La Fundación Penzol guarda fotos y textos de Blanco Amor

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photo_camera David Vergara (centro), con el presidente de Galaxia, Antón Vidal, y el director de la Fundación Penzol, Francisco Do- mínguez. En la otra foto inferior, las fotos donadas y algunos documentos.

El argentino David Vergara, que lo conoció de niño, depositó en Vigo sus recuerdos del ourensano 

“¿Dónde se guardan las anécdotas?” David Vergara formuló esta pregunta en el momento en que hizo entrega a la Fundación Penzol de Vigo, esta semana, de una serie de fotografías que Eduardo Blanco Amor le realizó siendo niño, así como de un poema hológrafo que el autor ourensano le dedicó a su madre, Dalila Saslavsky, con quien tenía una gran amistad. La escena ocurría en presencia del director de la Penzol, Francisco Domínguez, y del presidente de Galaxia, Antón Vidal.

Era la primera vez que David Vergara (Buenos Aires, 1 de mayo de 1938) pisaba Galicia y lo hacía con el solo propósito de donar esta valiosa documentación. Residente a lo largo de su vida en distintos países y ahora asentado en la capital francesa, París, guarda numerosos recuerdos e historias familiares que enlazan con la memoria del exilio español. Su madre, Dalila, fue una mujer destacada en su época, de una familia burguesa de procedencia judía que se movía en los mejores ambientes intelectuales de la época. Su relación con Blanco Amor ya se recogía en un libro de Antonio Pérez Prado que acaba de ser reeditado en castellano por el sello americano de Galaxia, Mar Maior. Ahora, los documentos que lo certifican estarán al servicio de los investigadores en Vigo.

“Son imágenes y textos que tengo escaneados en el ordenador y los puedo ver cuando quiera. Los originales iban a quedar en el cajón, porque ninguna de mis hijas lo conoció ni saben quién era. Por eso, mi idea era buscar cómo prolongar la vida a estos objetos”, comenta Vergara. “Por lo que vi esta mañana, me parece que es un buen lugar para que prolonguen su vida; en un cajón o a la vista de alguien, pero que sigan vivas”. Blanco Amor le fotografió cuando tenía un año. “De ese momento no me acuerdo para nada (ríe), pero frecuentó mucho mi casa cuando tenía yo entre seis y doce años”. “No sé cuál era el origen de la relación de mi madre con los republicanos, porque coincide con mi nacimiento. Creo que los primeros con los que tuvo relación fue con el cuarteto Aguilar, en 1937. A través de ellos conoció a Rafael Alberti”.

Para muchos, Dalila fue una “mecenas alimenticia” y facilitadora de llegadas al país, ya que su padre era amigo del ministro de Interior. Blanco Amor no se encontraba en ninguno de estos dos grupos. “Venía a comer a casa porque le gustaba, no por hambre”.

Solo ahora, David Vergara ha descubierto la dimensión que este autor tiene en Galicia. “Siempre supe que Rafael Alberti era un gran poeta. En cambio, de Blanco Amor, mamá estaba muy contenta de que le hubiese dedicado un poema pero nunca se habló particularmente en casa de él como escritor. Era más un amigo y un fotógrafo”, explica, mientras contempla, sorprendido, en un escaparate, un anuncio de la película “A Esmorga”, de Ignacio Vilar. “Me llama la atención que siga teniendo tanto éxito”. 

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