Ourense de ayer

Una ciudad en plena eclosión

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Anécdotas aparte, tal vez el importante salto urbanístico se había producido con la apertura de la calle del Progreso en 1840, aunque el proyecto venía de mucho antes

Tras un exhaustivo estudio acerca de la evolución de la ciudad de Ourense en la época fijada entre los años 1890 y 1910, es decir, en los dos decenios de transición del siglo XIX, al XX, concluyo que en ese intervalo histórico el pueblo ourensano ratificaba una de las más fructíferas épocas no tan solo urbanísticas y arquitectónicas, sino de cierta proliferación de personajes intelectuales, así como de una variedad de emprendedores ávidos de inversión en una ciudad con futuro halagüeño. 

El Ourense que comenzaba el siglo, registraba censados 15.190 habitantes, conglomerados en unas cuantas calles desde el Posío al Parque de San Lázaro, y desde la zona de Las Mercedes hasta lo que posteriormente fue la moderna rúa del Progreso, fijando como expansiones extra radiales no concretas la carretera de Trives y la salida hacia la Lonia. De ello nos da buena fe un plano callejero fechado de 1905.

Fuera de estos límites, la ciudad estaba rodeada de viñas, huertas y centenales “latifundistas”. Al caso viene una frase de Otero Pedrayo, que en un importante discurso dijo: "Ser propietario de un viñedo, es más importante que tener un blasón”. Igualmente, en otra ocasión promovió unos carteles en las entradas de la ciudad que decían: “Orense, capital de provincia, se prohíbe cantar los carros”. Luego os comento el porqué de la ocurrencia.

Anécdotas aparte, tal vez el importante salto urbanístico se había producido con la apertura de la calle del Progreso en 1840, aunque el proyecto venía de mucho antes. Iba ser la carretera de unión al paso por Ourense, entre Villacastín y Vigo, atrayendo al gremio industrial para instalarse con sus almacenes y edificios modernos de viviendas. Hubo sin embargo que completar el vial con un pseudo puente que salvaría la depresión de As Burgas, realizándose el mismo al mejor modo de aquel entonces: dos muros de mampostería paralelos para que contuviesen un núcleo compactado hasta coronar la cota de Progreso.

Un dato a tener en cuenta es que en el año 1895 se produce la primera huelga de la construcción de la provincia. Desconocemos la magnitud de la misma. También hay que reseñar que en ese año aún carecían la mayor parte de los vecinos de agua corriente en sus casas, pero proliferaban las fuentes en las calles, supliendo la falta a golpe de cántaro y garrafa.

Siendo alcalde del concello Ricardo Novoa Novoa se editan las primeras ordenanzas municipales. Fallece el republicano Manuel Paz Novoa. En la ciudad se inaugura por fin la luz eléctrica. Algunas calzadas de calles eran de mampostería encajada y el resto, de tierra.

Se celebraban las ferias de ganado en el Parque de San Lázaro; eran las afueras del núcleo urbano, suponía un auténtico espacio de transacciones y negocios.

Y no quiero olvidarme de un detalle curioso: siendo la ciudad pequeña y silenciosa destacaba en el ambiente a cualquier hora del día el “cantar de los carros al rodar” en su deambular de transporte de mercancías por los viales de nuestra urbe. De ahí la ocurrencia de Ramon Otero Pedrayo de colocar los carteles en las entradas de Orense a los que antes hacíamos mención (y digo Orense, no “Ourense”. En   etimología, el topónimo “no estaba todavía inventado”).

Se había asentado en nuestra ciudad el belga Manuel Malingre Parmentier, con la fundición dúctil que llevaría su nombre a través de su descendencia durante más de un siglo, siendo uno de los clanes familiares más relevantes de los siglos XIX y XX, situando sus industrias en varios lugares de la capital, para definitivamente trasladarse a la carretera de Cortegada, hoy calle de Ervedelo, esquina avenida de Portugal. Malingre sentó cátedra muy favorablemente para hacer importante la city.

Amplio capitulo merecería la mención de las numerosas familias de mayor poder económico, cuya razón social sería básica para el avance urbanístico y ciudadano. Fueron industriales, almacenistas, comerciantes de ultramarinos, madereros, transportistas...curiosamente muchos foráneos, pero con cuya aportación contribuyeron al desarrollo, modernización y nivel de vida de la ciudad.

Gran causa de ello la tuvo también la llegada del ferrocarril en el año 1881, que unía Ourense al resto de Galicia y en consecuencia a España. Aportamos algunas “razones sociales” de carácter local y nacional: Cuevas, Eire, Tabarés, los ferreteros Villanueva, Aguirre, Perille... La cultura, liderada por Marcelo Macías. Otros apellidos sonaban también fuertes en aquel cambio se siglo: Temes; Paris, Valencia, Salgado, Ramos, Fábrega... un elenco de personajes impulsores de empresas generadoras de positivo porvenir. Otros profesionales más oficialmente públicos destacaron por sus actuaciones diversas, como fueron Espada en Verín; Merelles y Torres Pinto en Ribadavia; Quiroga en Valdeorras; Bugallal en Bande, etc. Los liberales, encabezados por Pérez Romero, y los regionalistas, por Lamas Carvajal.

Mención especial merece el nombre de Daniel Vázquez Gulias, nacido en 1869, uno de los más prestigiosos arquitectos modernistas que sin duda ha tenido Ourense, dedicado especialmente a la arquitectura religiosa, así como a los extraordinarios encargos singulares de la burguesía local. Su obra dejó el distinguido sello que los ourensanos debemos conservar. 

De aquel Ourense se escribieron ríos de tinta en los 17 periódicos que la ciudad de las Burgas llegó a editar. Os relaciono solo algunos, por ejemplo El Noticiero; El Porvenir,  El Eco de Orense, El Imparcial, La Democracia, As Burgas, La Región... 

Habréis visto que he omitido nombrar al Ayuntamiento de Canedo y su extensión al barrio de A Ponte. No era menester teniendo en cuenta que en el histórico cambio de siglo a que nos hemos referido, no estaba anexionado a la ciudad de Ourense.

Indudable que el artículo sería merecedor de extenderlo con infinidad de importantes secuencias y personajes de aquel cambio de siglo. Ello no es posible, y lo único que añado es nuevamente el nombre de la cabecera… fue Orense en aquellos años.

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