REPORTAJE

Historias de un médico rural

MACEDA 18/07/2018.- Colección de piezas para el museo del Médico Rural, proyecto de José Manuel Lage. José Manuel Lage. José Paz
photo_camera José Manuel Lage, con fonendoscopio y lámpara.

Tras años de búsqueda, José Manuel Lage aguarda la apertura de un “museo” con instrumental, equipos, biblioteca y documentos que muestran la vida de un médico rural. Será en Maceda, donde ejerció durante 40 años. 

En Maceda el silencio es histórico, pétreo, como el empedrado de las calles que, al paso de los coches, se rompe y resuena a claqueteo. Con un "clic-clac" onomatopéyico, imita José Manuel Lage al sonido de la grapadora con la que de médico trazó infinidad de líneas de sutura sobre la piel del paciente.

En Maceda a los hijos predilectos se les distingue. El cardenal Quiroga, Xoán de Nóvoa, Francisco Nóvoa, así lo refleja la fachada del ayuntamiento. A José Manuel Lage le espera su museo.

El día que se licenció le regalaron un fórceps, aparato metálico de puntas redondeadas y forma de tenaza que exige destreza. Figura en la sección de ginecología, justo encima de la regla de pelvimetría, una especie de tijera de brazos arqueados para medir el tamaño de la pelvis de las embarazadas, una inutilidad científica, reconoce. Allí también un surtido de espéculos para abrir las intimidades. En la misma vitrina, a ras de suelo, "la vida y la muerte", con un semioculto y minúsculo feto y una plateada caja de autopsias; una buena metáfora.


Antes, ahora


MACEDA 18/07/2018.- Colección de piezas para el museo del Médico Rural, proyecto de José Manuel Lage. Material del practicante. José PazCuando Lage comenzó a ejercer en Maceda, en la localidad había 6.000 habitantes, hoy, según cuenta, 3.000. Aún recuerda aventurarse a localidades como Teixeira, de noche, aferrado a la luz de un candil, en sus inicios; "Hoy hay hierba artificial en el campo de fútbol, centro de día, centro social, piscinas", dice, "no hay que ser pesimista", dice; le doy la razón, pero la demografía, a la vista está, nos ha hecho a todos un roto al futuro.

"Cada día tienes una idea", dice mirando ahora hacia la parte inferior de la vitrina. Hay jeringas metálicas, de vídrio y desechables; en la parte de abajo -dice- quedarían bien unos infiernillos. "Qué llevaba un médico dentro del maletín, un fonendo, un aparato para medir la tensión, para mirar el azúcar, una lamparilla", dice mostrándome uno. Hay una vitrina llena. El número de piezas es infinito. Todo un paseo por la historia del galeno. En total, material de más de ocho consultas médicas, entre ellas las de Manuel Pascual y Manuel Blanco, sus predecesores. Llamativo, el primer aparato de rayos portátil, Siemens, de 1930. Un ecógrafo de los 90, diseñado para su consulta; el electrocardiograma original de José Quiroga quien fuera presidente de la Xunta; la botica del macedano Juan Vidal, que custodia con pasión. Lo más "tétrico", la sala de exploración con una mesa camilla en frío vídrio y metal, que asusta.

Curiosidades: las igualas, documento entre paciente y médico que garantizaba el pago en especies, lo muestra como quien custodia un tesoro. A lo largo de su vida, Lage asistió a tres partos, "la residencia ya existía, se derivaban". Al salir, uno mira al fórceps, de reojo, a la mesa camilla; y respira. 

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