EN CLAVE

Como un cólico, intenso y pasajero

Ya reaccionamos como un cólico: duele mucho, pasa pronto. ¿Nuevos atropellos? Debate al canto, hasta el olvido. ¿Desahucio en el Ateneo? Gran preocupación, hasta la previsible mudanza.

Lunes, 20 - Dinero en cantidad, una vulgaridad

El propietario de una gran empresa ourensana, preguntado por el volumen de facturación de la compañía, respondió que el dinero es una vulgaridad. Cuando se le inquirió por los beneficios, afirmó que eso era ya una insolencia. Siempre hablan con desdén del dinero aquellos que lo tienen, como si le fuese impuesto, una especie de pesada mochila que le carga hasta hacerle claudicar. Ourense, tierra de ahorradores, despacha pisos como quien va a la carnicería a pedir cuarto y mitad. Vulgaridad, insolencia, grosería o no, los acaudalados paisanos salen de compras a las rebajas de los pisos y casi la mitad se pagan con el parné que se lleva en la cartera. "El dinero podrá ser vulgar, pero es majestuoso", dijo Freddie Mercuy la víspera de una de sus excentricidades que pagó al contado. "Hay personas que tienen dinero y personas que son ricas", apostilló un día una inimitable Coco Chanel antes de hacer un nuevo mohín de elegancia para la posteridad. En Ourense hay mucho dinero bien guardadiño en el banco, pese a que la entidad se ríe a mandíbula batiente de nosotros. Un cura que nos daba Religión en el instituto nos afeaba diciéndonos: "Damos culto al dinero y a nuestro cuerpo", pero tenía el resguardo de la quiniela como separador en las páginas del libro. El dinero debe ser todo eso que desprecia quien lo tiene. Una vulgaridad, vaya.

Martes, 21 - Esa preocupación tan aparente

Nuestra conciencia generalmente está dormida y solo despierta a golpe de desgracia ajena. Llevábamos unos meses sin que los atropellos fuesen carne de titular, pero bastó con que coincidiesen una víctima mortal y otra persona arrollada en un paso de peatones para que en el Concello se pusiesen en modo pésame, fase previa al arranque de dejadme solo que esto lo arreglo yo en un santiamén. Y claro, ideas en tromba: crear zona 30, educar a los chavales, sensibilizar a los peatones, reeducar a los conductores. Mesas de movilidad a reunirse a toque de corneta, comisiones que decidirán cómo crear otra comisión. Mientras, la víctima escuchó responsos, sus familiares le lloraron, sus amigos y conocidos palpan el agujero de la ausencia y las noticias se van yendo por el aliviadero del olvido. La preocupación pública es episódica, llega con la desgracia, se va poco después del entierro. Le pasa como a los amores de Joaquín Sabina: "Lo nuestro duró lo que duran dos peces de hielo en un güisqui on the rocks". 

Miércoles, 22 - Y de repente una gran preocupación

Pero, el resto de los mortales no somos muy diferentes. Al contrario, creo que iguales. Muchos están conociendo el Ateneo ahora que tiene que marcharse de su sede, ahora que la cifra de socios cae, ahora que los recursos económicos menguan, ahora que las nuevas generaciones tienen otras fórmulas de ocio y cultura, ahora que otras entidades programan otro tipo de actividades que captan el interés de los públicos. Ahora. Sí, ahora. Ahora plataformas, intervenciones en el Parlamento, entrevistas con los representantes de las instituciones. Ahora que el reloj corre en contra de una entidad perseguida por el desahucio, primero en La Torre, ahora en la avenida de la Habana. Ahora llegamos todos, como los músicos del Titanic, seguimos tocando mientras el barco se hunde. Hubo mil manifestaciones defendiendo Benposta y nadie se acordó de sus valores salvo cuando había rédito político. La sombra del olvido cayó sobre la obra del cura Silva hasta que se subastaron los terrenos. Ahí la solidaridad brotó como una especie de cólico, intenso pero pasajero, todas eran ideas para salvar a la Ciudad de los Muchachos. Hoy el silencio también habita entre sus ruinas y escombros. Ojalá que el Ateneo consiga sus propósitos, que no deben ser otros que estar donde su masa social quiere que esté. Mientras, está bien que muchos colectivos no sean indolentes y se preocupen de la entidad, como en su día de Benposta. Es la solidaridad del cólico, intenso pero pasajero. 

Jueves, 23 - Allí donde estaban las industrias

Cuenta el periódico que el lugar antes ocupado por algunas actividades fabriles en los polígonos han dado lugar a proyectos de ocio y deportivos. Ideas imaginativas para aprovechar espacios desechados para las industrias. Está claro que es más complicado que una fábrica produzca que un gimnasio abra. Cuestión de músculo empresarial. 

Viernes, 24 - Entre Ford Coppola y Bajo Ulloa

Desde la cárcel un ourensano intentó contratar a sicarios para un secuestro. Ya lo había intentado antes a este lado de los barrotes. Un día después de publicada otra noticia, Francis Ford Coppola hubiese filmado una peli ambientada en nuestro rural: Cae en una emboscada la banda que perpetró la ola de asaltos a casas del rural ourensano, decía un titular. Estamos lejos, menos mal, de un guión de El Padrino. Ni siquiera del argumento de Airbag. Menos mal también. El concepto es el concepto, que diría Manquiña.

Sábado, 25 - El simbolismo de los iconos en América

La personalidad de Adolfo Domínguez es una marca por sí misma. En España su estrella no brilla como en tiempos, pero por medio mundo se guarda una especie de veneración. Dos veces al año sus socios en el extranjero vienen a Ourense y se quedan prendados de Galicia, esa tierra que a veces pisoteamos nosotros mismos. Adolfo les deleita generalmente en Allariz hablándoles de novela rusa o cine iraní, ignotos baluartes culturales para la mayoría de la grey. Y ellos se quedan boquiabiertos. En América tiene el diseñador 165 tiendas y muchos clientes casi se santiguan mirando sus escaparates. Allí es un icono de la moda de autor, aquí un empresario que lucha a brazo partido.

Te puede interesar