EN VERANO

La hora de no hacer nada

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photo_camera Ilustración de Íñigo Navarro.

En Ourense, hay comida rica, el mejor vino y cientos de piscinas: no se me ocurre mejor paraíso terrenal

Todos deberíamos estar a todas horas flotando en el agua. Se trata de un asunto biológico. Cualquier otra cosa nos sienta fatal. Madrugar por la mañana nos deja la misma cara que morder con fuerza una chincheta, una práctica que, por otra parte, no conduce a nada, salvo que vayas a emplear el agujero para engarzar las llaves del coche. Y esas ojeras, que son anticipo de una muerte lenta y dolorosa, no pueden ser sanas. En cambio, esos cuerpos bronceados y relajados son sinónimo de buena salud y prosperidad. Por lo tanto, como decían los viejos filósofos griegos, trabajar acorta la vida. No decían "trabajar acorta la vida", sino "por lo tanto". No hay la menor duda de este hecho científico. Estoy esperando a que el ministerio de Salud comience a empapelar las oficinas con fotografías de trabajadores exhaustos y cadavéricos bajo la leyenda “Trabajar mata”.

El cuerpo tiene dos posiciones elementales. La vertical y la horizontal. La vertical es peligrosísima, porque convierte al ser humano en un blanco fácil ante cualquier eventualidad. La mayor parte de las personas que mueren de pie estaban previamente en vertical, según datos del autor. En cambio, la horizontalidad proporciona al cuerpo la estabilidad necesaria para vivir. En algún punto equivocado de la evolución el hombre se levantó y comenzó a andar, en lugar de seguir tumbado en la hamaca, sorbiendo cansadamente la pajita de un daiquiri, y llamando a tele-búfalo para cenar, las noches en que había campeonato de lanzamiento de piedras. Aún estamos pagando esa imprudencia de nuestros ancestros.

También Adán y Eva contribuyeron lo suyo a estropear este maravilloso páramo de esfuerzo y convertirlo en un doloroso valle de lágrimas. Fueron condenados a trabajar. Pero precisamente, por todas estas razones históricas, hoy tenemos más que nunca la necesidad de dedicar tiempo al descanso, rompiendo así la brutal tendencia al trabajo que asola a toda España.

De todas las épocas del año, ninguna invita tanto al veraneo como el verano, por razones puramente lingüísticas. El verano es época florida y aromática, los pájaros más coloridos cantan, y todas las muchachitas guapas se echan a la calle, sembrándolo todo de salero, amores, y buenas canciones. Al paso de estas bellas mujeres, algunos hombres experimentan increíbles propiedades giratorias en sus pescuezos, algo que hasta ahora se creía reservado al extrañísimo mundo de las tórtolas, que son capaces de picotearse la espalda con inusitada naturalidad.

En estas fechas, la pasión que nos produce el agua está directamente relacionada con la aversión que nos causa tarde o temprano el calor. La subida de las temperaturas es uno de tantos indicadores de que estos meses no están pensados para trabajar si no para ir a la playa, del mismo modo que los meses invernales tampoco están diseñados para ir al trabajo, sino para quedarse en casa junto a la chimenea, la mantita de cuadros y esas gruesas novelas policíacas que uno lee sin prestarle más atención que al chasquido de las brasas.

Por suerte, quienes estamos en Ourense tenemos todo lo necesario para sumergirnos felizmente en el relajante y sugerente universo de las vacaciones. Tenemos comida rica, el mejor vino, cientos de piscinas, y fiestas a todas horas en cualquier lugar de la provincia. No se me ocurre un paraíso mejor.

Ante esta inmensa oferta de ocio y solaz, solo nos resta insistir una vez más en la importancia de reservar un tiempo estos días para entregarse al noble arte de no hacer nada. Nada de nada. Nada en absoluto. Hay personas que no son capaces de disfrutar de la inacción. No es mi caso. Soy bañista pacífico y flotante. Respeto a los nadadores profesionalrd que han de recorrer las calles en busca de su marca olímpica. Pero mi vínculo con el agua de las piscinas es meramente flotante y ajeno a toda violencia física. Quiero decir que en la piscina soy capaz de no hacer nada de nada. Lo dicho, nada en absoluto. Salvo flotar, que por otra parte es un asunto del que ya se encarga por sus propios medios la ley de la gravedad, los fluidos y sus densidades, y Newton, o Einstein, o alguno de estos intelectuales de renombre.

Esa debería ser nuestra gran conquista para este verano. Ya sea entre playas fluviales o marineras, sea en el monte o en la piscina, sea donde sea, debemos respetar estos tiempos que, con tanta insistencia, nos pide la sabiduría de nuestro cuerpo, para beneficio también de nuestras almas.

Esa y no otra es la gran función social del veraneante, cuya reputación queda, en un día como hoy, restituida de una vez por todas y para la posteridad. El veraneante no es otra cosa que el profesional de las vacaciones. El hombre que, consciente y líbremente, dice sí a no hacer nada, nada de nada, nada en absoluto, salvo matarse a selfies en todos los rincones pintorescos de nuestros veranos y hacer cola en los chiringuitos esperando su platito de gambas, y lanzarse en kayak por un lugar por el que jamás se arrojaría si no estuviera montado en ese chisme.

Particularmente, si puedo elegir, en ese bonito cuadro estival, yo soy el de la tumbona que ve cómo caen por la cascada todos los de las vacaciones de aventura, pero admito que en la descarga de adrenalina consiste también el veraneo moderno. También hay gente que descarga energía golpeando un saco.

A la hora en que firmo estas líneas, me asalta el mayor de los cansancios, signo inequívoco de que nos aproximamos al abismo de julio. Es la llamada del veraneo, al que me entrego cada año con la pasión de un jóven militante. No por vagancia, ni por holgazanería, sino por convicción. Hay tipos que dedicaron su vida a teorizar sobre el trabajo, la clase trabajadora, la explotación laboral, las condiciones de trabajo, y un montón de cosas que solo de escribirlas me producen espamos de agotamiento. Yo en cambio me siento un teórico del descanso, un estudioso de la clase piscinera y golfa, y un prócer del ocio, la relajación, y el buen veraneo.
 

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