ROBOS

La Guardia Civil investiga la ruta del cobre robado en la provincia

Una tuberías de cobre que cortaron los ladrones en el campo de fútbol de Nogueira.
photo_camera Una tuberías de cobre que cortaron los ladrones en el campo de fútbol de Nogueira.

La Guardia Civil inspecciona estos días chatarrerías y desguaces de la provincia de Ourense a la busca de los botines sustraídos recientemente , que podrían ser vendidos a través de Portugal. Han tenido lugar diecisiete robos en menos de dos semanas. 

La demanda de cobre por parte de los países asiáticos, sobre todo China, está disparando el número de robos de material en naves industriales, viviendas, infraestructuras públicas y privadas. Desde mediados de mes, se registraron 17 sustracciones en O Carballiño, A Merca, Amoeiro, Laza, Riós, Baños de Molgas, Vilar de Santos y Nogueira de Ramuín, donde desvalijaron el campo de fútbol de A Tella. El montante total del botín, supera los 80.000 euros.

La Guardia Civil inspeccionó en las dos últimas jornadas las chatarrerías y desguaces de la provincia (las revisiones continuarán durante esta semana) en la búsqueda de pistas que permitan identificar a los ladrones. La empresa Gair (Gallega Integral de Residuos) fue una de las que visitaron, pero, según fuentes del Instituto Armado, no encontraron ninguna prueba que les pueda llevar a los delincuentes ni al material sustraído. En esta industria aseguran que los robos implementaron medidas  "muy estrictas" para impedir que los ladrones vendan el botín. Los dueños de chatarrerías y desguaces, al igual que los compradores de oro y plata, tienen que dar cuenta cada día de las compras que realizan. El vendedor, para deshacerse de material de hierro, aluminio y, sobre todo, cobre, tienen que dejar sus datos del DNI, procedencia de los metales, número de kilos y vehículo en el que fue transportado.

Pese a las medidas de seguridad, la Guardia Civil no halla la ruta que utilizan los delincuentes para vender el material sustraído.


Líneas abiertas


En la actualidad, el Instituto Armado tiene varias líneas de investigación abiertas, algunas de ellas en colaboración con otros cuarteles del territorio nacional. Los agentes tienen todas las hipótesis abiertas. Una de ellas pasa por que los delincuentes corten en pequeños trozos, cambien el aspecto de los botines, para venderlo de forma legal en empresas autorizadas. Los agentes  recogieron restos  de los metales con el objetivo de  analizarlos y comprobar si corresponden con alguno de los botines.

Otra de las sospechas es que tras de los robos estén bandas especializadas, que son las encargadas de almacenar en naves industriales todo el material sustraído y, tras dejar pasar un tiempo, exportarlo con papeles falsificados o de manera ilegal vía marítima o por carretera. En este caso, la Guardia Civil no descarta que algunos de los  robos serán ejecutados por personas que trabajan a comisión.

El Instituto Armado también investiga, en colaboración con la policía portuguesa, las ventas de cobre, hierro y aluminio en las empresas autorizadas portuguesas. Las pesquisas llevada a cabo en el país vecino tampoco dan resultado y la Guardia Nacional Republicana (GNR) busca pistas en el mercado negro de metales para identificar a los compradores. "No podemos establecer controles las 24 horas del día en las múltiples carreteras que van al país vecino e inspeccionar cada uno de los vehículos para comprar si transporta cobre", añadieron las mismas fuentes.

El negocio del cobre parece ser lucrativo. Durante esta semana, el kilo de este metal, en la categoría conocida como cobre rojo, el más buscado, se pagó a 7,30 euros, mientras que el precio del conocido como amarillo, fue de 5,50. El hilo de cobre, que es el que llevan los tendidos telefónicos, ascendió a los  7,10 euros. Los ladrones solamente en el campo de fútbol del Nogueira de Ramuín sustrajeron más de 600 kilos de cobre de las diferentes categorías.

Sin embargo, estos precios no son aplicados a la treintena de personas que se dedican a la compra y venta de chatarra en la provincia. Rubén Jiménez es uno de estos profesionales y asegura que el cobre se lo están pagando a cuatro euros el kilo, mientras que el aluminio se lo abonan a 0,80 céntimos. "Por cada 1.000 kilos de hierro me dan 150 euros", asegura, puntualizando que con lo que gana no le da para sobrevivir, "pero con un poco de  dinero de la chatarra y algo que saco de otro sitio, voy sacando la familia adelante", apunta.


Vivir de la chatarra


Rubén Jiménez patea la provincia buscando chatarra, incluso la que está abandonada en los montes, lo que le supone mover su coche y el consiguiente  gasto en gasóleo . "Hay veces en que en un pueblo encuentras algo de chatarra, pero hay que pagarla al propietario", asegura.

El número de profesionales aumentó en los últimos cinco años, con la llegada de inmigrantes rumanos que ven en la chatarra una forma de sacar dinero. Algunos se desplazan a la provincia desde Portugal. 

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