EN LA CIUDAD

El Liceo contra el tiempo

Ourense. 13-10-16. Local. Reportaxe do Liceo de Ourense e entrevista a Javier Casares, o seu presidente.
Foto: Xesús Fariñas
photo_camera La biblioteca sigue siendo una de las dependencias más demandadas por los socios. (FOTO: Xesús Fariñas)

Lo sostienen ahora poco más de 700 socios, aunque en los tiempos más luminosos llegaron a ser 2.000. Es el Liceo de Ourense, braceando por sobrevivir a un siglo que se le ha vuelto ajeno; pero en una ciudad que aún le es propicia.

Perenne como una siempreviva, la historia del Ourense que late, la del que habla y aún se sienta de tertulia en vetustos sillones, la del que dedica horas a escudriñar la prensa, y la de esa ciudad que aún lee a través del tiempo y de los años, se conserva en esencia entre estas paredes. Majestuoso, acogedor, y muy sutilmente decante, se abre el Liceo de Ourense al observador del siglo XXI. A esta Sala de Columnas se abrazaba la aristocracia en el siglo pasado, como abonados a un oasis de maneras y linajes, en los días en los que los hombres se tocaban en un ademán el ala del sombrero, o soñaban con la morena de los ojos grandes del próximo baile. Pero incluso antes de las máscaras venecianas, el recinto fue un palacio, el de la familia Oca-Sarmiento, en el siglo XVI, en la que ahora es la calle Valentín Lamas Carvajal. 

Era el tercer domingo de Cuaresma de 1850, era 3 de marzo, cuando se reunía por primera vez la Junta inaugural para firmar el acta fundacional del Liceo, con el permiso del gobernador civil. 163 miembros eligieron como presidente a Don Vicente Lobit. Ese mismo día se acordó la creación de la Academia de Música, y tomar en arrendamiento una casa que se adaptase a lo que pretendía el Liceo, algo que se hizo diez días después, en la calle Monterrey. 

Estamos en el Ourense de finales del XIX, con una sociedad  de "poco más de 10.000 habitantes, muy comercial, en la que había muchas familias que tenían empresas coloniales. Pertenecer al Liceo requería un cierto status social dentro de la ciudad", explica Javier Casares, su actual presidente, que desentraña los secretos del lugar desde la última mesa de la cafetería. 

Los caminos del palacio de Oca-Sarmiento y el Liceo aún tardarían 20 años en cruzarse. Fue en 1870 cuando la sociedad se trasladó al palacio donde se encuentra hoy. "Se hicieron algunas reformas. Lo fundamental se mantuvo: el Patio de Columnas y el primer piso. Se le añadió el segundo piso y se hizo una prolongación de la planta baja, la Sala de Tertulias. El segundo piso lo hizo Don José Fernández, y la Sala de Tertulias, Don José Carlos Martínez-Pedrayo, que fue presidente durante cerca de 40 años y que le dio una transformación fundamental a la vida social del Liceo y su conexión con la ciudad".

Ourense. 13-10-16. Local. Reportaxe do Liceo de Ourense e entrevista a Javier Casares, o seu presidente.Foto: Xesús FariñasUNA GRAN VIDA SOCIAL

"Esta sociedad siempre ha procurado estar muy vinculada a la vida social y cultural de Ourense", relata Casares, "aquí se creó la Academia de Ciencias, dirigida por Don Marcelo Macías; y en la que se implicaron personajes ligados a la vida cultural gallega, como Paz Novoa, Curros Enríquez, Lamas Carvajal, o Martínez-Risco".

Tres eran al principio las citas anuales de referencia: "La Fiesta de las Candelas, en la que presentaba a las señoritas, que se ponían de largo; la fiesta de Fin de Año, y la Fiesta del Carnaval", detalla el presidente de la sociedad, "en aquel momento no había donde realizar festejos de este tipo en la ciudad, no había discotecas, así que el palacio era un lugar apropiado. 

Más tarde se fueron incorporando al calendario del Liceo nuevas fiestas, como la del Magosto que se celebrará estos días".

UNA BIBLIOTECA DE SIEMPRE

La biblioteca, como una librería de viejo. Ejemplares de La Región, un valioso archivo de los años más divertidos de La Codorniz, o la mirada densa del Padre Feijoo al fondo de la sala; fuera de toda solemnidad, este cuadro del pintor ourensano Parada Justel ilumina la estancia con su presencia, como vigía de la ilustración local, con tantas décadas colgando de las manecillas del reloj de pared. "Tenemos una biblioteca que contempla narrativa, obras científicas", desvela Casares, "contamos con una de las colecciones más importantes de tauromaquia. Entre otras cosas, la 'Enciclopedia de Cossío', donada por la viuda de un periodista taurino". 

No es silencio lo que se respira en la biblioteca, es el goteo de las letras, derrame de una cultura cuidadosa, vestigio de un tiempo en que el hombre sabía pasar cuidadosamente las páginas de un libro, sin la azorada premura de hoy. El ambiente de tenue cultura contrasta con los colores chillones de los "postit" de un esforzado estudiante de carreras; o tal vez un opositor.

