El limiano Iván Olmos afronta su tercer, y último, Mundial Universitario de Debate en Español, que en esta ocasión se celebra hasta final de mes en Chile.
El limiano Iván Olmos descubrió un club de debate por casualidad, cuando llegó a la universidad. Ahora, afronta su tercer, y último, Mundial Universitario de Debate en Español, que en esta ocasión se celebra hasta final de mes en Chile. Olmos consiguió el título de segundo mejor orador en su segunda participación y ahora quiere el título. Después, abandonará la competición por no estar tan ligado a los estudios, pero no deja su obsesión por la palabra. "Quiero seguir organizando torneos", afirma. Quince minutos son los que tiene para preparar con su pareja, desconectado de cualquier dispositivo electrónico, un tema que le convierta en el mejor orador del mundo.
Un tema complicado.
Los de relaciones internacionales suelen ser los más complejos, porque necesitas una base de conocimiento y leer la prensa todos los días. Si hay un estudiante de Relaciones Internacionales ya tiene ventaja. Pero son las reglas del juego.
¿Para usted la oratoria es un juego o algo más serio?
Es bastante serio. Hay muchísima competitividad y a nivel internacional este tipo de torneos ya están teniendo relevancia mediática, y las empresas también lo tienen en cuenta. Un campeón mundial de debate en España va a tener muchas más oportunidades y una línea en el currículo que se valora muy positivamente.
Leer mucho, pero ¿qué más aptitudes necesita el mejor orador?
Capacidad de pensamiento crítico, porque todos tenemos nuestras ideas respecto a temas concretos pero a veces hay que realizar el ejercicio retórico de situarse en una postura que puede que no compartas.
¿Le ha tocado hacer de abogado del diablo?
Sí.
¿Y cómo gestiona la defensa de una postura no compartida?
Como puedes, y veces es hasta bonito. Se trata de entender cómo son los procesos mentales de la persona que piensa de manera distinta a ti, partiendo de la base de que todas las posiciones ideológicas parten de un punto racional. Creo que es positivo, hasta te hace más tolerante.