REPORTAJE

El Hospital de Toén cumple cuatro años esperando destino

pazimg_0733_054_result
photo_camera Colchonetas en una habitación, decorada con grafi tis. El acceso al interior es muy fácil porque las ventanas están rotas o abiertas.

Los comuneros, propietarios de los terrenos donde está instalado, se reúnen esta semana en busca de una solución al deterioro del centro

A punto de cumplirse cuatro años del cierre del hospital psiquiátrico de Toén, la estampa de abandono y deterioro continúa marcando las instalaciones y sus alrededores, convertidas desde entonces en un punto de fácil acceso al público, ya que ninguna puerta de los 10 módulos fue bloqueada o tapiada. Del mobiliario, apenas quedan restos.

Fue sobre todo durante los primeros meses después de echar el candado cuando el hospital Doctor Cabaleiro Goás sufrió numerosos robos de material, especialmente fabricados con metal. Gran parte de la estructura, desprendida por el abandono y actos vandálicos, permanece en el suelo en forma de cascotes y cristales de las ventanas. Papeles y algún que otro fármaco también se hacen un hueco entre el desorden. Sumado a todo esto, la maleza se convierte cada verano en la principal amenaza del viejo hospital, pudiendo ser la mecha de un catastrófico incendio.

Por su parte, el Concello trataba de menguar los robos impidiendo el paso de vehículos mediante piedras en la vía de acceso, pero nada impidió que numerosos okupas encontrasen un hogar temporal en un centro que en su día contó con 350 internos. Una situación facilitada por el cese del sistema de vigilancia 24 horas, que costaba al Servicio Galego de Saúde (Sergas) 12.000 euros al mes.

Pero la situación parece ser un suma y sigue. Los comuneros de Moreiras y Trelle, propietarios últimos de los terrenos sobre los que se levantó el centro psiquiátrico, siguen a la búsqueda de una solución, "que solo aceptaremos si el fin es socio-sanitario, para lo que cedimos nuestras propiedades", explica el presidente del colectivo, Jorge Sotelo. Por ello, no prosperó la idea -sometida a votación de los vecinos- de la cesión a la única entidad que se interesó y presentó un proyecto para su explotación, Aspanas Termal, que pretendía trasladar allí prácticamente todas sus actividades y programas con discapacitados.

"Todo este tiempo hemos presentado un sinfín de quejas y, sobre todo, peticiones al Sergas a través del Concello para que, al menos, la situación no vaya a peor, si cabe", añade.

Con el fin de buscar el fin de esta situación "vergonzosa", los comuneros se reunirán el viernes "y trataremos de adoptar una posición ante el silencio del Sergas, del que critican "la falta de comunicación" y que "se laven las manos diciendo que nos revierten los terrenos y que no los queremos", dice Jorge Sotelo.
 

Te puede interesar