Entrevista

Eduardo Ananín: "El mundo no es justo. Nadie tendría que dejar su tierra para alcanzar la libertad"

OURENSE. 20/03/2018 Cafereria Princess, Ananin poets veterano de Ourense. Foto: Miguel Angel
photo_camera Eduardo Ananín, este martes en Ourense.

Se define como un viejo que ha pasado por muchos laberintos. Un hombre sencillo rodeado de sabios en bibliotecas prohibidas y tertulias de exilio

Se define como un viejo que ha pasado por muchos laberintos. Un hombre sencillo rodeado de sabios en bibliotecas prohibidas y tertulias de exilio. A los 92 años, al poeta  Eduardo Ananín todavía hay que recordarle que fue una voz más en tiempos convulsos. La fuerza para denunciar la injusticia y la sensibilidad de quien dedica poemas al roblecito de su pueblo en el que jugaba de niño, se mezclan en la esencia de este ourensano que, durante la entrevista, le cuentan que hoy el Liceo, a las 20,00 horas, le homenajea por el Día de la Poesía.

¿La poesía le cautivó de niño?  

Sí. Yo amaba los poetas. Estuve siempre con personas muy superiores a mí, en el sentido de la sabiduría, en sensiblidad a lo mejor me acerqué a alguno.

Dice que tuvo un "maestro".

Don Luis Acuña. Él era un hombre especial.

¿Por qué?

Porque era muy sabio. En la República, mi parroquia, que era muy inquieta, le llamaban la tierra de los comunistas. Él tenía una biblioteca con los mejores autores de España y del mundo. Esa biblioteca me nutrió, el franquismo no pudo cerrarla. De ahí me llevaba libros.

¿Usted se siente reconocido?

No. Yo no tengo porque ser reconocido. Mi colegio fue la Primaria.

¡Y la biblioteca!

Y la compañía. Alberti, Blanco Amor, Ernesto Sábato, Laxeiro, Quesada... siempre anduve en el medio de esta gente. Las tertulias en Argentina eran un desahogo, todos teníamos nostalgia de nuestro pueblo.

¿De Argentina le queda morriña?

No, de allí no. 

¿Cómo recuerda el exilio?

Con Franco mi vida estaba intoxicada. Me tenía que ir de Galicia porque me asfixiaba moralmente. Tenía que emigrar. De día estaba en Argentina, pero de noche estaba siempre en Galicia.

¿Qué poesía cultivó allí?

Toda de denuncia. Incluso cuando estaban los militares y te podían hacer desaparecer. Me salvó el apellido. Ananín no es común y pensarían que era un seudónimo, además no podían ocuparse de todos. Es cruel recordar las cosas. En el Riachuelo de Buenos Aires tiraban a muchos desde los helicópteros.

¿Y lo denunció en sus poemas?

Sí, con metáforas. Pero quien lee poesía sabe de qué se habla. Yo fui un rebelde un perpetuo. Bueno, lo sigo siendo.

¿Qué le falta por publicar?

Unos aforismos. Sobre 600. Pero eso ya no se va a publicar. 

¿Por qué no?

No. No tiene importancia. El que las hace las siente, pero a los demás a lo mejor no le llegan.

¿Qué denunciaría hoy?

Tantas cosas. ¿Te parece que tenemos un mundo justo? No. Vivimos en un mundo en el que el poder verdadero está en manos de grandes depredadores, que tratan de cerrar las ventanas de la mente al pueblo. Nadie tendría que salir de su tierra para alcanzar la libertad. 

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