EMPLEO

La fragilidad laboral lastra los signos de mejora tras una década de crisis

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photo_camera Cola en la oficina del paro del jardín de O Posío, en la ciudad.

La tasa de paro triplica la de 2007, con 30.000 personas menos trabajando, mientras remontan recaudación, turismo o exportaciones 

Diez años después del estallido de la crisis que puso patas arriba el planeta, sus efectos han supuesto también muchos cambios en la provincia de Ourense. Las proclamas esta semana desde la Comisión Europea, dando por superada la crisis, se sostienen aquí en ciertos indicadores, que evolucionan positivamente, pero no en otros, especialmente los laborales, que pese a las mejoras de los últimos meses todavía están muy lejos de la época de bonanza.

Según la Encuesta de Población Activa, la última tasa de paro, de un 16,5%, casi triplica la que había en 2007, un dato agravado por la disminución de la población activa, que provoca que en estos momentos haya casi 30.000 personas menos ocupadas que hace 10 años, mientras que los ciudadanos en edad de trabajar han caído en 17.000, estando ya por debajo de los 130.000. Preocupantes son también los datos de parados de larga duración, casi la mitad del total.

El peso de los sectores productivos en la economía provincial también ha mudado sustancialmente. La explosión de la burbuja inmobiliaria ha supuesto que, en estos momentos, el porcentaje de empleados en el sector de la construcción no llegue al 7%. Algo similar ha pasado en la industria, así como en la agricultura, que sí ofrece síntomas de recuperación tras caer por debajo del 4% –llegó a estar en el 11–.

Todo esto ha desembocado en que el sector servicios, que ya absorbía la mayor parte de empleos antes de la crisis, haya reforzado su rol como motor. En estos momentos, siete de cada diez puestos de trabajo los generan profesiones como, por ejemplo, las relacionadas con la hostelería o el turismo.

La temporalidad también se ha convertido en una seña de identidad del mercado de trabajo. De mantenerse el promedio del actual ejercicio, se rozarán los 80.000 contratos firmados, mientras que en 2007 fueron 68.297.

A nivel salarial, los ourensanos siguen soportando los sueldos medios más bajos de Galicia, manteniéndose en unos 16.500 euros.

DEMOGRAFÍA

Parte del problema de la situación laboral se relaciona también con la demografía. En diez años, la provincia se ha dejado casi el 7% de su población, pasando de más de 333.000 a poco más de 311.000 habitantes, con una edad media ya superior a 50 años (solo Zamora la supera en España), circunstancias que han mantenido prácticamente intacto el número de pensionistas -en el entorno de los 109.000-, pero cuyo coste para las arcas públicas se ha disparado ya por encima de los 1.000 millones anuales, un 30% más que hace una década. La pensión media ha pasado de 525 a 669 euros, continuando entre las más bajas del Estado.

Mientras los pensionistas se mantuvieron, los afiliados a la Seguridad Social se desplomaron en los años más duros de la crisis, aunque en los últimos ejercicios la situación parece estar remontando, superando de nuevo la barrera de los 100.000.

No ayuda a mejorar esto la caída de la población joven y extranjera. Aunque el saldo migratorio comienza a recuperarse, son ya cuatro años seguidos en los que dejan la provincia más personas de las que deciden instalarse, cuando hasta 2010 el saldo positivo era de casi 2.000.

Algunas de las principales magnitudes macroeconómicas sí parecen dar buenas noticias. Están en esta lista, por ejemplo, las exportaciones, que en los últimos dos ejercicios han obtenido cifras de récord, facturándose cerca de 800 millones de euros.

CONSUMO

El consumo también parece haberse reactivado, a tenor de la recaudación del IVA, que empuja los ingresos tributarios del Estado en la provincia (419 millones en 2016), cifras ya muy similares a las que se registraban antes de la crisis. Ha tenido mucho que ver en esto la confirmación como destino turístico, volviendo a superar los 300.000 visitantes que se alcanzaban en la década anterior.

Tratan de recomponerse, por su parte, dos de los sectores más afectados por el tsunami económico, el de la construcción y el bancario. En el caso del primero, se ha notado una cierta reactivación en el mercado, con un incremento en la venta de viviendas. No obstante, lejos quedan los últimos años de la década pasada, cuando se firmaban más del triple de hipotecas que en la actualidad, con importes que sumaban más de 640 millones. Ahora, apenas llegan a los 120.

Por lo que respecta al sector bancario, la provincia ha visto como su reestructuración dejaba a uno de cada cuatro concellos sin oficina. Las 360 sucursales que se repartían por la provincia en 2009 se han quedado en poco más de 200, motivados por las fusiones de entidades o criterios demográficos. 

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