LA HORA DEL CAFÉ

Dos señoras desafían a la lluvia del día más gris desde el invierno pasado y se arrojan al café con los periódicos bajo el brazo. Toda una vida en la misma mesa, detenida la hora en este Patio de Columnas. De un modo tal, que el tiempo les ha encanecido mientras comentan las mismas cosas, con bríos nuevos, sobre la tinta del papel. O tal vez cosas nuevas con bríos añejos. Echan la tarde con esa extraña y serena felicidad que en nuestras nerviosas ciudades solo desprende la tercera edad, y en lugares como éstos, donde el tiempo parece haberse echado a dormir, no por sueño, sino esperando una oportunidad más allá del presente. Al menos hacia el pasado, porque el futuro es harina de otro costal. 

"Tenemos que afrontar el reto de llegar a la juventud", admite Casares, "lanzamos algunas iniciativas para ello: las jornadas de Nuevos Investigadores, orientadas a jóvenes que están realizando trabajos de investigación, y uno o dos viernes al mes tenemos unas jornadas de música destinadas al público más joven". "Es difícil reponer con altas las bajas que se van produciendo", en alusión al elevado porcentaje de defunciones entre sus socios. De entre las iniciativas para recuperar socios que se han dado de baja o para llegar a otros nuevos, el Liceo ha puesto en marcha un plan que está logrando un "importante incremento de miembros": "cada socio que traiga a uno nuevo, durante los siguientes seis meses, tanto uno como otro pagan solo el 50% de la cuota mensual". 

INGRESOS ALTERNATIVOS

Además de esas cuotas mensuales, el Liceo tiene también fuentes alternativas de ingresos. Entre otras, dos locales en propiedad en la ciudad, una tienda de golosinas y una antigua farmacia, ambos en alquiler. Muy pronto contará además con un restaurante ubicado en la Sala de Actos: "tenemos todo preparado, a nivel municipal, los permisos están a punto, y tendrán que ir a la Xunta, a Patrimonio". Estará abierto al público pero con ventajas para los socios. Se suma así a la actual oferta de cafetería, en donde ya se pueden celebrar actos familiares y de algunas sociedades, de los cuales el Liceo recauda una parte.

DE PUERTAS ADENTRO

Siguen los señores mayores vistiendo con gozo el traje oscuro, impecable su caída sobre sus andares cansados, pero rebosantes de dignidad. Sus maneras nos recuerdan que el aspecto externo, lo que se proyecta, tal y como tradicionalmente se ha entendido, no es cacareo propio, sino señal de respeto a los demás. Cojeras con gracia y nudos de corbata como obras de arte, de los que ya no se ven; como tampoco ese calor al estrechar la mano y al dar las "buenas tardes". Entro en “la tertulia”. Llevan más de 60 años reuniéndose a diario en esta sala, exceptuando los sábados, domingos y festivos. El viejo arte de la conversación. “Mi padre ya venía a esta tertulia y yo ahora continúo su costumbre. Era muy numerosa pero se van muriendo los contertulios. Y a los jóvenes no les interesa esto”, comenta el más joven de los tertulianos, rondando los setenta, “tal vez les llegará la hora en que se preocupen de estas pequeñas cosas, como a todos nos ha pasado”, matiza con esperanza. 

Sobre uno de los sillones se descubre una placa a uno de sus más ilustres contertulios: al escritor Carlos Casares, hermano del actual presidente, y contertulio activo, siempre que se encontraba en la ciudad; el mismo que impulsó las Jornadas Literarias que el Liceo organiza desde hace más de veinte años. Los tertulianos explican cómo abordan cada día la política, la actualidad, la religión, o hasta el deporte, y uno de ellos interrumpe para lucir blasones con orgullo: "¡Yo soy socio desde el año 1946!".

DEL FUTURO Y DE LA CALMA

El envejecimiento de los socios y las dificultades para renovar las bajas son la gran preocupación de esta sociedad, aunque la elevada media de edad propicia que incluso ese alarmante reto se tome con sosiego. Lleno de reminiscencias de tiempos clásicos, alberga aún un servicio de peluquería desde hace más de 70 años. "Hay socios que llevan toda la vida cortándose el pelo aquí. Ahora solo hay un peluquero, y atiende tanto en su dependencia, como a domicilio, para poder cortar el pelo a aquellos socios que tienen dificultades para venir aquí", comenta Casares. Y mirando a los ojos del futuro, el presidente del Liceo envía un mensaje: "Esta es una sociedad que lleva 166 años formando parte de Ourense y quiere seguir adelante. El que se sienta ourensano, tiene que pensar que el Liceo no puede decaer". 

Lo más característico del ambiente humano del Liceo es el sosiego, la distancia con la que se analizan las cosas. El alma, toda esta gente, y el cuerpo, todos estos salones y estancias que un día fueron modernas pero mucho antes de la modernidad, confluyen y se entremezclan para hacer de este lugar algo especial, un tesoro inimaginable donde aún vibra la vida social que un día fue; y que, de algún modo, aún es.

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