ENTREVISTA - CULTURA

Carlos Costoya: "Cada generación vive aislada del resto, como capas de una lasaña"

Hace 25 años comenzó su actividad como bodeguero en la Ribeira Sacra, algo que no le ha impedido seguir creando, tanto en su faceta de pintor  como escultor.

Carlos Costoya (Ourense, 1971) no recuerda cuándo empezó a dar sus primeras pinceladas. "Mi madre es también artista, así que era fácil para mí acceder a los materiales", recuerda. Hace 25 años comenzó su actividad como bodeguero en la Ribeira Sacra, algo que no le ha impedido seguir creando, tanto en su faceta de pintor  como escultor. "Llevo los dos trabajos con calma", explica. Su nueva exposición, "Tierra adentro", puede visitarse en el Museo Municipal de la ciudad hasta el próximo 10 de febrero. La muestra está compuesta por 30 óleos de paisajes del interior de la provincia y por un azulejo conmemorativo que se colocará en la calle Carlos Velo, encargo de la fundación del cineasta a Costoya. 

En sus obras se reconocen las montañas de la Ribeira Sacra.

De toda la vida me han inspirado mucho y normalmente el artista bebe de las fuentes que tiene cerca. No tendría sentido que hiciese grafitis del bronx de Nueva York, sino de lo que más me empapa.  

También aparecen otros lugares de la provincia.

Son paisajes de la Galicia interior, de zonas abandonas del Macizo Central de la montaña ourensana. Es una mirada nostálgica a unos paisajes que están a punto de desaparecer. Todos tienen ese punto en común: aparecen parcelas y terrenos trabajados de unos habitantes que estaban explotando las tierras en armonía, con tranquilidad. Es un tipo de vida que está agonizando hoy en día. 

No son postales de la provincia, vaya.

Se trata más que de paisajes promocionales, de hablar de un mundo que desaparece. Y no solo está pasando en Galicia, sino en todos lados. Al final el paisaje es una excusa para hablar de otra cosa, de que hay algo que nos está haciendo cambiar nuestra vida, se va a parecer demasiado poco a la de nuestros padres. 

También refleja escenas tradicionales, como en “Campo da festa". 

El título viene porque me acuerdo que antes, cualquier fiesta o cualquier evento que había en pueblos y ciudades, era transgeneracional. Había un intercambio de información entre abuelos y nietos, los padres vigilaban hijos, todos estaban allí. Ahora, sin embargo, vivimos como capas de lasaña:  cada generación está aislada.

¿Reina la soledad?

Hoy hay mucha gente sola, mucho anciano solo y muchas personas que llevan su vida completamente sola. Al final, el tejido social se construye con vínculos. La gente vive sin raíces, eso que suena tan bonito de “ciudadano del mundo” es más complicado de lo que parece.

¿Queda esperanza?

Cada individuo tiene que buscar sus vínculos afectivos, cultivarlos mucho y ser muy buena persona. Colectivamente no se puede hacer nada, al crear un colectivo tus objetivos te los van a cambiar y ya no es lo de antes.

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