MIGRACIÓN

“Fui para tres años... y me quedé 30”

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En la provincia de Ourense confluyen dos emigraciones, la que protagonizaron los ourensanos de los 60 y 70, y la inmigración que ha llegado en los últimos años procedente de Gambia, Senegal o Venezuela.

Los tiempos cambian y también las gentes, pero entre la emigración que vivieron nuestros padres o abuelos y que la provincia exportó en los 50, 60 y 70, y la que en los últimos años está recibiendo Ourense hay más parecidos que diferencias. Hay, sin embargo, una clara, mientras los ourensanos que se iban al exterior, pensaban siempre en volver, los inmigrantes tienen claro que su deseo es quedarse.

Milagros Viéitez Méndez, de 63 años y natural de Alongos, se fue a Alemania con 13 años,"con mis padres". Volvió a Ourense y se casó, "pero como aquí el trabajo escaseaba, primero se fue mi marido y después yo". Eran los años 80 y estuvo en Suiza hasta el 2009. Su marido fue ya con contrato,"que incluso te buscaban casa"; eso sí, cuando le tocó a ella ir, "lo primero que me exigieron fue que contratara un seguro,porque allí no hay Seguridad Social, y después tener un trabajo y una residencia; allí no quieren mendigos", explica. Su idea cuando se fue era "ganar lo suficiente para una casa, pero pensé que me iba a llevar cuatro años y me llevó 30".

Yousupha Diop, de 51 años, es natural de Senegal y llegó en noviembre de 2006 a Ourense, "contratado por una empresa de parqués y tarimas flotantes que me contactó en Senegal". El contrato era hasta fin de obra y renovable, y de contrato en contrato estuvo "hasta que llegó la crisis". Diop se vio con varios problemas para volver a trabajar: "Primero fue una empresa de Celanova de construcción pero no tenía carné de conducir, tenía que ir en autobús". Tras esa experiencia se decidió a sacar el carné, "en 2009" y siguió alternando estancias en el paro con contratos puntuales.

En junio del 2013 se trasladó a Francia hasta que regresó hace unos meses a Ourense "para renovar la tarjeta, porque con 10 años de estancia tengo derecho a pedir la nacionalidad española". Reconoce que su idea, "teniendo mujer e hijos en Senegal, es poder traerlos aquí porque tendrán más oportunidades". A su mujer sólo la ha visto tres veces desde 2006, en 2008,2009 y 2011.

Para Liseth Rísquez, de 44 años y natural de Venezuela,el idioma no fue problema, pero sí la convalidación de estudios, "sólo tengo el Bachiller homologado " y los años, "aquí, a partir de determinada edad...". Llegó en 2007 con su marido y sus tres hijos, "por razones de trabajo". En la actualidad, tanto su marido -que montó un negocio de textil que tuvo que cerrar con la crisis- como ella han encontrado empleo en el sector de "ayuda a domicilio". Eso sí, tiene claro que "si puedes trabajar en lo que has estudiado,mejor, pero si no, tienes que adaptarte".

Manuel Docabo, de 68 años, se marchó a Metz (Francia) en los 60. "La gente piensa que la emigración era fácil, pero yo trabajaba al principio en la construcción y había ocasiones en que me sangraban los dedos y había que ponerles esparadrapo para terminar la jornada de trabajo; no fue tan fácil como la gente piensa". Tenía 18 años y ya iba con experiencia; antes había participado en Ourense en la edificación del Pabellón de Deportes y la Residencia Sanitaria.  "Yo me fui porque éramos cuatro hermanos y no llegaba para todos", explica.

En patera llegó en 2006, procedente de Gambia, John Moah, que recaló en Gran Canaria. Tenía 16 años y permaneció en un centro de menores hasta los 18. Alguien le habló de Galicia y aterrizó en Ourense, donde lleva trabajando desde 2010. "Ahora lo hago en una panadería en Melias y estoy a la espera de conseguir que mi hijo pueda venir aquí", señala. Su intención es que la familia viva finalmente en Ourense, donde ya consiguió traer a su mujer hace un par de años. Ahora "cuento con el apoyo de la Subdelegación del Gobierno para tramitar lo de mi hijo, pero todo son problemas". Como el idioma, aunque apunta que "en Canarias nos enseñaron y hay que hacer por aprender para tener más oportunidades".

Precisamente el idioma fue el mayor problema con el que se encontró Carmen Pazos, que se fue a Alemania en el 64. Aunque matiza que "los alemanes son una gente que te ayuda y facilita las cosas". Estuvo "hasta que llegaron los niños; entonces decidí volver", aunque reconoce que ahora "me lo pensaría".

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