduardo era un gran hombre hecho de cosas pequeñas. Era la suma de todo, de su carpintero gallego, de los chorizos, del fútbol, de las tertulias en los cafés de Montevideo o del ourensano que un día de mayo le hizo su mejor crítica".

Crítica de momento anónima, una situación que provoca que uno aguarde a la posibilidad de poner apellidos a la cara sin nombre que, un día, fue capaz de impresionar a Galeano.

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