SOCIEDAD

La externalización de la ONCE pone en duda su labor social en Ourense

Trabajadores alertan del aumento de "contratos júnior" y de la competencia de la propia empresa 

El escenario ha cambiado radicalmente en el interior de la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE). Después de años sin conflictos laborales, en los últimos tiempos la situación alimentada por la creciente precarización de los trabajadores amenaza con acabar derivando en una explosión de protestas en cualquier momento. El carácter social que caracterizó a esta entidad desde su fundación parece que cae poco a poco en el olvido. El más de medio centenar de trabajadores que esta compañía tiene en la provincia de Ourense lo corrobora. Sobre ellos, la competencia que la propia compañía ejerce mediante la distribución de sus productos en canales físicos complementarios.

La entidad distribuye gran parte de sus productos en estancos o las propias oficinas de Correos, lo que genera notables problemas entre sus empleados, que tienen que hacer frente a una labor cada vez más complicada, combinada con la proliferación de contratos júnior con bajos salarios y objetivos "desorbitados".

"A empresa creouse para dar traballo a persoas con discapacidade e agora está indo en contra dos seus propios principios", destaca Víctor Gómez, que coincide con las quejas a nivel nacional en cuanto a la falta de ética a la hora de distribuir sus productos por otro tipo de canales. Uno de los trabajadores que desempeña su labor en el centro de la ciudad confirmaba a este periódico "que se está perdendo a esencia da entidade" con la externalización de sus productos y su venta en estancos, gasolineras u oficinas de Correos. "Esta institución naceu sen ánimo de lucro e agora parece que serve para paliar as perdas de Correos", dice Gómez.

La entidad cuenta con una serie de beneficios, como es la ocupación de la vía pública con sus puntos de venta, situados en enclaves privilegiados en muchos casos.

DOBLE ESCALA SALARIAL

La doble escala salarial es uno de los problemas más manidos. Los trabajadores con "contratos júnior" a duras penas alcanzan los 800 euros y sus objetivos exigen facturaciones superiores a los 4.000 euros. "Morreu Franco pero quedou a ONCE", señala Víctor Gómez, representante sindical de Comisións Obreiras en la empresa y que, además, pone de relieve la "persecución" que sufren "os que nos atrevemos a alzar a voz". Según él, "aquí o que se move non sae na foto". A eso achaca el presunto silencio entre los trabajadores, que consultados por este periódico, reconocen problemas y condiciones laborales no muy acordes a los que se presume en una entidad que hace gala de responsabilidad social.

Algunos empleados en ruta que trabajan por el rural tienen que hacer frente a viajes kilométricas sin recibir compensaciones. "A situación neses casos é sangrante; teñen que pagar os seus propios gastos de gasoil, desgaste do coche, mantemento... E hai que xerar comisións, porque se non se xeran en vez de gañar diñeiro estano perdendo", critica el representante sindical, que asegura haber llegado a realizar 140 kilómetros de ruta.

EL CAMBIO DE 2015

Los empleados sitúan en 2015 el cambio más radical. "Sentimos que xa nin se respecta aos cegos ou persoas discapacitadas", señala Gómez. Las presiones son "tremendas", dice, con profesionales que están bajo la modalidad júnior "durante máis de tres anos", mientras que la entidad se remite al cumplimiento del convenio.

Con casi 30 años de servicio, un trabajador de la ciudad señala que "teñen moita memoria selectiva"· y que en cuanto se rebaja durante un mes el umbral de facturación que les imponen "olvidan todo o que levas feito por eles durante anos atrás e xa chaman a atención". 

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