POBLACIÓN

Lo que cuesta dejar vacío el nido

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Dos de cada tres ourensanos menores de 34 años viven todavía en la casa de sus padres. Las principales causas son el recrudecimiento de las condiciones laborales y los elevados precios de alquileres y venta de viviendas

Los tiempos que corren no son los más propicios para abandonar el nido, ni en la provincia ni en el resto de España. Las cifras hablan por sí solas: dos de cada tres ourensanos menores de 34 años todavía viven en casa de sus padres, según los últimos datos del Instituto Galego de Estatística, referidos a 2014. Esta cifra la avala el último informe de Observatorio de Emancipación, que revela que el 66,5 por ciento de la población de entre 16 y 34 años no se ha independizado. De los más mayores -de los 30 a los 34-, el 34,25 por ciento todavía no ha hecho las maletas. O las hizo para marcharse y ha tenido que volver.

El recrudecimiento de las condiciones laborales de la población joven asalariada ha sido, sin duda, uno de los factores determinantes del estancamiento de los procesos de emancipación. "Mi sueldo sí que me daría para pagar el alquiler de un piso, pero también tengo que comer, pagar facturas e impuestos y echarle gasolina al coche", explica Marta Domínguez, dependienta en una tienda de ropa.
 

La compra de vivienda complica la salida de casa. Precisamente, el informe recoge en un apartado que una persona joven debería destinar el 59,5 por ciento de su salario para poder adquirir una vivienda en propiedad; debería cobrar un 98,23 por ciento más de lo que cobra; y la superficie máxima a la que puede aspirar es de 50,4 metros cuadrados. Por tanto, a la alta tasa de paro y a la precariedad de los contratos laborales, hay que añadir los elevados precios de la vivienda. Elevados, al menos, para asumir con un sueldo tan bajo.

La vida en las zonas rurales todavía se sigue guiando, en un gran porcentaje de casos, por la tradición de concentrar bajo el mismo techo a varias generaciones de la misma familia. Esta circunstancia, unida a la falta de demasiadas oportunidades en el terreno laboral, hace que muchos jóvenes opten por no marcharse de casa.

uploaded_img-20160416-wa0006_resultRubén Quintas: "“Ser autónomo es una traba para irte de casa"

Rubén Quintas tiene 32 años y, aunque lleva 15 trabajando, vive todavía con su madre. " Cuando yo tenía 17 años, falleció mi padre y esto quizás marco un poco el futuro", explica. En su caso, se trata de una convivencia por mutuos deseos: "Ella se siente bien y tranquila de tenerme en casa (¿qué madre no lo estaría?, añade), y yo la ayudo en lo que puedo, aunque es muy cabezota y no me deja hacer nada; ella es dueña y señora de la cocina", bromea este ourensano. 
Rubén es económicamente independiente, por lo que vive su vida sin pedir recursos a su progenitora. "Gano mi dinero, pero como soy autónomo no sé qué cantidades voy ingresar el mes siguiente", apunta, "por no hablar del pago de la cuota de autónomo, que se eleva a 267 euros al mes en España, cuando en el resto de Europa hay ciudadanos que no la pagan o el montante es mucho menor". Esa es la principal razón por la que no se va de casa. "El hecho de no tener nada seguro te echa un poco para atrás el pagar un alquiler tú solo",apostilla, aunque reconoce que le gustaría independizarse. A este respecto añade que "al final cada uno necesita su espacio; crear su hogar".

Con todo, este joven no pierde la esperanza. "Todo llega a su debido momento. Cada uno tiene su historia y no es comparable con la de otro, ni se puede juzgar a nadie por haber vivido de distinta manera. Lo que para mí es una razón de peso para no irme de casa de mi madre, otro lo puede concebir como una excusa cualquiera", explica.
Ahora solo toca ser paciente y, a su debido tiempo, hacer las maletas.

uploaded_dscn1745_resultMarta Gómez: “Hoy, hay que pensarse mucho la independencia"

Para Marta Gómez, el motivo por el que sigue viviendo con sus padres es "evidente". Lleva cuatro años trabajando como farmacéutica adjunta y opina que "los tiempos que corren hacen que te tengas que pensar las cosas millones de veces antes de dar un paso hacia adelante", refiriéndose a la "falta de oferta de trabajo, aumento de impuestos, precios de alquileres desorbitados", entre otros. "¿Cómo no nos vamos a asustar si solo se escucha hablar de crisis, prima de riesgo, robos en las arcas del Estado, recortes en Educación y Sanidad y un largo etcétera?", se pregunta a sí misma.

