SENTENCIA

Condenado a 21 años de cárcel uno de los asaltantes de Cota

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photo_camera El condenado, durante el juicio celebrado hace unas semanas en Ourense.

La Audiencia considera que actuaron con un "consciente desprecio por la recuperación de la libertad" 

El argentino Víctor Hugo Gil (40 años) corrió peor suerte que su hermano Miguel Ángel, absuelto de los mismos delitos que a él le costarán casi 22 años de prisión. La Audiencia provincial condenó al tercer atracador de la joyería Cota por robo con intimidación y allanamiento de morada y por cuatro delitos de detención ilegal, aunque descarta el uso de "medios peligrosos" argumentado por el fiscal.

La sentencia es la segunda relativa al asalto acontecido en junio de 2006, pues otro de los autores, Fabián Darío González, ya fue condenado en diciembre de 2008. Hugo Gil tuvo que ser fue extraditado desde Argentina en 2013 para ser juzgado hace una semana.

Según la sentencia, el acusado y otros dos hombres fueron al domicilio de una joyera en la calle Bedoya de la ciudad y, mientras uno quedó en la calle para vigilar, Víctor Hugo Gil y Fabián Darío subieron hasta la casa y consiguieron entrar a pesar de las reticencias iniciales de la empleada de hogar, que estaba en la vivienda con los dos hijos de la propietaria, menores de edad.

Ataron de pies y manos a la empleada, retuvieron a los niños en una habitación y al llegar la propietaria del piso, procedente de la joyería Cota que regenta, fue sorprendida por los asaltantes, que le taparon boca y ojos con las manos, mientras la amenazaban para que abriera la caja fuerte de la casa, a lo que la mujer respondió que no había. El acusado abandonó la vivienda con la propietaria y la llevó a la joyería para que le abriese la caja fuerte del local y le entregase las joyas, mientras el otro asaltante permanecía en el domicilio con los menores y la empleada, y con la amenaza de que matarían a uno de sus hijos si no seguía las instrucciones.

El atracador se llevó 9.000 euros en efectivo y varios relojes de las vitrinas de la joyería, por un valor de 332.541 euros. De nuevo en el piso, ataron a la joyera con uno de sus hijos amarrado por cada brazo así como amordazaron a la empleada de hogar. Los atracadores se fueron "no sin antes advertirles de que no avisaran a la policía ni les reconociesen en fotografías, ya que tenían familia y vendrían a por ellas".

La sala considera que actuaron con un "consciente desprecio por la recuperación de la libertad de las víctimas", tanto por sus fuertes ataduras, como por hacerles el anuncio de que llamarían a alguien para que las liberase, "algo que no se produjo". 

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