REPORTAJE

Lo primero, la familia

Odilio Rodríguez
photo_camera El empresario Odilo Rodríguez, con su libro "Más fuerte que el hambre".

"Más fuerte que el hambre" es el título bajo el cual el empresario Odilo Rodríguez presenta la historia de su vida: desde su infancia en Quintela de Leirado hasta su estancia en Guinea Ecuatorial y en Holanda. Un repaso en el que no olvida a sus seres queridos.

 

La vida es lo más fácil que hay, ¿o no?" dice Odilo Rodríguez Codias, gerente del Grupo Alaska, tras reflexionar sobre algunos de los momentos más significativos de su historia vital. 

El empresario ourensano presenta el próximo 29 de octubre en el Marcos Valcárcel el libro de sus memorias, "Más fuerte que el hambre", en la compañía de Manuel Baltar, presidente de la Diputación de Ourense, y de José Luis Teófilo, presidente de la editorial Teófilo Comunicación. 

Rodríguez reconoce que nunca tuvo intención de convertirse en escritor, pero sí de dejarle un regalo a sus tres nietos: "Quería hacer mi biografía, no para que supiesen quien era su abuelo, sino para que viesen que el esfuerzo siempre tiene recompensa". No obstante, un par de amigos insistentes y una llamada de la editorial cambiaron el futuro del manuscrito. En él, el empresario se deja conocer por el lector en un relato que abarca desde sus primeros años de vida en Xacebáns, Quintela de Leirado, hasta su reciente jubilación. "Viví una situación complicada para la edad de un niño: éramos solo mi madre y yo y teníamos de todo menos dinero", explica. La escasez de recursos económicos lanzó a Rodríguez a trabajar desde muy joven, después de terminar la escuela elemental. "Empecé a aportarle dinero a mi madre en cuanto gané mis primeros sueldos", comenta. 


La emigración


Pero encontrar trabajo en Quintela de Leirado no era fácil, y el contrabando "no era para mí". Por ello, la idea de marcharse de España se le aparecía una y otra vez en la cabeza al joven Odilo: "Quería cambiar mi vida y la de mi madre". Le tocó Guinea Ecuatorial porque un tío suyo vivía allí, así que hizo las maletas y se marchó a Ourense a coger el tren a Madrid."¡Qué mal lo pasé el día que me vine aquí para viajar! Me vinieron las lágrimas a los ojos en un kiosko de la avenida Progreso pero enseguida reaccioné. Pensé que si había salido de mi aldea para cambiar mi vida, ¿qué me importaba el resto? Tenía que ser yo", afirma Rodríguez. 

Los primeros meses en Guinea no fueron fáciles, pero consiguió hacerse un hueco y ganar responsabilidad en su trabajo en aquel país hasta que la situación política, cuatro años más tarde, lo obligó a volver a España. Ya de vuelta, después del servicio militar, Rodríguez disfrutó de unos meses de descanso. Pero no duró demasiado. Enseguida, el destino llamó a su puerta en forma de oferta laboral en Holanda, en una fábrica téxtil. "Fui de prueba 15 días, pero en seguida me llevé a mi esposa y comenzamos nuestro proyecto familiar", señala. Rápidamente llegó el primer hijo, y Rodríguez también se llevó a su madre al país holandés. "Allí trabajé de todo, teníamos dinero, estábamos bien. Pero antes de que los niños estuviesen escolarizados le dije a mi mujer que nos teníamos que volver", comparte. "Hay que pensar en el futuro, no solo en el presente. Por eso volvimos, porque al jubilarnos nos vendríamos a España y nuestros hijos seguirían en Holanda. ¿Y entonces qué?", añade. La familia es, para Rodríguez, lo más importante: "Todo el dinero del mundo no tiene ningún valor al lado de los tuyos". 

De vuelta en Ourense, no se imaginaba el futuro empresarial que lo esperaba. La clave del Grupo Alaska de congelados de mar surgió una tarde, en el puerto de Vigo. "Vi descargar los pescados de los barcos y pensé... ahí puede haber un negocio", señala. Los detalles, en "Más fuerte que el hambre".

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