Pese a todo, esta ourensana de 30 años reconoce sentirse afortunada por ser económicamente independiente. En cuanto a la convivencia familiar, "procuramos comer todos juntos, pero a veces es imposible por incompatibilidades horarias", explica.
Las tareas domésticas se las reparten entre los cuatro miembros de la familia, "aunque es mi madre la que lleva mayor peso", reconoce, añadiendo que "es una trabajadora nata, y, como la mayoría de nuestras madres, tiene superpoderes: trabajar, dedicarle tiempo a su familia y amigos, encargarse de la casa, hacer comidas riquísimas, arreglar remiendos y todo lo que haga falta".

De vivir en casa con sus padres, se queda con "las comodidades que todos agradecemos, como hacer la compra, la comida o el pago de las facturas, entre otras muchas", relata. Si tuviese que destacar algo negativo sería "el hecho de no tener tu propio espacio y compartirlo cuando tú quieras y con quien quieras, pero es el precio a pagar".

uploaded_img_1651_resultMarcos Pérez: “Para sobrellevar un mes hacen falta cinco sueldos"

El músico Marcos Pérez tiene 29 años y todavía no ha dado el paso de abandonar el nido. Vive de lo que gana con las actuaciones de su grupo Coanhadeira y, además, da clases extraescolares de batería a niños.
Este ourensano considera "imposible" la emancipación porque "con un sueldo de media jornada no te da para pagar un alquiler y los gastos que se deducen de una vivienda". Además, su puesto de trabajo le obliga a utilizar el coche a diario y "si meto lo que gano a pagar un piso, no tengo para pagar la gasolina, el cambio de aceite, los neumáticos e impuestos".
Es el pequeño de tres hermanos y, aunque los otros dos ya se han independizado, éste no ve que a corto plazo pueda hacer lo mismo, porque "hoy en día hace falta el sueldo de cuatro o cinco trabajos para poder sobrellevar un mes", apunta.

Sus padres están jubilados, por lo que compaginar los horarios de las comidas es bastante fácil. "Entro a trabajar a las 14,00 horas, así que cuando tengo que comer, ellos lo hacen conmigo", explica.

Entre los tres, se reparten las tareas del hogar, "pero mi madre se lleva la mayor parte". En realidad, "por estas cosas es una suerte poder decir que vives con tus padres, aunque también es cierto que a veces te gustaría dar el paso de lanzarte a vivir tu vida, completamente independiente", reconoce.

Pensando en el futuro, Marcos prefiere no ponerse fecha límite. "Me iré de casa cuando vea que puedo hacerlo. Además, de momento, mis padres todavía no me han echado, ni me han invitado a ello", bromea.

uploaded_20160416_163730_resultBeatriz Durán: “Vivo con mis padres porque pesa más lo bueno"

Beatriz Durán podría independizarse hoy mismo, pero la convivencia con sus padres "es tan buena que viviendo con ellos estoy muy cómoda". Eso sí, reconoce que "al final, tarde o temprano, todos acabamos marchándonos de casa". Esta ourensana tiene 40 años y es profesora en un centro educativo de la ciudad, por lo que no depende económicamente de sus progenitores. Además, lleva trabajando desde los 26.

Para Beatriz, la convivencia con sus padres "es muy fácil porque ellos me respetan a mí y yo lo hago con ellos; faltaría más", explicó, "aunque, como todo el mundo, tenemos nuestros roces y diferencias".

En su casa, son bastante independientes. "No comemos juntos porque, por trabajo, tengo que hacerlo fuera de casa. Para cenar, depende; a veces sí y otras no, pero nadie se enfada", broma. De hecho, ha mantenido una relación sentimental hasta hace poco y su expareja vive en Carballiño, "por lo que los fines de semana también los pasaba fuera", apostilla.

Es su madre la que se encarga de las cuentas y de las tareas domésticas, pero "nunca jamás le hemos negado una ayuda ni le han faltado ofrecimientos".
Como el sentir general, a Beatriz le gustaría tener su independencia, "pero a la hora de hacer un balance pesa lo bueno, sino no estaría viviendo con ellos. Además, te desentiendes de esas cosas por las que a los mayores les duele la cabeza: facturas, pagos o alquileres, entre otros".

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