DEMOGRAFÍA

Más de la mitad de los ourensanos que viven solos supera los 64 años

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photo_camera Una mujer de edad cruza un paso de peatones en la ciudad.

La provincia cuenta con 18.800 hogares en los que habita una única persona, predominando en un 71% las mujeres viudas 

Que la provincia envejece de manera incesante es un hecho; los datos demográficos así lo evidencian. A principios de este 2016, los ourensanos con 65 o más años alcanzaban los 96.613, una cifra que en términos porcentuales supone el 30,3% del censo total de la provincia; o lo que es lo mismo, tres de cada diez ourensanos están denominados como “mayores”. Y la tendencia viene siendo la misma desde años atrás. En 1998, cuando el Instituto Nacional de Estadística (INE) comenzó a publicar los datos, Ourense contaba con 7.829 mayores menos que ahora. Las cifras revelan que el envejecimiento poblacional coloca a la provincia como una de las más envejecidas de España.

Este hecho ha sido motivo de alarma en numerosas ocasiones para el futuro poblacional, pero más preocupante es la situación en la que viven muchos de ellos. Y es que en torno al 20% –uno de cada cinco- de los mayores de 64 años de la provincia lo hacen en hogares unipersonales; es decir, sin compañía, en soledad, según revela la Encuesta Continua de Hogares del Instituto Galego de Estatística (IGE). La provincia cuenta con 36.400 hogares unipersonales, de los que el 54,6% están habitados por una única persona mayor de 64 años. Afortunadamente, el montante es mucho menor para aquellos que fallecen en soledad, pero también existen. De hecho, en la ciudad, las fuerzas de seguridad registran una media anual de entre seis y ocho vecinos que mueren solos en su vivienda. Precisamente, el último, un hombre de 70 años hallado en la calle Sarmiento el pasado sábado, llevaba una semana sin vida cuando los vecinos alertaron a la Policía Nacional.

MUJER OCTOGENARIA Y VIUDA

En cuanto al perfil del ourensano que vive solo, suele responder a mujer viuda de en torno a los 80 años. De hecho, tres de cada cuatro mayores que viven en un hogar unipersonal son mujeres. Es más, de las 19.500 ourensanas de la provincia que no tienen compañía en su día a día , casi el 70% tienen 65 o más años, triplicando a los hombres (esto está estrechamente relacionado con la esperanza de vida, mayor en las féminas).

Pura Salgado acaba de cumplir los 90 y lleva siendo la única dueña de su casa desde hace 30, cuando enviudó. "Yo voy a la huerta, riego mis cosechas, limpio la casa, cocino, doy de comer a los animales y aquí estoy", explica. Con todo, reconoce que "mi vida sería distinta si mis cuatro hijos no viniesen a verme todos los días". Y como ella, miles. Especialmente en el rural, como es su caso, donde no quieren oír hablar de separarse de su propia casa ni de su entorno social y echarían de menos su rutina y la libertad y serenidad que garantiza el hogar.

MEJOR EN CASA

Los motivos por los que una persona mayor vive sola son muy variados, desde el "me valgo por mí mismo, no necesito ayuda de nadie" hasta el "prefiero no tener compañía a vivir encerrado en una residencia de ancianos". Lo que está claro es que, en términos generales, si pueden, eligen la vida solitaria, favorecida por un factor clave: las mejores condiciones de salud de la población mayor actual, en comparación con la de antaño.

En la otra punta del hilo están los que viven en estas condiciones, pero en contra de su voluntad, y reconocen sentirse solos y tristes por falta de familiares directos, escasez de espacio en sus viviendas en caso de que sí tengan familia, relaciones no cordiales o la tan arraigada idea de considerarse un estorbo en un lugar que no es el propio y al que no están acostumbrados.

Pero no es lo mismo vivir solo que sentirse solo. La soledad no elegida provoca sentimientos de tristeza y vacío que en numerosas ocasiones no son motivo de fallecimiento pero sí un condicionante, según cuantiosos estudios. De hecho, desde el Colegio Oficial de Médicos de Ourense, su presidente, José Luis Jiménez, hace especial hincapié en que "todas las administraciones tienen –y tenemos- que velar por garantizar una tasa de percepción de salud más alta para facilitar el periodo en el que se juega la calidad de vida".

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