ASESINATO DE VERFONDERN

Inspección ocular de la zona que recorrió el coche de Verfondern

photo_camera Tumba de Martin Verfondern. (MIGUEL ÁNGEL)

Fiscal, secretario judicial y expertos de la Guardia Civil de Madrid reconstruyeron las rutas que pudo seguir el criminal tras el asesinato

El fiscal de O Barco, Miguel Ruiz, visitó ayer las pistas y lugares que posiblemente recorrió, en su último viaje, el todoterreno Chevrolet Blazer del holandés Martin Albert Verfondern. El pasado 18 de junio, el vehículo fue localizado, parcialmente quemado y sin placas de matrícula, a escasos metros de los restos óseos de su propietario. Este hallazgo puso fin a una búsqueda que comenzó el 19 de enero de 2010 y supuso el inicio de la investigación de un asesinato. Esta recibió un nuevo impulso con la inspección ocular realizada en las últimas horas de las pistas y lugares próximos al monte donde apareció el coche, según fuentes de la investigación.

Un todoterreno llevó al fiscal, al secretario judicial y a dos agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Ourense hasta Santoalla (Petín), la aldea donde vivió el alemán nacionalizado holandés Martin Verfondern. El coche se detuvo a escasos metros de la vivienda donde reside su viuda, Margo Pool, siendo el punto de partida de una inspección a la que, posteriormente, se sumó un equipo especializado en la investigación de crímenes, llegado desde Madrid. La expedición recorrió las pistas existentes entre la aldea petinesa y el lugar donde fueron encontrados los restos: Portela do Eixo, un paraje próximo a Lamalonga (A Veiga) y que está situado a aproximadamente 12 kilómetros de distancia. A última hora de ayer, ya sin apenas luz, la inspección ocultar continuaba.

Otros lugares que visitó el holandés en las horas previas a su desaparición, como la cafetería ruesa Cuatro Caminos o el hipermercado Lidl de O Barco, no fueron visitados. En estos casos, los agentes saben con certeza que Martin Verfondern pasó en ellos algunas horas de su último día de vida.


La tumba


Escasos minutos después de que el todoterreno de la Guardia Civil abandonase Santoalla, llegó la viuda de Martin Verfondern. Nada más descender de la furgoneta que conduce, Margo Pool adelantó no tener novedades relacionadas con la investigación.

Sí confirmó que los restos óseos de su marido, entre ellos parte del cráneo, fueron enterrados en el cementerio de Santoalla. En un principio Margo Pool manejó la posibilidad de depositarlos en otros camposantos, bien el de O Barco, el de A Rúa o el de Petín. Sin embargo, finalmente prevaleció la opción del ubicado a la entrada de la aldea. "Me da igual dónde estén. Además, aquí es más fácil", comentó la viuda. En ningún momento pudo recurrir a la incineración, pues esta alternativa fue descartada por el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de O Barco. El juez Roberto Barba, que en los últimos días cambio la sede judicial barquense por la de Betanzos, optó por no permitir esta opción por si fuese necesario practicar nuevas pruebas con ellos.

Una losa de pizarra marca el lugar donde fueron depositados los restos del holandés. A su lado, en una pieza de madera fueron grabados el nombre y las fechas del nacimiento y de la desaparición de Martín Verfondern (28 de enero de 1959-19 de enero de 2010).

En referencia a la investigación, la viuda afirmó que, periódicamente, recibe la visita de la Policía Judicial de la Guardia Civil. El interés que están demostrando los agentes por la resolución del asesinato de su marido le hace ser optimista respecto a la identificación del asesino. "Sí, confío en que se resuelva. La policía es muy optimista", aseguró.

Los vecinos de Santoalla, en la primera línea de la investigación policial

La investigación policial en torno a la muerte violenta de Martin Verfondern, confirmada tras la aparición de parte de los restos óseos en junio de este año, se centró desde un primer momento en el entorno más próximo del holandés. El situado a menos de 50 metros. El motivo, las constantes rencillas que mantenía Martin y su esposa Margot con la única familia que residía en Santolla por la explotación crematística de los montes comunales de pinos.

Aunque esta línea de trabajo no es la única porque, según asegura fuentes cercanas al caso, "se está investigando a mucha gente".

El pequeño pueblo de Santoalla pasó de tener medio centenar de vecinos hace dos décadas a sólo tres casas habitadas. De hecho, uno de los atractivos que vio el difunto en esa aldea fue la tranquilidad y el entorno perfecto para una casa rural con huerta y animales, un paraíso alejado de la energía nuclear, tal como a él le gustaba decir. Hasta que se topó de lleno con lo que el denominaba "terrorismo rural", traducido en continuas disputas con sus vecinos y críticas a los dirigente políticos del Concello.

Para defenderse de ese "terrorismo" hizo acopio de armamento: una cámara de vídeo, para dejar constancia de cualquier incidente, así como cámara alrededor de su desvencijada casa.

Los vecinos del holandés (un matrimonio mayor con dos hijos que residían allí, los "Rodríguez") por su parte, negaron por activa y pasiva su implicación, primero, con la desaparición, y después, con el hallazgo del cadáver en un monte de A Veiga.

Tras la aparición de los restos óseos la matriarca de la familia incluso aseguró a los periodistas que en su mente sólo se agolpaban los buenos momentos, incluidos los bailes en la cocina de su casa.

De hecho, la armonía era tal que hasta llegaron a compartir festejos gastronómicos. En el documental "La aldea", de Ignacio Vilar, así queda reflejado en la escenificación de la matanza del cerdo.


Usufructo del monte

Las rencillas surgieron cuando Verfonder y su esposa reclamaron en el juzgado el usufructo de 500 hectáreas montes comunales. Además, había más dinero por medio debido al proyecto de una eólica de instalar aerogeneradores para aprovechar la fuerza del viento.

La Guardia Civil sostiene que ya tiene enfilado al autor si bien no confirma ni desmiente que pertenezca al clan vecinal. El problema mayor es la ausencia de pruebas sólidas tras los cuatros años y medio transcurridos hasta que apareció el cadáver de Martin.

Te puede interesar