CIUDAD

La ciudad carece de competencias para ocuparse de sus seis puentes

photo_camera El Mirador del Puente del Milenio.

Aunque el Concello ha mostrado escaso interés por asumirlos, debido al coste, el conflicto por la titularidad ya pone en riesgo el Puente del Milenio

Los seis emblemáticos puentes sobre el río Miño en la ciudad, desde Velle hasta O Pino -sin contar las tres pasarelas peatonales que lo atraviesan-, tienen dueños ajenos; o lo que es lo mismo, el Concello no tiene competencias sobre ninguno de ellos. No puede, aunque quisiera -que casi nunca es el caso-, ocuparse de su mantenimiento y cuidado porque, cuando en algún momento lo intentó, recibió como respuesta de sus propietarios que no tenía un servicio técnico suficientemente capaz de afrontar, en ocasiones, complejas medidas de reforma.

Todos fueron construidos para salvar la orografía del cauce del río y dar continuidad, así, a carreteras nacionales o autonómicas -véanse el Puente Novísimo o el Romano, respectivamente- o bien para seguir el trazado de la línea del ferrocarril, en el caso del viaducto que lo cruza a la altura de As Lagoas. Otro, como el Puente del Milenio, se concibió para dar lustre a la estética de la ciudad y acercar el casco urbano de A Ponte, en el entorno de la Estación Empalme, con el centro de la capital.

Realmente, el Concello ha huido casi siempre de la obtención de la titularidad de estas complejas infraestructuras porque, como dicen en el gobierno local actual (y anteriores), el gasto de mantenimiento es enorme, y más si hay que afrontar reformas estructurales. Pero no la conseguirían aunque lo intentasen, y lo han hecho, recalcan, sobre el Puente del Milenio y el Puente Romano, ambos porque ahora son -desde que el segundo fue peatonalizado- "netamente locales" porque comunican el centro con el barrio de A Ponte y son ajenos a los trazados de vías nacionales.

Fue en vano hasta ahora. Ambos son titularidad de la Xunta de Galicia, aunque ésta asegure que la titularidad del Puente del Milenio está transferida al Concello. El Consistorio nunca lo recepcionó porque varios informes del Servicio de Ingeniería municipal vetaron la transferencia, debido a las deficiencias que mostraba la infraestructura ya cuando fue construida y más a lo largo de los años, hasta mostrar ahora un deterioro acusado, muy evidente cuando se recorren sus pasarelas y el mirador, que nunca ha sido frenado con mantenimiento ni mejoras.

Esta estructura tendrá serios problemas de durabilidad si no se corrigen los daños y deficiencias que registra. Porque los técnicos municipales, que ya detectaron fallos en 2002, señalan que el tablero no presenta, inicialmente, problemas de seguridad, pero sí avanza el deterioro sobre él; sin embargo, los daños de la pasarela "sí podrían afectar a su seguridad a medio plazo, y determinados daños locales de la misma (por ejemplo, las barandillas) están afectando ya en este momento a la seguridad de las personas". El demoledor informe data de julio de 2012. Desde entonces han pasado dos años y medio sin que se haya tomado medida alguna para protegerlo del tiempo y del vandalismo, que también lo ha elegido como diana en forma de pintadas y destrozos varios.

No importó. Xunta y Concello niegan formalmente ser titulares de la estructura y no sólo eso, ante las muestras evidentes de su abandono, tanto los políticos locales como los autonómicos han dado la callada por respuesta, sin que a ninguno haya interesado defender una iniciativa que contribuya a su reparación. Y ahí sigue con el aspecto que ofrecen las fotografías.

Tuvo más suerte el Puente Romano, aunque por cuestiones meramente electorales. Periódicamente -desde hace décadas- ha sido objeto de críticas por la persistente maleza que crece entre sus piedras medievales y cuando, con retraso, se limpiaba, otros protestaban porque se eliminaba la fauna y flora del lugar, caso de la Sociedade Galega de Historia Natural. En cualquier caso, la Consellería de Infraestructuras, propietaria del monumento -que también es Bien de Interés Cultural- anunció recientemente en el Parlamento gallego la inversión de un millón de euros para limpiarlo, no sólo de maleza sino de pintadas, mejorarlo y afrontar un mantenimiento continuado.

Los fallos aconsejaron obviar la pasarela de Oira

Las pasarelas peatonales, tres, tampoco han escapado al conflicto, especialmente la de Oira, construida con un modelo de tirantes pero con notables deficiencias que obligaron a cerrarla poco después de su apertura y que el Concello no quiso recepcionar, haciendo caso a los informes técnicos. Fue construida mucho después de la pasarela de Outariz, para unir el paseo por las dos riberas del Miño. Fue financiada por la Confederación Hidrográfica del Miño-Sil y el Ministerio de Medio Ambiente bajo un gobierno socialista en Madrid, y costó, según se anunció entonces, 1,9 millones de euros. También es peatonal la pasarela de Outariz, construida con cargo a la entonces Confederación Hidrográfica del Norte en el año2006, con un gobierno del PP enla ciudad que criticó la infraestructura, entre otras cuestiones porque fue inaugurada antes de ser acabada y carecía de iluminación. Su mantenimiento sería adecuado si los vándalos evitasen las pintadas, que obligan a repintarla. La tercera pasarela peatonal sobre el Miño está al lado del centro comercial y se la conoce como pasarela do Vao. Es una estructura de hormigón muy simple, concebida inicialmente para dar servicio al centro comercial Ponte Vella (de hecho termina o se inicia en ese recinto, que así se comunica con el barrio de A Ponte). Construida por la Hidrográfica, ha pasado a ser de titularidad municipal.

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