CRÓNICA

El estatus de Ourense como provincia segura se tambalea

13.03.15.CELANOVA.VILANOVA.DOS.INFANTES.O.CRISTAL.FUNERAL.PARROCO.ASESINADO.
photo_camera Funeral del párroco de Vilanova dos Infantes.

Ourense, la provincia que siempre saca pecho en la estadísticas nacionales como lugar apacible por el escaso número de delitos, ha registrado tres asesinatos consumados en menos de cinco meses. Sin olvidar, la extraña desaparición de una vecina de O Couto ¿El estatus de seguridad se tambalea?

Tres muertes violentas en menos de cinco meses es algo a lo que la provincia no está acostumbrada, máxime cuando la media de homicidios de la última década se mueve en una horquilla de uno o dos al año. Desde el pasado mes de diciembre, los asesinatos, la versión más cruel de dar muerte a alguien, han protagonizado la crónica negra ourensana. Todos ellos con móviles muy distintos.
Alexandru Walter Boghiu, de 22 años y vecino de Carballiño, falleció el 20 de diciembre ahogado en las aguas del canal del  río Viñao. Según la tesis de los investigadores, fue arrojado aturdido a consecuencia de los golpes recibidos supuestamente de dos amigos con los que salió de fiesta. Tras una noche de drogas y alcohol, unas palabras ofensivas de índole sexual sobre la hija pequeña de uno de los imputados desencadenaron la agresión en una bodega. Por estos hechos está en prisión Óscar Estévez López, de 25 años, y Eduardo López Fernández, de 36, ambos vecinos de Cameixa (Boborás).


Pero fue otro crimen el que puso a la provincia en el prime time televisivo:  el que le costó la vida al párroco de Vilanova dos Infantes, Adolfo Enríquez Méndez, de 77 años, hallado muerto con golpes en la cabeza el 11 de marzo en el pajar de la casa parroquial. El móvil, a priori, fue el robo, ya que la casa apareció toda revuelta y faltaba la pequeña talla de la Virxe do Cristal, del siglo XVII. En este caso aún no hay detenidos, pero las investigaciones de la Guardia Civil prosiguen. El subdelegado del Gobierno, Roberto Castro, está convencido de que el caso se resolverá. "La resolución de un homicidio requiere tiempo, en menos de medio año no lo resuelves -puntualiza- porque hay que depurar mucho trabajo; es como un puzzle tremendo en el que hay que encajar muchas piezas".


La muerte de Isabel Fuentes, asesinada por un esposo con rasgos celópatas cuando estaba convaleciente en el Complexo Hospitalario de Ourense, ha escrito otro capítulo del serial de acontecimientos luctuosos que han conmocionado a la opinión pública autóctona y foránea. Aniceto Rodríguez Caneiro (77 años) está en prisión provisional por estos hechos, en el módulo de presos del Santa María Nai.
Sin olvidar el caso de la vecina de O Couto, Socorro Pérez (43 años), quien el pasado día 2 de mayo salió a hacer deporte y no regresó al casa, descolocando no sólo a su entorno sino también a las fuerzas de seguridad. La Policía Nacional tiene abiertas varias vías de investigación, incluida una posible muerte violenta.
Castro atribuye la oleada homicida a "una fatalidad" más que a una "tendencia". "Todos los casos suponen desgracias tremendas, que nos duelen y preocupan, pero fruto de circunstancias puntuales no de una tendencia al alza", enfatiza, al tiempo que añade que "no hay conexión entre esos hechos".


Esta opinión también la comparte Miguel Ruiz, el fiscal que pidió la prisión para los supuestos homicidas de Boborás en diciembre, supervisa la investigación de Vilanova y calificará el mediático crimen de Santoalla (la muerte a tiros del holandés Martin Verfondern). "Ourense es una provincia que no presenta problema de seguridad, y todo las muertes violentas ocurridas de un tiempo a esta parte obedecen a hechos puntuales y aislados, cuya autoría responde a perfiles muy distintos", explica. De hecho, los detenidos por estos graves hechos, aclara, son delincuentes primarios, sin antecedentes.


Responsables policiales de la provincia echan mano de la estadística de los últimos dos años para recordar que Ourense fue territorio seguro. En 2013, según los datos del Ministerio del Interior,se contabilizaron 28,4 infracciones (delitos y faltas) por 1.000 habitantes mientras que en 2014 bajaron a 25,4, dato que contrasta con la media nacional, que se sitúa en 44,8 , lo que indica que en Ourense se cometen casi 20 delitos menos por cada 1.000 habitantes que en el resto de España.


La tendencia en el primer trimestre de 2015 sólo en el  conjunto de delitos y faltas es positiva, con un descenso del 6% con respecto al mismo periodo del año pasado. Sin embargo, en esos tres meses aumentaron los homicidios, los robos con fuerza e intimidación  y las sustracciones con fuerza en domicilios, precisamente las tres modalidades delictivas más graves del balance. La buena racha, al menos, se cuestiona.

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