Señalan que los disparos fueron al aire y no hacia a ellos tal como habían declarado en el juzgado. El resto de familiares corroboraron esa versión, pero el guardia jurado implica a Diego Gabarri y a sus hijos
Eduardo Montoya y su hijo Francisco, los dos heridos en el tiroteo ocurrido en el CHUO en la noche del 15 de mayo de 2016, tienen claro que el tiempo juega a favor del olvido y que la mediación de los patriarcas lo resetea todo. En la vista pública desarrollada ayer en la Audiencia de Ourense, precisaron que ellos, los Montoya, están en la misma frecuencia que los seis Gabarris acusados de querer matarlos. Tanto ellos como los parientes cercanos que se encontraban esa noche allí, corroboraron a pie juntillas la versión ofrecida el lunes por Antonio Gabarri, sus hijos Daniel y Moisés, así como la de su tío Diego Gabarri y sus vástagos Rubén y Miqueas. Solo Antonio y su hijo Moisés dispararon "al aire" y con efecto disuasorio al ver a los Montoya. Y ni Diego ni sus hijos detonaron armas.
Todos ellos dejaron constancia que la relación entre ambas familias es buena. Hace dos años, había "roces" de los que ya nadie se acuerda. Carmela y Jesús, los hijos de Antonio y Francisco, respectivamente, se habían fugado sin atender a las obligaciones del compromiso gitano. El supuesto desagravio cayó peor en la casa Gabarri. Antonio estuvo más de dos años sin hablar "a la niña". El parto de la mujer de Moisés y la falsa alarma de Carmela (también estaba embarazada) los reunió a todos de nuevo en mayo de 2016.
La fiscal recordó ayer a las víctimas del tiroteo, en varias ocasiones, que en su día incriminaron a sus parientes. Pero ni Eduardo ni Francisco se apearon de la buena sintonía. Entonces, los nervios, según explicaron, les traicionaron. Jesús, Victoria, Débora, Ángeles, Pablo e Isaac,familiares directos de los perjudicados, también apoyaron su versión.
Las dos víctimas reconocieron que los acusados ya han pagado la cantidad demandada por Fiscalía -que todos los imputados indemnicen de forma solidaria a las víctimas en 1.500 euros para cada una de ellas por las lesiones sufridas- en concepto de responsabilidad civil, por lo que se sienten "resarcidos" y "no tienen nada que reclamar".
El testimonio que apoya la versión de la acusación pública lo aportó el vigilante de seguridad. También hubo dos vecinas que escucharon los tiros pero no vieron a los protagonistas. Uno, desde un altura de unos 25 metros, vio a un hombre encañonar al guarda jurado y el maletero lleno de armas.
El vigilante de seguridad puntualizó ante la sala que tanto él como su compañero de turno vieron un coche con tres individuos que poseían armas de fuego y uno de ellos, encima del capó, "disparando hacia la puerta del CHUO". En este sentido, confirmó que estas tres personas (Antonio y sus hijos) huyeron una vez que él y su compañero se acercaron para después afirmar que no vio ningún forcejeo por parte de alguno de ellos para evitar que otro abriera fuego (el relato de los encausados y víctimas). Después de que estos tres primeros acusados se fueran, escuchó más disparos. Así, se acercó al vehículo desde el que salía el ruido, donde, según puntualizó, estaban tres personas con armas (Diego y sus hijos) y una de ellas lo encañonó y le dirigió: "Si no te apartas, te parto por la mitad". Cree que estos tres iban a "rematar la acción" que no habían podido completar los primeros.
Anuncian que denunciarán al vigilante jurado
Luciano Prado, el letrado que representa a Diego y a sus hijos, anunció medidas legales contra el vigilante de seguridad porque, según dijo, "miente". "Lo hizo ahora y en la fase de instrucción", aseguró. La versión de que evitó que los dos heridos salieran para fuera para enfrentarse a sus contrincantes "es totalmente falsa". Y añade que ningún testigo acredita que hubiera disparos desde el Focus de sus clientes. "En una causa penal de este calibre, en la que el fiscal pide condenas de prisión que superan la década, no se puede permitir a este individuo que falte a la verdad", aseguró a la salida de la segunda sesión del juicio.
