TRIBUNALES - OURENSE

El tiroteo en el CHUO revela ánimo de matar, dice la fiscal

La defensa reconoce lesiones agravadas para dos acusados, pero exime a los otros cuatro

La fiscal no se movió un ápice de su planteamiento inicial en la última jornada del juicio seguido en la Audiencia provincial: Antonio Gabarri, dos de sus hijos (Daniel y Moisés) así como su hermano Diego Gabarri y sus dos hijos (Rubén y Miqueas) urdieron "un plan para matar a tiros a Eduardo Montoya y su hijo Francisco" en la noche del 15 de mayo de 2016. La razón, según valoró, la enemistad surgida cuando los hijos de Antonio y Francisco se fueron a vivir juntos obviando las reglas del compromiso gitano. 

 Consecuentemente, mantuvo las peticiones de pena que oscilan entre los 10 y 13 años y medio de prisión para cada uno de ellos. Además de la tentativa de homicidio, aprecia desórdenes públicos, daños, tenencia ilícita de armas o incluso atentado a personal de seguridad privada (el caso de Diego).

El letrado Víctor Bouzas reconoce, como alternativa a la absolución, unas lesiones agravadas pero atenuadas por la reparación del daño (se pagó a las víctimas la responsabilidad civil) en el caso de Antonio y su hijo Moisés. El otro, Daniel, según dice, no disparó en ningún momento y "no hay pruebas contra él" (no tenía residuos de pólvora en las manos cuando se le tomaron muestras al día siguiente).

El togado Luciano Prado solo está dispuesto a reconocer un delito leve de amenazas (30 días multa a tres euros al día) en el caso de Diego cuando el guarda jurado le hizo frente.

Tanto la acusación pública como este último abogado hablaron de mentiras por parte de los testigos e instaron a la sala a contemplarlo en la sentencia para poder acusarlos de falso testimonio. Para la fiscal, faltaron a la verdad las víctimas y seis familiares cuando exculparon a los Gabarri diciendo que solo hubo tiros al aire porque estaban asustados. Para el letrado de Diego, mintió el guarda jurado cuando implicó a los seis en el tiroteo. El resto de testigos y hasta un vídeo de Youtube -asegura-  "demuestran que no hubo disparos en el lugar en el que estaba Diego y sus hijos".

La fiscal sostiene que los vestigios en el lugar de los hechos (vainas de las armas disparadas y las huellas que dejaron los impactos),  así como las trayectorias de las que se habla en el informe de balística, implican a todos los investigados porque "nos dicen que hubo disparos desde dos ángulos: la rotonda del quiosco -donde aparcó Antonio- y el aparcamiento de minusválidos de Cruceiro Quebrado -donde se situó Diego y los suyos- ". Pero se detuvo especialmente en la versión del vigilante de seguridad, que también habla de una pistola que no apareció. "Es el testigo más fiable de todos, imparcial y no cambió de versión en ningún momento", destacó al tiempo que elogió su actuación.

La representante del ministerio público cree que los encausados "se tomaron entonces la justicia por la mano tal como pretenden ahora con el perdón de las víctimas".

Bouzas hizo hincapié en que hubo un desestimiento activo por parte de Antonio y Moisés. Pudiendo acabar con la vida de sus parientes, no lo hicieron.

En cuanto a las declaraciones incriminatorias realizadas por las víctimas en instrucción, le restó validez. "Fueron hechas en el fragor de lo ocurrido debido a la mala relación en aquel momento", destacó. Por contra, recordó "la paz social" que se vive ahora tras haberse perdonado.

Por su parte, todos los  acusados aprovecharon su derecho a la última palabra para pedir perdón. Antonio Gabarri fue el más explícito: "Soy el único responsable; me arrepiento mucho de lo que hice, pero en ningún momento quería matar a nadie". 

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