El día que el Empalme quedó mudo de dolor

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photo_camera Cerca de las nueve del día 24 de julio, este panel informaba de un tren que tendría que salir poco después. Se conocía entonces el descarrilamiento

Aquella avanzada tarde el 24 de julio será inolvidable en Galicia, pero también en Ourense, cuando en la Estación Empalme se conocía el accidente, aún sin saber su alcance 

Eran las 20.40 horas del 24 de julio de 2013 cuando el Alvia que hacía el viaje de Madrid a Ferrol descarrilaba a escasos kilómetros de Santiago, a 190 kilómetros por hora. A esa hora, nadie conocía aún la magnitud de la tragedia, la capital gallega se preparaba para la fiesta y el espectáculo de fuegos en honor al Apóstol; en Ourense habían subido 16 viajeros, con destino a la Praza do Obradoiro, a Ferrol y A Coruña, para iniciar el puente.

Otro tren tenía que partir de la estación Ourense-Empalme a las 21,05 horas pero la salida se demoraba; los viajeros se inquietaban y enfadaban, las explicaciones eran nulas. Tan sólo un panel indicaba que el viaje llevaba retraso. Se supo entonces que se había producido un accidente cerca de la capital gallega, y comenzó la inquietud, también en los medios de comunicación, alarmados por las noticias que se iban conociendo y la magnitud de la tragedia. Porque el goteo de fallecidos dejaba a familiares, amigos, ciudadanos , sin respiro. Ni siquiera ese día se conoció la identidad de las víctimas, apenas se supo de su estado, menos aún de los fallecidos, que tardaron días en contabilizarse. 79 vidas se perdieron en aquel accidente sin sentido y 146 heridos aún padecen las secuelas del descarrilamiento.

En Ourense se concentraron numerosas personas en la estación de tren, buscando sin éxito información. Las redes sociales se desbordaban ante el alcance del siniestro y familias ourensanas llamaban sin cesar a los móviles de sus parientes para conocer su paradero. Era inútil, imposible encontrar conocidos, repartidos entre las vías, los vagones siniestrados o en los hospitales.

La circulación por tren se eliminó esa noche entre Ourense y Santiago, y los últimos viajeros del día partieron hacia su destino en autobús. Allí mismo, en el Empalme, dos dotaciones de agentes de la Policía Nacional se aseguraban de informar a los pocos pero confundidos ciudadanos, mientras en el Complexo Hospitalario se formaba una cola de personas que querían donar sangre para los heridos, todavía desconocidos en número. No hacía falta, les dijeron, era tal la avalancha de ciudadanos anónimos esperando para donar en Santiago que las necesidades parecían más que cubiertas.

Hacia la medianoche y conocida ya la magnitud de la catástrofe, la prensa gallega y ourensana cambiaba periódicos e informativos para informar de la tragedia, la Diputación de Ourense mandaba nota oficial con sus condolencias, y el gobierno municipal de la ciudad se ponía a disposición de los familiares de las víctimas.

Comenzaba entonces la suspensión de los actos festivos en toda la Comunidad gallega -incluidas las de Santiago en el barrio de A Ponte-, la desolación se instalaba para siempre en la víspera del Día de Galicia y cuatro familias ourensanas, las de Carolina Besada, Celtia Uxía Cabido, Eva Pérez y Ana Alvarez Carballo se echaban a temblar. No había noticias de su paradero, ni de su estado; habían muerto en el accidente, pero eso se habría al día siguiente, hace exactamente hoy un año.

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