Nacimiento de un sueño, Ben Posta

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photo_camera El Padre Silva, en sus años de seminarista rodeado de amigos (fotografía cedida por Ricardo Yagüe).

El Padre Silva o, como también le llamaban muchos de sus alumnos y amigos, el Cura, destacó por dedicar su vida y energías a mejorar la vida y procurar un futuro a un muy importante número de niños

Muy pocos han sido los ourensanos capaces de obtener el reconocimiento por su trabajo a nivel internacional: Eduardo Barreiros, Adolfo Domínguez y Roberto Verino lo consiguieron por sus ideas y esfuerzo en el mundo empresarial; junto a ellos ha destacado un personaje que lo hizo por dedicar su vida y energías a mejorar la vida y procurar un futuro a un muy importante número de niños. Os hablo de Jesús César Silva Méndez, el Padre Silva o, como también le llamaban muchos de sus alumnos y amigos, el Cura.

Hoy me vais a permitir que le dedique estas líneas, recordando cómo fueron los primeros momentos de lo que iba a ser su sueño: Ben Posta. 

Nació el año de 1933 en el seno de una familia que junto a él iba a resultar fundamental en la historia del circo mundial. Su tío abuelo fue Secundino Feijoo, origen de una saga que cuenta con marcas como Feijoo, Price, Mundial o Circo Americano. Sin embargo, Jesús decidió iniciar su camino por la vía religiosa (cuenta su amigo Ricardo Yagüe que tan contento estaba con su decisión que a sus compañeros de bachillerato les recomendaba que se lo pensaran).

Unos años en el seminario de Ourense, y la finalización de sus estudios en la Universidad Pontificia de Comillas le prepararon para la que iba a ser su misión: mejorar la vida de un ingente número de niños (se menciona la cifra de 50.000 miembros de la familia benposteña). No fue el circo su primera opción, sino que era la creación de una escuela, pero no un centro escolar cualquiera, sino uno en el que tenía cabida cualquier niño, si acaso con preferencia a los más necesitados. Es así como en septiembre del año 1956, con la presencia del ministro de Educación y el obispo Temiño, se inaugura en lo que hoy es la bajada del Outeiro (creo que también es Progreso 47) una pequeña escuela con no más de 25 alumnos. 

El proyecto contemplaba impartir clases de manera tradicional, pero buscando la manera de incluir talleres que complementaran esa educación. El Cura, desde el comienzo, intentó que convivieran de manera natural jóvenes de familias tradicionales junto a otros con más o menos severo desarraigo familiar; tarea dura y en ocasiones ingrata pero que él supo sacar adelante. Había nacido la Ciudad de los Muchachos de Ourense (sin duda el Cura se inspiró en la excelente película de Spencer Tracy y Mickey Rooney “Men of Boys Town”, de 1941).

Como cualquier sueño, el proyecto era excelente y los primeros pasos estaban dados. El Padre Silva se echa a la espalda toda la responsabilidad y de paso todos los costes. El local se solucionó gracias a la generosidad de su familia, que le permitieron utilizar unos bajos de su propiedad, pero el resto de costes -mantenimiento, servicios, material e incluso el sueldo de colaboradores- suponían una carga insostenible. En los primeros tiempos existieron ayudas oficiales, pero que no garantizaban la continuidad, al tiempo que eran insuficientes para todas las necesidades. 

En esa tesitura el Padre Silva comenzó a idear formas de generar ingresos. La más socorrida fue la de poner a producir una de sus grandes aficiones, la pintura. Con tan solo 14 años había expuesto su obra en el Liceo Ourensano (año 1947) y siete años después había repetido con éxito. Esa quizás fue la causa de que se decidiera a buscar la financiación por este medio. Nueva exposición en el Liceo Ourensano (año 1957), otra en el Foto Club de Vigo (1958), Oporto, etc. Donde le permitieran colgar sus cuadros allí estaba Jesús Silva, y todo lo recaudado se destinaba a su sueño, la Ciudad de los Muchachos.

Casi al mismo tiempo y con el mismo fin, generar ingresos, se enrola en el circo como capellán. Los lazos familiares se lo facilitaron y él aprovechó la oportunidad, aunque por los datos que me cuentan por un lado generaba ingresos, pero por otro esos viajes continuos con las carpas y feriantes le ponían en contacto con gente necesitada de otros lugares, que le incitaban a buscar la manera de poder ayudar a más gente. En Ourense contaba con el favor de muchos ciudadanos, los gobernadores tanto el militar como el civil, el alcalde, obispo (con el tiempo esa relación se volvió…) y cualquier empresario eran “víctimas propiciatorias” del Padre Silva. 

Para colaborar de alguna manera, se le nombra director espiritual del Instituto, y algunos encargos más que realmente poco le aportaban y algo de trabajo le suponían. Con todo, no era suficiente, los niños cada vez eran más y tenían la necesidad de comer a diario. ¡Qué "raros" eran estos críos! ¿no? 

Por fortuna, ideas no faltaban, y los chicos, animados por su ejemplo, estaban siempre prestos a colaborar. Nace así, hacia 1960, la Tómbola de la Ciudad de los Muchachos: los meses de verano todos los niños se trasladaban a Barcelona, donde desde el primer momento fueron muy bien acogidos. 

Por hoy, permitidme que lo deje aquí, para retomarlo en un futuro con anécdotas de la Tómbola, el esperado nacimiento de la Escuela de Circo, Benposta y el Gran Circo de los Muchachos.

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