La casa de la Marquesa o la casa de Angelita Varela eran los nombres con los que sus contemporáneos se referían al palacete situado en la esquina de las calles Santo Domingo y Cardenal Quiroga

La mansión de una triunfadora

De nombre Ángela, con los titulos de marquesa de la Atalaya Bermeja , condesa del Valle Suchil y señora de Temes, fue Angelita Varela un personaje de fuerte personalidad, intensa vida social, casi siempre en el interior de su casa, y con mucho poderío en el Ourense de los primeros cuarenta años del siglo XX.
Su apellido real era Santamarina (Varela era la tía que la crio y con la que vivió toda su vida), familia de emigrados a la Argentina en donde no solo hicieron mucho dinero sino que también ocuparon cargos publicos de primer nivel. El dinero le venía a doña Angelita de su familia de la Argentina; el prestigio social, de su marido don Isidoro Temes, propietario de un pazo en Amoeiro; la alcurnia se la buscó comprando dos títulos nobiliarios, y su influencia y fama le vino por su fuerte personalidad y sus ganas de vivir. Construir esta casa era el culmen de su vida de triunfadora. Tenía automóvil cuando nadie lo tenía; viajaba a París a comprarse ropa y a ponerse al día, tenía fama de celestina y no pasaba ningún personaje por la ciudad que no fuera invitado a tomar el té y alternar con la marquesa y sus amigos. Se permitía tener por capellán privado al poeta don Antonio Rey Soto, a quien satisfacía su pasión de bibliófilo ayudándole a crear una magnífica biblioteca que en la actualidad se encuentra en el Monasterio de Poio, y con quien se murmuraba que teníaa amores. Sólo le faltaba ser guapa.

El edificio es un proyecto del vigués Jenaro de la Fuente, quien lo firma en 1900. Cuadrado y de granito, luce en la fachada los escudos de la familia. Con dos plantas de unos 200 metros cuadrados cada una, bodega, habitaciones amplias y sobre todo un patio interior en donde solían celebrarse las reuniones sociales y a donde da una especie de galería circular en la que brillan y dan luz hermosos cristalitos de colores que no alcanzan la categoría de vidrieras. El segundo lujo de la casa era un amplio jardín limitando con la casa de los Fabrega, construida unos años antes. Todo permanece oculto para los ourensanos curiosos por conocer el interior del palacete delante del cual pasan varias veces al día.

Hasta para las obras de caridad era doña Angelita algo exagerada, y para su descanso eterno se buscó un lugar acorde con su categoría social y sus ínfulas de marquesa. En el barrio del Couto construyó un ostentoso edificio destinado a asilo de niñas huérfanas en cuya capilla instaló tres magníficos panteones para su tía, su marido y ella, en donde fue enterrada en julio de 1956 al fallecer con 92 años. Al morir sin hijos, el palacete y el edificio del Santo Ángel del Couto pasaron a ser propiedad de las monjas, que conservan parte del mobiliario y destruyeron el jardín para construir una residencia de estudiantes aneja al palacete, y rompiendo la armonía de la que fue una hermosa calle. Sus valiosas y hermosas vajillas de Sargadelos antiguo y parte del mobiliario los dejó a una Fundación que nunca funcionó bien y que en la actualidad mantiene todo el legado almacenado en cajas.

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