HISTORIAS DE UN SENTIMENTAL

Cuando Eduardo Barreiros buscó oro en Brués y la veta de uranio

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photo_camera Eduardo Barreiros explica en 1971 lo que esperaba encontrar en Brués.

El empresario ourensano no solo buscaba oro, sino otros metales e incluso uranio, pues las pruebas extraídas entonces se enviaban a analizar a la Junta de Energía Nuclear. Esta es la historia

Los intentos de intentar volver a poner en producción las vetas de oro de las minas romanas de Brués, en el ayuntamiento de Boborás, son un fenómeno cíclico y frustrado ante el presente. Sin embargo, el intento más serio, solvente y ambicioso se llevó a cabo hace casi medio siglo, a cargo de un ourensano, el empresario Eduardo Barreiros, que no solo buscaba oro, sino otros metales e incluso uranio, pues las pruebas extraídas entonces se enviaban a analizar a la Junta de Energía Nuclear. Esta es la historia.

Gracias a mi amistad con el alcalde de O Carballiño Javier Perea me enteré de que Eduardo Barreiros andaba por aquellas comarcas buscando oro. Era un hombre sencillo, pese a su posición social de entonces, año 1970. Recuerdo aquella larga entrevista que sostuvimos sobre el terreno en marzo de 1971, y los detalles de aquella búsqueda. Al final, el costo de poner en marcha la mina no compensaba su rendimiento, y Barreiros se fue dejando el amargor de una frustrada ilusión que conmovió a aquella comarca.

La empresa de Barreiros se llamaba Oficina de Inversiones S.A. Camino de la mina, cuando yo era un joven periodista, se me ocurrió ir preguntando a los paisanos que me encontré, pero pocos creían que se pudiera sacar algo que valiera la pena de aquellas galerías. Lo cierto es que la empresa del pujante empresario desplegó varias perforadoras que extraían pruebas de material en forma de tubo –tuve alguno en mis manos– que se enviaban a analizar a Madrid. Se trataba de saber las concentraciones de oro, plata y calcopirita.
Desde tiempos de los romanos, la zona de Brués fue explorada por diversas empresas inglesas y francesas hasta poco antes de la I Guerra Mundial. Aunque las exploraciones se centraban en Brués, los geólogos consideraban de interés otras zonas y montes de la región, tanto de propiedad vecinal como particulares o municipales. La zona explorada por la empresa de Barreiros comprendía unas 80.000 hectáreas lo que comprendía, además de Brués, las zonas de Loreiro y A Magdalena-Dozón. El intento iba en serio. La empresa prospectora montó un centro operativo frente al parque de O Carballiño, donde trabajaban expertos en minería industrial.

Javier Perea, el dinámico alcalde de O Carballiño, sospechaba que lo del oro ocultaba realmente la búsqueda de otros recursos, en concreto el uranio. Pero eso nunca se confirmó. Frente a la locuacidad de Eduardo Barreiros, los técnicos de la empresa no contaban nada. Es más, actuaba como portavoz y amable abogado. Por él supimos que las investigaciones se habían iniciado en 1970.  Pero un buen día, ingenieros, máquinas y obreros desaparecieron del lugar y las viejas minas romanas volvieron a quedar en paz y silencio hasta nuestros días.
Pero no por ello cesó, hasta el presente en los últimos cuarenta y seis años, el mito de las minas de Brués. Diez empresas solicitaron autorización en los últimos cinco años en la Consellería de Industria para realizar prospecciones mineras en la provincia de Ourense, con el objetivo de encontrar minerales y extraerlos, pero ninguna de ellas desencadenó en la apertura de una explotación minera. Tres de las industrias, una de Madrid y dos de Ponferrada, pidieron el permiso para buscar un yacimiento de oro en los municipios de San Xoán de Río, Trives y el lucense de Ribas de Sil. Las otras siete se acogieron en el año 2011 a la Lei de Ordenación da Minería de Galicia y pidieron autorización para buscar tantalio en antiguas minas de wolframio en Penouta (Viana), Arcucelos (Laza), Vilardevós y A Gudiña. Según los datos de la Consellería de Industria, se solicitaron otros tres permisos para encontrar plata, cobre, cobalto, estaño, wolframio, tierras raras, metales base y metales preciosos en Parada de Sil, San Xoán de Río y Calvos de Randín.

Las licencias se extinguen a los cinco años si no hay extracciones. Y no las hay, aunque haya vetas, si no son rentables. En abril de este año, se supo que el Concello de Boborás había dado autorización al grupo Exploraciones Mineras del Andévalo SL, con sede en León, para la realización de los sondeos en las minas de Brués, con el fin de investigar sobre la rentabilidad de la extracción del oro. La solicitud había sido presentada en el 2016, tras contar con el permiso de la Consellería de Economía e Industria, pero el Concello retrasó la concesión de licencia, pendiente de un informe de la Confederación Hidrográfica del Miño - Sil, que finalmente fue favorable al proyecto, aunque retrasó en varios meses los sondeos.
Visto los fracasos anteriores, llama la atención que se insista en un nuevo intento, sobre todo cuando se ha sabido que cuenta con un presupuesto de solo 17.500 euros, que parece un poco escaso para una exploración con la complejidad técnica que el caso requiere. El intento se justifica por la escasez del metal y el valor del oro en el mercado. Se trabaja a partir de un proyecto inglés de hace un siglo, a partir de las 13 galerías existentes. El nuevo intento se basa en profundizar mucho más allá de los cien metros de los sondeos anteriores. Quién sabe. Uno de los inconvenientes con los que se topó el intento de Barreiros fue la dureza de la roca.

Esta empresa leonesa se dedica a este tipo de sondeos, en los que tiene experiencia. Sus accionistas son una pléyade de  españoles, americanos, indios, chinos e ingleses, entre otras nacionalidades.  Si se vislumbra que la explotación es rentable, prevén invertir 10 millones de euros, cantidad que a los expertos les sigue pareciendo insuficiente.

Cualquier curioso puede acercarse ahora, a través de rutas de senderismos, a las minas de Brués, que es uno de los recursos turísticos de Boborás. Pero ni este ni ningún otro intento conocido en nuestro tiempo tuvo la importancia del de Barreiros ni se apreció tal despliegue de medios. ¿Buscaban realmente oro o uranio, como sospechaba el alcalde do Carballiño Javier Perea? ¿Se buscaban otros metales asociados? Perea estaba seguro de que el envío de las muestras, unos cilindros de roca embalados en unas cajas especiales, a la Junta de Energía Nuclear tenía su propio significado. Eduardo Barreiros se llevó con él aquel secreto.

Brués y otros enclaves mineros de Galicia tiene sobre sí el atento ojo sensible y protector de Instituto Geológico Minero y del "Proyecto Atlanterra", que pretende estudiar los espacios ricos en mineral con un factor común, el Atlántico, y proteger y recuperar aquellos especialmente deteriorados por la inadecuada explotación de sus recursos. Se subraya, en este sentido, qué riqueza geológica de nuestra tierra llamó siempre la atención de los expertos, y prueba de ello es que el Mapa Geológico de Galicia fue el primero de los elaborados en la península ibérica. 

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