REPORTAJE

“He impartido clases a una gran parte del
 Gobierno kuwaití"

photo_camera María del Carmen Rodríguez Taboada, ayer en Ourense (MIGUEL ÁNGEL)

La ourensana María del Carmen Rodríguez Taboada ha recibido la Cruz de Isabel la Católica del gobierno por la labor desarrollada en distintos ámbitos durante los 18 años que residió en Kuwait

El mes de junio será uno de esos meses que perdurarán para siempre de manera especial en el calendario personal de la ourensana María del Carmen Rodríguez. El día 24 de ese mes recibió la noticia de haber sido distinguida con la Cruz de la Orden de Isabel la Católica que, le será impuesta probablemente en el mes de septiembre: "Ese momento creo que será muy emocionante", señala.

El gobierno español concede este galardón para "premiar aquellos comportamientos extraordinarios de carácter civil, realizados por personas españolas y extranjeras, que redunden en beneficio de la Nación o que contribuyan, de modo relevante, a favorecer las relaciones de amistad y cooperación de la Nación Española con el resto de la Comunidad Internacional".

María del Carmen Rodríguez Taboada, quien ha residido los últimos 18 años en Kuwait, asegura que "esta cruz es para mí un orgullo grandísimo. Lo pidió el embajador de España en Kuwait, Ángel Losada. Nunca me imaginé algo así. Haces las cosas porque te gustan, no le das valor, yo estaba encantada, me salían del corazón. Y además debe ser una de las primeras distinciones que firma el rey Felipe VI". Esta ourensana que pensó pasar sólo dos años en Kuwait, y que ha sentido una gran pena a la hora de comprar el billete de vuelta a Irlanda, "porque las mudanzas son muy difíciles y costosas emocional y físicamente", residirá ahora con su marido, Kristopher David Simpson, en Irlanda.

María del Carmen Rodríguez Taboada fue una mujer muy activa en la vida de la comunidad de Kuwait.

Atendía a la gente joven que llegaba allí, siempre que la embajada se lo solicitaba, presidió durante muchos años una asociación de mujeres españolas, sudamericanas y kuwaitís, y además creó un departamento de español, que ya tenía más de 200 alumnos.

"Dábamos literatura española y teníamos 42 nacionalidades distintas, era un colegio de más de 2000 alumnos, muy británico, y estuve muy contenta. He impartido clases a una gran parte del gobierno kuwaití, a los jeques y a sus hijos, con los que mantenemos una gran amistad".



Internacional

La singladura internacional de esta mujer comenzó hacia finales de los años sesenta, aunque entonces no podía ni imaginar lo larga que sería, ni las más de nueve mudanzas que se vería obligada a llevar a cabo. "Mi padre era radiólogo, introdujo la penicilina en Galicia y mi madre era farmacéutica. Estudié siempre en el colegio de las Carmelitas y luego fuí a Madrid a hacer filología inglesa. Obtuve dos becas, una para Colorado, Estados Unidos, y otra, para Inglaterra, British Council. Allí conocí a mi marido". Recuerda que, aunque en aquellos años prácticamente todo el mundo estudiaba francés,"incluyendo mis hermanos, fue mi padre quién me dijo que ese idioma no tendría mucho futuro, y que era mejor que hiciera filología inglesa. En aquella época, sobre finales de los sesenta, sólo éramos 49 alumnos.

No se ha olvidado del primer viaje en solitario. "Era enero y salí desde Vigo en barco, no sé porqué mis padres me mandaron en barco. Fue un viaje horroroso, me mareé y cuando llegué a Southampton, no había nadie y tuve que tomar un tren a la estación Victoria, con un inglés muy pobre. Llegué como pude al colegio, y allí supe que no habían recibido el telegrama avisando de mi llegada. Esa fue mi mayor dificultad de aquel viaje. Si lo pienso, hoy tal vez no me atrevería a hacerlo, era más inocente entonces". Aunque la morriña no ancló fijamente en ella, a pesar de que echaba de menos a la familia y amigos, "como veníamos mucho a Galicia, varias veces al año, se llevaba bien", sí asegura que "de haberme imaginado entonces que iba a estar siempre viajando y cambiando de casa, hasta nueve veces, creo que me hubiese echado para atrás".

No se arrepiente de nada de lo hecho, aunque tal vez sí de lo inacabado, "me hubiera gustado terminar mi doctorado". Cuando lo comenzó, conoció a quién es hoy su marido, y "mi padre que era muy tradicional, dejó claro que yo no iba a estar sola en Inglaterra, teniendo novio. Así que nos casamos y me fui para allí".

La opción de haberse asentado en España no fue ni contemplada, "Kris no sabía castellano y no creíamos que tuviera aquí mucho futuro", asegura esta mujer llena de vitalidad y ganas de seguir. "Ahora, entre otras cosas, voy a estudiar derecho internacional. María del Carmen y su marido Kris, por motivos laborales de este último, han recorrido parte de Europa: Budapest, Londres, Kiev, Moscú y en Asia, Arabia Saudí y finalmente, Kuwait.



Comienzos

Aunque asegura que al principio, cuando ambos se conocieron, "todo fue bastante difícil. Hasta que mis tres hijos no fueron al colegio no me sentí integrada totalmente", en cambio su llegada a Kuwait le resultó fácil, "me dieron todas las facilidades". Se define como "una mujer positiva. He tenido mucha suerte en la vida." Nunca tuvo ningún miedo en Kuwait, aunque con la segunda invasión tuvieron que abandonar el país, "sólo había que tener precaución". Alaba la amabilidad de los que han sido sus vecinos y son sus amigos, "en Kuwait los extranjeros no viven en condominios, sino donde quieren, no es como en Arabia Saudí. Existen algunas normas, como no mostrar hombros ni rodillas, y luego hay unas severas reglas de moralidad, que serían el equivalente a lo que sucedía aquí en los años 50".

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