Abogado del Estado y empresario

Mario Conde: ‘No falla el liderazgo, sino el líder’

Mario Conde.  (Foto: Xesús Fariñas)
El empresario y abogado Mario Conde aborda hoy en el Foro La Región el papel de los líderes y el concepto de liderazgo en una sociedad marcada por la crisis.
¿Qué cambia una sociedad en crisis?

Una sociedad en crisis cambia profundamente porque los efectos de la crisis se extienden sobre todas las capas sociales de una manera u otra. Pero cuando algo como lo que nos ocurre se presenta, a pesar de la negativa de los gobiernos y hasta de los teóricos expertos a los que se les supone la capacidad mínima de adivinar el futuro inmediato, la ciudadanía se suma en el desconcierto y reclama respuestas. ¿A quién pedirlas? A los centros sociales que deben ejercer el liderazgo. Los políticos en demasiadas ocasiones nos tienen acostumbrados a negar lo evidente, a costa, claro, de su credibilidad de presente y futuro. Por ello la gente apela a sus centros sociales, a los que en principio debería corresponder una capacidad/responsabilidad de respuesta ante cuestiones importantes, urgentes y hasta angustiosas. En nuestra sociedad creo que reina un silencio elocuente, una ausencia de respuestas, una carencia de planteamientos alternativos. Quizás ahora nos demos cuenta de que entre todos hemos construido una sociedad plana.

¿La clave de un buen liderazgo está en escoger bien al líder o en cómo se gestione?

Es posible que una persona con cualidades gestione mal, pero es casi imposible que una persona sin cualidades gestione bien. La calidad de un líder no depende sólo de su capacidad mental, inteligencia, formación técnica, sino, además y seguramente sobre todo, de su arquitectura moral. Lo que ha fallado en los sistemas financieros de esta crisis no es su conocimiento de la banca, sino sus valores, su modo de relacionarse con el dinero, su modo de entender el papel de la banca ante la economía real. Y lo peor es que estos valores han sido alentados desde hace tiempo por instituciones oficiales que se autoconsideraban poseedoras de una verdad ortodoxa que ha resultado ser un fiasco considerable.

Dice que vivimos en una sociedad plana de liderazgos. ¿A qué se debe?

Se debe a que hemos lami nado los cuerpos sociales. Hemos privado de contenido a las universidades, academias, colegios profesionales y hasta los intelectuales hicieron gala de un entreguismo sin precedentes. Frente al Estado el individuo aparece solo. Crudo pero cierto. Una sociedad en la que junto a esos no-valores (codicia, especulación...) abunda la angustia y el miedo, porque se es consciente del poder del Poder y eso provoca miedo. Debería provocar otro tipo de reacción, pero no exagero cuando digo que es una sociedad en la que demasiada gente siente miedo del poder.

El papel de los líderes, especialmente políticos, está muy cuestionado. ¿También los líderes están en crisis?

El liderazgo no está en crisis. Al contrario. Se demandan líderes sociales. Lo que ocurre es que el sillón o el hábito no hacen necesariamente al líder o al monje. No falla el liderazgo, sino el líder. En algunos casos se han arrancado de la sociedad los lugares para asumirlo. En otros, no siempre las personas son las mejores atendiendo al momento social. Por eso la sociedad cuestiona sus líderes, no sus liderazgos. No sólo los cuestiona: ha llegado a considerarlos un problema.

¿En qué punto es posible que se identifiquen los liderazgos nominales con los reales?

Ese es el asunto. Antes un sillón o un hábito de líder atribuían la cualidad. Ahora no. La sociedad ha dejado de percibir automáticamente como líder a quien asume el puesto formal de tal liderazgo. Por eso se ha producido la ruptura entre lo formal y lo real. Y eso genera la sensación de ausencia de liderazgos reales a pesar de la existencia de liderazgos formales.

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