EN CLAVE

Entre Manolito y Mafalda

Cuatro décadas cumple el colectivo empresarial en una provincia que es más de Mafalda que de Manolito. Una provincia donde hasta la soledad se ha vuelto internacional.

LUNES 18. Se les reconocerá por su forma de hablar

S é que he tenido una vida muy plena porque he querido mucho…el amor lo vence todo. Creo que darse a los demás produce muchas satisfacciones y alegría. Y es que no queda nada sin premiar". La autoría de la frase corresponde a Dorinda Ramos, efectivamente, la mujer que nunca olvidó el barallete, como recordaba Maribel Outeiriño el lunes. La viuda de Eduardo Barreiros fue bajando poco a poco la intensidad de su luz vital y se fue para que por detrás los obituarios recordasen retales de la vida, matizados por el respeto que aconseja el óbito. La frase que encabeza este texto hubiese merecido letras capitulares si fuese pronunciada por otras voces más engoladas, desnudas del fuerte acento gallego de Dory. La viuda del empresario Barreiros, tan ensalzado como vituperado, tenía en su casa de El Escorial, como recordaba Maribel, "cuatro paredes con dibujos del artista ourensano Arturo Baltar", que también aprovechó esta semana para irse sin hacer ruido, mudándose a esa casa en la que vive el arte, el que no tiene fecha de caducidad. Esta semana también se fue el modelador del barro, el creador de mil esencias pegadas a esta tierra. Esperó a que se abriese un año más su belén de la Praza de San Cosme para decirnos un ahí os queda, cuidádmelo. Arturo deja el legado de sus creaciones y sus invenciones, también la orfandad de su ausencia. Él y Dory se encontrarán en ese más allá donde se les distinguirá, entre otras cosas, por su acento gallego. 


MARTES 19. Variaciones sobre los empresarios

Aquí hemos preferido ver a los empresarios como Manolito, el de Mafalda. "Todos somos iguales pero algunos arriesgamos un capital", decía el personaje antítesis de la protagonista. Nos sentíamos más cómodos siendo el personaje creado por Quino, la niña hiperreflexiva, incluso sabihonda: "No sé si mi vida está cambiando, pero cada vez hay más cosas que me importan una mierda". El empresario, esa etnia invariablemente representada por un gordo con chaqué, sombrero de copa y un imponente habano en la boca. A veces, incluso a lomos de su empleado, lógicamente esclavizado. "Obreiro parado, patrón colgado", coreaba el megáfono sindical en la reconversión industrial. Las tornas han cambiado, también con la crisis. La gente parece que se tenía que  santiguar al paso de Amancio Ortega, en las facultades se memorizaban las frases de Steve Jobs: "Si tú no trabajas tus sueños, alguien te contratará para que trabajes los suyos". En Ourense fuimos más de Mafalda que de Manolito; muy poco de Ortega, casi nada de Jobs. Pero hemos tenido, y tenemos, gente que ha sido dueña de sus iniciativas, que ha creado su empresa y emplea a los demás. El lunes la Confederación de Empresarios de Ourense (CEO) celebraba sus 40 años de vida y homenajeaba a los presidentes de la entidad desde su creación. Uno de ellos me dijo que esta provincia, única por tantas cosas, era la de los peros: "Qué gran rapaz, qué bien hace tal o cual cosa, pero..." Siga leyendo, verá como hay un sin embargo, le espetó un político a otro cuando usaba un documento en su contra. La CEO cumple 40 años en una provincia llena de pliegues, singular. "Que fermosa terra, pero que carallo de xente", decía Laxeiro sobre Galicia. Felicitaciones a la entidad y ánimo a los empresarios. La sociedad les necesita, pero también a Manolito y a Mafalda, que también se requieren los contrastes.


MIÉRCOLES 20. Hasta el Japón le han puesto nombre

El periódico se hacía eco de que la Fundación San Rosendo alertaba sobre la falta de plazas para personas dependientes. El juez Joaquim Bosch advirtió de que por su trabajo acudía cada vez con más frecuencia a ordenar el levantamiento de cadáveres de personas que llevaban muertos días y sobre los que nadie preguntaba, ni familiares ni amigos. Creemos vivir en una sociedad permanentemente joven y lozana, que es la que deambula por la calle, la que viaja, la que consume, la que opina. El resto de los estratos sociales son invisibles. Los niños, en el parque o en el cole. Los ancianos, en el parque o en la residencia. O a la puerta de urgencias. O dormidos frente a la tele. O a punto de chamuscarse con el brasero. Esta situación es universal y en Japón ya le han puesto nombre: Kodokushi. Vamos, lo que en mi aldea siempre se tradujo como: "morreu solo, como un can, sin que ninguén mirara para el".

JUEVES 21. En espera de los gestos de los clientes

Es el cliente el que paga los salarios, decía Henry Ford. Una forma como otra cualquiera de valerse de la retórica para diluir responsabilidades. En Ourense 20.000 trabajadores se benefician de la subida del salario mínimo. Muchos para depender una nómina que casi es una dádiva (707 euros). Muchos para mirar si entran clientes por la puerta.
 
VIERNES 22. Por un puñado de pesos, no más

En países como México la vida solo le vale al que se la cobra o al que amenaza con hacerlo. La vida en algunas ciudades del país azteca no vale ni para la estadística. Un emigrante de Beariz apareció muerto en el maletero de su coche con un tiro en la sien. Era hostelero, tenía 62 años y mucha ilusión. Un disparo acabó con todos sus planes. Su asesino nada ganó a cambio, si cabe cuatro perras. Qué sarcasmo.  

SÁBADO 23. Un concello víctima de su naufragio

El Concello de Os Blancos apenas supera los 800 habitantes. Tarda una media de 760 días en pagar a sus proveedores y se convierte en el pueblo más moroso de España. Nunca fue noticia por un descollante proyecto, tampoco por una singular iniciativa que le haga dejar atrás ese mal fario de pueblo en liquidación por derribo. Lo último ha sido que la Diputación ha tenido que hacerse cargo de su gestión y servicios. Es como el salvavidas que se le echa desde la borda al náufrago. Una especie de salvación in extremis para ver si se evita lo inevitable. Tendrá que ocurrir lo improbable para que Os Blancos tenga solución. De momento, es un barco con las vías de agua por taponar. 

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