EN CLAVE SEMANAL

Nostalgia de lo que no existió

Nos subimos la careta tras el Entroido y un año más con ella puesta, disimulando. Nostalgia por una realidad efímera, como leve sigue siendo la ilusión de que sin grandes superficies el comercio crece.

LUNES, 12 de febrero | Los días de careta de quita y pon 

Escribía Julio Llamazares estos días que "cuesta entender por qué el carnaval se celebra con tanto entusiasmo en un mundo en el que las convenciones sociales nos obligan a ir con disfraz todo el tiempo. Debería ser al revés: que en carnaval nos quitáramos las caretas y nos mostrásemos tal como somos". El Entroido facilita la liberación de la personalidad. Decía José Saramago que cuanto más te disfraces más te parecerás a ti mismo. En épocas de agobiantes ataduras sé de quien se encontraba a sí mismo con un lápiz de labios y rimmel pese a afeitarse y tener las piernas peludas. Una especie del Manuel Raquel, que inspiró a Tam Tam Go. Era cosa de dos días, pero qué días. El resto del año vivía al otro lado del espejo. Dad una máscara al hombre y os dirá la verdad, advertía Óscar Wilde. Ver el empacho fotográfico del periódico del lunes sustentó la teoría de que, como pronosticaba Llamazares, las convenciones sociales imponen corsés, que rompen en pedacitos en el efímero reinado de don Carnal. El Entroido va a más cada año en Ourense, será que cada vez somos más sinceros y ese día se nos cae la careta. Aunque creamos que la llevamos puesta.

Martes, 13 de febrero | Varios modos de sentir la nostalgia 

La nostalgia también se apodera de la actualidad. Y lo que es peor, se tiene nostalgia de lo que nunca se tuvo o se vivió. Desliza el bribón de Sabina su deje de sabio trovador para decirnos que no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca existió. Para las evocaciones  quedan aquellos muros administrativos que algunos empresarios locales levantaban para impedir la llegada de los centros comerciales. Un comerciante del centro llevó como una losa su imagen de pico y pala tratando de levantar el cemento de la peatonal del Paseo. Algunos otros dirigentes comerciales de antaño casi imploraban moratorias "de diez años" para que se impidiese llegar a Ourense las grandes superficies. Se pensó que impedirlas daba marchamo de rentabilidad. No vinieron, no; mas a la mayoría de las tiendas no le fue mejor. Vino la crisis y se está marchando, pero el consumo vuelve despacio. Es como la enfermedad, que llega al galope y se va caminando. Llegó otro modelo de compra, otra fórmula de consumo. Los jóvenes se han desprendido del sentido identitario del comercio local que aún lucen algunos padres y adquieren lo que les peta y donde les apetece a golpe de clic. Amazon se pone las botas y su dueño, Jeff Bezos, señala a todos con su dedo índice: "Tu marca es lo que los demás dicen de ti cuando no estás en la habitación". Hay muchos consumidores que hablan pestes de la tienda de siempre y acabarán por no ir, pero también los hay que no cambian el trato del mostrador de toda la vida por todo el oro del mundo. Tengo dudas de que sus hijos sigan el mismo criterio. Como un ejercicio de nostalgia eterna el periódico remozó titulares relacionados con Eroski y El Corte Inglés, conspicuos pretendientes del consumidor ourensano, que siguen llamando a la puerta de la ciudad sin que el urbanismo le abra la puerta. Ahí están, extramuros de la ciudad, en cuarentena, como estaban los afectados por la peste bubónica. No venden los híper en Ourense y al comercio local no le va mejor. Creo. Si algo da marca de calidad a la ciudad es su comercio local, pero el campo no tiene puertas. Luego está el Concello que, sumido en una maraña urbanística, solo atina a decir que como no hay plan de urbanismo no hay grandes proyectos. Y que si no los hay es por culpa de la oposición. Y así vamos pasando los días, padeciendo la nostalgia de Sabina, la de las cosas que no existen.

 

Miércoles, 15 de febrero | Internet engorda su leyenda de filfas

Uno de cada tres bulos que circula por Internet es sobre salud. O sea, la posverdad, horrible término, no salva ni a lo más preciado, como recordaba un reportaje de este periódico. La primera víctima de una guerra siempre es la verdad, dice el clásico. Internet se ha sumado, claro. La guerra comercial seguro que se oculta detrás de este fenómeno, pero siempre ha estado: publicidad de crecepelo en la prensa o brebajes para curar la artrosis. Pura filfa, o fake, que se llama ahora. La verdad nunca estuvo más en peligro, también en periodismo. Ya lo decía Cocteau: "No se puede confundir la verdad con la opinión de la mayoría". 

Jueves, 16 de febrero | Aquella frase: “Corre, Forrest, corre"

Tom Hanks, que da vida a  Forrest Gump, se pasa un buen rato de la película corriendo mientras los Dobbie Brothers le ponen banda sonora: It keeps you runnin´. "Corre, Forrest, corre", le animan a su paso. Tanta ansia le pone que pasa media vida en el empeño, le crece la barba, recorre varios estados de Estados Unidos. "Corre, Forrest, Corre", insiste la afición. Ni quedó muy claro el motivo por el que encaminó a lo loco sus primeros pasos ni por qué se detuvo. Estos días en Ourense  volvió a sonar el disparo de salida para una carrera que culminaría en una hipotética moción de censura en el Concello. Me acordé de la película, sobre todo de "corre, Forrest, corre". 

Viernes, 17 de febrero | Menos mal que se cree en sus ideales

La huelga de justicia sigue dándole una vuelta de tuerca a la situación. Menos mal que queda acreditado el interés por la defensa de ese derecho público por parte de los trabajadores en paro, sino pensaríamos que todo es un problema de pasta.

Sábado, 18 de febrero | Un premio como el del cuponazo

De la fiebre privatizadora no se escapa nadie. Adif saca a concurso la venta de billetes en Valdeorras y la ONCE da un giro a sus actividades en medio de protestas de sus empleados, que temen que se dé la espalda a su labor social. Privatizar ya se ha vuelto una especie de cuponazo. 

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