OURENSE NO TEMPO

Colonias ourensanas: Baiona

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photo_camera Una antigua y bucólica vista de playa América (Foto Alar).

Todos los años por estas fechas vuelve a mi mente la imagen del conquistador ourensano, ese que con su sombrilla a modo de lanza y la toalla por bandera, invade de manera amistosa bellos enclaves de la costa gallega.

Todos los años por estas fechas vuelve a mi mente la imagen del conquistador ourensano, ese que con su sombrilla a modo de lanza y la toalla por bandera, invade de manera amistosa bellos enclaves de la costa gallega.

Había los que se lo tomaban muy en serio (podían permitírselo), y pasaban tres meses alejados de los calores de nuestro Ourense; lo habitual era que la señora con los niños y algún familiar (suegras y solteras según la tradición), acompañados de la mayoría del servicio, cuando lo había, dejasen al cabeza de familia trabajando en la ciudad desplazándose de vez en cuando a la costa, para vigilar "sus posesiones". No voy a hablar de los Rodríguez, que es un apellido tan honorable como otro cualquiera.

Las playas elegidas y "conquistadas" eran muchas, Porto do Son, A Garda, Cangas, Noia... eran algunos de los destinos; pero realmente las playas que concentraban y aún concentran a la mayoría de los "sufridos" veraneantes ourensanos, son sin duda la viguesa, Samil, junto a la maravillosa A Lanzada y la espectacular Playa América.

Samil, por su proximidad, siempre ha sido la preferida para viajes de ida y vuelta con las mesas y sillas de playa, junto a las tortillas y empanadas. La Lanzada y los pueblos que la rodean, San Vicente, O Grove y Sanxenxo, con el paso del tiempo han conseguido que se les conozca como "la Marbella de Galicia". Aunque comenzó siendo lugar de veraneo de algunas de las familias más pudientes ourensanas que construyeron en la zona bellos chalets de piedra, hoy está para mi gusto un poco masificada; aun así tengo que admitir que para los jóvenes es la mejor opción de diversión, eso sí, poco día y mucha noche. ¡Para gustos!

Hoy mi intención es sugeriros la que desde hace años se ha convertido en mi elección. Hablo de la vieja Erizana, que así se llamaba antiguamente la bella Baiona.

Conocida por ser el primer puerto que tuvo noticia del descubrimiento de las Américas, presume de haber estado presente en otros muchos momentos históricos, algunos relacionados con nuestra Auria. Como el caso del rey Alfonso IX de León, que con su corte instalada en la Villa de Allariz, fue el artífice de la Carta Puebla que concedía derechos a Baiona junto con Ribadavia, Castro Caldelas, Milmanda (Celanova), Lobera, Ribas de Sil, y la propia Allariz. O aquel episodio que cuenta como el temido caballero Pedro Álvarez de Sotomayor, Pedro Madruga, señor de Baiona, fue hecho prisionero por Rodrigo Alonso Pimentel y sufrió prisión en Ourense. Varios fueron los episodios que relacionan a Pedro Madruga con nuestra provincia; incluso cuenta la leyenda que fue un miembro de la familia Sarmiento (Ribadavia) quien dio origen al sobrenombre de Madruga. Comparte también Baiona con Ourense, Ribadavia y Allariz un pasado en el que la comunidad judía dejó su huella para la historia.

Pero avancemos en el tiempo y recordemos aquellos años que disfrutaron nuestros abuelos, en los que la playa Cuncheira ofrecía los exclusivos servicios de balneario, y la Ribeira aún estaba ocupada por pequeños barcos de pesca que en la lonja (de la que hoy solo queda un pequeño trozo de su fachada como evidencia de su existencia), vendían un indiscutible pescado fresco. Muchos hace poco que descubrimos la playa Barbeira, antiguamente de uso exclusivo de los clientes del parador. Con la apertura del fantástico paseo de Monte Boi se ha popularizado la discreta cala de los Frades, que un reducido grupo de monjes disfrutaban junto al pequeño recinto que habitaban al amparo de los muros de la fortaleza. Por cierto, si os acercáis a los Frades intentad localizar el pequeño Boi que adorna la muralla y da nombre a todo el entorno.

Hablar de Baiona es hablar no de una villa, sino de toda un bahía, o mejor de todo un valle, Val Miñor: Playa América, Panxón, Patos, Ladeira, son los arenales que nos ofrece la zona, y el antiguo faro de Monte Ferro junto la grandiosa Virgen de la Roca (obra del arquitecto Palacios) protegen desde tierra todo el entorno, mientras las Cíes y las Estelas se encargan de que el mar llegue pacífico a las playas.

Hoy en día las cosas han cambiado, y acompañando a los invasores ourensanos (y madrileños que también abundaban). Hoy es fácil cruzarte por las calles con visitantes de cualquier parte del mundo; aunque los ourensanos, que en muchos casos han echado raíces en la zona resisten impasibles al paso del tiempo, al estilo de aquella épica defensa del Baler de los últimos de Filipinas, pero en este caso defendiéndose desde los fogones de algunos de los mejores restaurantes de la zona.

Otro verano continuaremos, que el tema da para mucho...

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