ECONOMÍA - OURENSE

La mejoría económica cerró 27 negocios de compra-venta de oro en la provincia

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photo_camera La báscula de los pesajes de uno de los negocios que están en la ciudad.

La bajada del gramo también influye en que haya menos transacciones

Las casas de compra de oro y plata florecieron en la provincia entre 2009 y el 2015, coincidiendo con la situación de crisis económica. A principios de la primera década del siglo, según los datos que maneja la Administración Autonómica, había ocho negocios de este tipo en la provincia, dos de ellos en la ciudad, pero a partir del 2008 se incrementaron las licencias de apertura de este tipo de locales, llegando a los 35 en el año 2011. Y, al parecer, todos tenían clientela, dado que cada vez eran más los ourensanos que optaban por vender las joyas que tenían en sus casas para paliar las estrecheces de la crisis. "Entre los años 2011 y 2013 había muchos clientes. Ahora, el negocio va cada día a menos", apunta Manuel Babarro, el gerente de la casa de compra y venta de oro y plata que hay en la calle Santo Domingo, una de las más antiguas de la ciudad. Achaca el "bajón" en su volumen de negocio, por un lado, a la recuperación económica, y por otro, a la bajada del precio del oro. "En el año 2011, el gramo de oro de 18 quilates llegó a pagarse a 30 euros. En la actualidad, está a 22", añadió Manuel Babarro, puntualizando que el año pasado llegó a caer en solo dos días durante el mes de abril de los 25 euros a 19 euros el gramo.

El industrial reconoce que durante la crisis muchos ourensanos se deshicieron de sus alhajas y, además, coincidía que es las pagaban bien. Ahora, no llegan tantos clientes y supongo que es por lo que bajó el precio del oro y por la mejoría económica, que no hay tanta necesidad", comentó.

Esta última situación provocó que las casas de compra de oro y plata echaran el cierre prácticamente tan rápido como abrieron las puertas. Durante los dos últimos años, según los datos de Xunta, cerraron 27 de los negocios que operaban en la provincia.

Rosa González estuvo regentando uno de estos negocios en el barrio de O Couto. "Hace unos años se podía sacar algo de dinero, pero la clientela fue a menos a partir de finales del 2014", recuerda.

Los locales, además del poco volumen de negocio en los ultimos años, reciben de forma esporádica inspecciones policiales para comprobar sí el oro y la plata que adquirieron procede de un robo. "Los controles policiales son muy estrictos. Nos fiscalizan cada poco tiempo", señala Manuel Babarro, recalcando que tiene que llevar un control que incluye la identificación de las personas que venden joyas. Ante cualquier sospecha, deben alertar a las fuerzas de seguridad.

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