REPORTAJE

Donar una vida así requiere héroes

Juan A. González Núñez, de Chandrexa de Queixa, en Gomuz.
photo_camera Juan A. González Núñez, de Chandrexa de Queixa, en Gomuz.

Hoy, Día del Domund, son 192 los misioneros ourensanos dispersos en el mundo, en una labor desprendida en favor de los desfavorecidos a la que ellos han entregado su vida; son mayores, muchos enfermos; pero no piensan volver

La úlcera de Buruli tiene feo hasta el nombre; la enfermedad que se instala en la piel, corroe tejidos y alcanza los huesos. El impacto a la vista es brutal, zonas en carne viva, músculos y huesos perforados como un queso gruyère. El tratamiento es un proceso largo y penoso, pero en algunos países de África -Benín, Togo, Nigeria, Ghana, Costa de Marfil, Congo, Camerún- un ejercicio titánico; allí, la enfermedad, parecida a la lepra, queda ligada a lo sobrenatural y margina a los enfermos; sobra decir que el acceso a la sanidad para casi todos, una quimera. Al sur de Benín, en Zagnanado, en plena selva, la enfermera misionera Julia Aguiar (Vilar de Barrio, Prado, 1950), franciscana, se enfrenta a la enfermedad con arrojo; trata y regenera los tejidos y se ha convertido en una experta mundial y reconocida por ello. Por la labor en Gbemontin, su clínica, "oficialmente -dice- no somos un hospital y tenemos poco personal diplomado”, donde consulta y opera, le apodan el Ángel, sobre todo los pobres del sur de Benín, para quienes las clínicas de Cotonou son inaccesibles. Por allí pasan más de 300 enfermos al día, con todo tipo de patologías, lo viene haciendo desde 1976 en que inició su entrega. Más allá de la labor sanitaria hay otras misiones, con regularidad recorren los poblados alertando en la prevención, también juegan un papel importante luchando contra las prácticas esclavizantes que afectan, sobre todo, a jovencitas, e implicándose las religiosas en suplir no pocas carencias.



Toda una vida

Al padre Manuel Garrido (Arnuide, 1937) “el año pasado estuvo malito, lo trataron en Madrid”, sostiene Josefa Ledo, de la Delegación Diocesana de Misiones. Ella los conoce a todos. El Padre paúl lleva 50 años en Androy, Madagascar, una zona semidesértica donde la agricultura es un reto mayor que la evangelización, que ha afrontado con el sudor de su frente,levantando escuelas en adobe y paja, y cooperativas agrarias. Hasta allí este sacerdote con un aire a la antigua usanza, larga barba, una visible cruz colgada del pecho y sotana blanca, ha llevado semillas, arados y conocimientos con los que enseñar a roturar la tierra, ”hasta semillas de grelos y maíz”; no sería extraño otear un paisaje vegetal a la ourensana.

A otra enfermera ourensana Carmen Rodríguez Villar, Sierva de María, se le ilumina la cara al ver llegar unos contenedores cargados de material sanitario, camas y mesillas, usados por nuestra sanidad hasta la extenuación, así en Bamenda, al noroeste de Camerún puede perseguir su sueño de asistir a los desfavorecidos, sobre todo la infancia y en especial mujeres, muchas hijas de soltera. Camerún es hoy un territorio hostil, en guerra no declarada oficialmente donde el hombre blanco es mercancía y los secuestros un negocio; a principios de año dos curas italianos y una monja canadiense enferma de cáncer fueron raptados y liberados mes y medio más tarde. Las autoridades prefieren pagar por ello y estar a bien con los países occidentales. Todos los religiosos están amenazados y llevan escolta. Al pontino Luis Cachaldora la misión encomendada que atendía desde Yaoundé se le hizo imposible, ni durmiendo con las autoridades a la puerta. Al final no le quedó otra que ceder. su comunidad lo trasladó a Maroua, al norte, a 38 km de su misión, “una localidad que no parece menos peligrosa”. Los islamistas de Boko Haran amenazan Camerún, donde las fronteras se presentan muy permeables y los misioneros, realidades incómodas.

En Perú, una ourensana menuda, María del Carmen Gómez Calleja, (Ourense, 1950), Sierva de San José, instalada en el Amazonas se negó a firmar un informe oficial que tenía irregularidades contra los Awajun Wampis, la comunidad indígena con la que convive; la defensa numantina que estos hicieron de su territorio en 2009 con Alán García en la presidencia y que causaron numerosos muertos en los denominados “sucesos de Bagua”. La actitud rocosa e impecinada con los suyos, a los que venía formando y asesorando en sus derechos, le supuso años después el Premio Nacional de Derechos Humanos de Perú; no podía ser de otra manera, ella estaba allí con un objetivo, “que las tribus de los Awajun Wampis y todo el mundo amazónico nos enseñen el buen vivir”.

Hoy, precisamente, se celebra el Día del Domund, que recauda fondos para la labor de los misioneros. De origen ourensano son 192, en tiempos superaron los 300, estos son algunos ejemplos, de un ejército desprendido en favor de los desfavorecidos, en los que la evangelización muchas veces queda como telón y al fondo. Son mayores, la regeneración poco halagüeña pero ahí están. Sin hacer ningún ruido.

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