DÍA DEL VOLUNTARIADO

Luisa vuelve a jubilarse

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photo_camera Luisa Marzal, voluntaria en Cáritas.

Antes que religiosa, Luisa Marzal fue maestra. A sus 86 años enseña Geografía y otras materias en Cáritas. Dejará de impartir clase pronto y lo llama "segunda jubilación". Ayer, Día Internacional del Voluntariado, contó su historia en el Liceo.

Luisa dice que se retira por segunda vez. Tiene 86 años y es voluntaria de Cáritas en Ourense, a donde llegó hace seis años. Lo contó ayer en el Liceo, donde el Concello de Ourense organizó una feria con motivo del Día del Voluntariado. Su testimonio es una de las historias de vida que ofrecen su ayuda en distintas entidades sociales. 

"Este año lo deja y se merece un fuerte aplauso", la presenta un compañero de Cáritas. Luisa cuenta la historia brevemente, señalando el corazón: "Lo que me movió a ser voluntaria está aquí dentro. Para mí es una llamada de Dios, entregar algo que yo he recibido y puedo dar a los demás. Cuando tenía 70 años me jubilé. Lo primero que hice fue apuntarme a algo que pudiese hacer bueno para los demás. Así entré en Cáritas en Vilagarcía de Arousa. Después estuve en un centro de enfermos mentales y ahora llevo seis años en Cáritas Ourense. Allí enseño geografía, historia, gallego y castellano. Pero se recibe mucho más de lo que se da. Y yo doy porque así lo he mamado, lo he mamado de mi madre". Dice que cuando llegó  le hicieron una pregunta "muy comprometida". ¿Qué te mueve a estar en Cáritas?, le dijo la entrevistadora. "Dar", su respuesta. 

Luisa termina su relato entre aplausos y se retira. A su segunda jubilación.

Francia. Capital, París

"Como me dijo el padre Emilio cuando me destinaron a Ourense: 'Cronológicamente, hay que jubilarse. Hay que ir dejando cosas", confiesa Luisa Marzal ya después de su intervención pública. Aclara que el apellido es valenciano, como su padre. Su madre, de Valladolid, también era maestra. "Éramos cuatro hermanos y nos criamos en las franciscanas". Así lo quiso su madre. "Aunque nací en Vigo, a mi madre le destinaron escuela en dos aldeas y salí muy pequeña de allí. Ella quería vivir en un sitio donde pudieran darle a sus hijos la mejor educación". Entonces fueron a las franciscanas. Primero se hizo maestra, luego religiosa. "Por eso son momentos difíciles ahora. Para mí esto es una segunda jubilación. Ser voluntario es distinto, estás trabajando lo mismo pero no para los mismos. En Cáritas no das clase a niños. Hay otra necesidad y otro contacto. Son adultos que han pasado una vida dura y acuden en situaciones precarias. No es enseñarles 'Francia capital París', es estar a su lado. En definitiva, escucharles". 

Anima a los ourensanos a hacerse voluntario de cualquier entidad social, como las que se juntaron ayer en el Liceo para reivindicar el Día Internacional del Voluntariado. "Porque se recibe mucho más de lo que se da. Es entregar algo que yo he recibido y puedo dar a los demás", dice esta voluntaria de Cáritas, que en 2018 ya no enseñará capitales de países a los usuarios de Cáritas, pero habrá dejado un importante legado. 

Sin embargo, está convencida de que el buen recuerdo se lo lleva ella y no este alumnado adulto. Se pregunta: ¿Qué hago yo ahora?, y extiende los brazos: "Es como encontrarte vacía. Pero no queda otra cosa que descansar", sonríe mientras escucha a otros voluntarios. 

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