EN CLAVE SEMANAL

El nuevo centro de salud de A Valenzá: en lo más alto, si es que llegas

Un centro de salud en la cumbre, no del éxito, sí de una ladera. Es una opción para que la gente no vaya. Ya le pasó antes al Seminario, tan alto quedó que se quedó sin apenas vocaciones. Por no subir.

LUNES, 27 de marzo | Una indigestión de calles saturadas

El tráfico es una digestión pesada en Ourense, dice una información del periódico. Por reproducir el término usado en la noticia, congestionados estamos por culpa de tanto coche y tan poco sitio para circular. Estamos, nos recuerda la noticia, entre una veintena de urbes que maldicen los tubos de escape. Dice el aserto que la buena digestión es aquella que no se nota. Y no vamos por el buen camino, somos carne de antiácido para paliar el abuso de la ingesta. Vivimos en la ciudad que ha visto crecer notablemente su parque automovilístico y que circula por las mismas calles de tres o cuatro décadas atrás. Nuestras calles tienen colesterol del malo, por seguir el rollito médico de la reflexión.

Las venas también se atascan, como Progreso, Juan XXIII y Habana. En las ciudades grandes les llaman arterias, aquí deberían ser venillas, apenas ligeras capilaridades. Ourense debería ser fácil de caminarla, que nos vendría bien para el doble colesterol, el del tráfico rodado y el de nuestro sistema circulatorio. Y perdemos 13,5 horas al año cada ourensano por culpa de los atascos. Algo más de una hora al mes, no me parece mucho, la verdad. El tiempo es oro y yo aquí perdí una fortuna, rezaba una frase esculpida a navaja sobre el vértice de madera del pupitre del cole. Perdemos 13,5 horas al año por culpa de los atascos. O sea, ganamos otras 13,5 horas al año para jugar con el móvil mientras algo se pone en verde o se alivia la calle.


MARTES, 28 de marzo | Llegar a la cima, cuestión de salud

A Valenzá estrenó su centro de salud y ahora las mentes preclaras se rascan la coronilla reconociendo que algo alto sí que nos ha quedado, que subir allí es una patología añadida. Tranquilos, males pasajeros atribuibles a una administración que vive plácidamente en el lado ancho del embudo. Esa administración que se pule una pasta construyendo otro centro de salud, esta vez en O Couto, y que no funciona porque han reparado que no había por dónde entrar. Una noticia del periódico nos recordaba que el dispensario de A Valenzá tiene un acceso muy empinado, dificultoso para la mayoría de los pacientes.

No creo que haya sido un descuido, más bien una opción intencionada. Dicen que el huerto de Getsemaní estaba en un lugar alto y allí se retiraba Jesús a orar, también en vísperas de su muerte. Los ciclistas, con el corazón a 200 y la saliva solidificada, aciertan a levantar los brazos felices cuando pasan bajo la pancarta del Alpe D´Huez y se entorchan como vencedores de una etapa mítica. Los alpinistas administran el oxígeno cuando están próximos a la cumbre, algunos con síntomas de congelación en sus extremidades, incluso teniendo alucinaciones por culpa de la altitud. Cuando alguien alcanza el éxito personal o profesional se dice que ha llegado a la cima de su carrera. Qué reprochar entonces a los que han construido un centro de salud en un lugar inaccesible. El que da llegado allí es que está como un roble y a lo mejor ya no entra y se da la vuelta, porque se ve sano. Una forma como otra cualquiera de acabar con las listas de espera. Lástima que el complexo hospitalario no lo hayan hecho en Montealegre. Miren el Seminario: está en un lugar alto y allí no sube nadie, por eso hay tan pocos curas.


MIÉRCOLES, 29 de marzo |Toda la vida se pasa escapando de algo

Y aún por encima a los curas les llega la Semana Santa y se les amontona el trabajo mientras los parroquianos escapan. No se sabe muy bien de quién, pero todos escapamos de algo o de alguien, no necesariamente de los sacerdotes. Los ourensanos saldrán buscando el sol y la playa, como recordaba una noticia que anticipaba lleno en los hoteles. Las vacaciones siempre tienen algo de paradójico, sobre todo cuando tienes pocos días. Las maletas salen de casa atiborradas de cosas que no se desempaquetan en la mayoría de las ocasiones, pero no aprendemos. Los ourensanos van buscando el sol y la playa, insisto, pero lo sarcástico es que cuando los encontramos tenemos que dar la vuelta, porque se te acabaron los días. Una especie de mensaje de autoayuda decía que no viajamos para escapar de la vida, viajamos para que la vida no se nos escape. Lo dicho: siempre de escapada por la vida.  

JUEVES, 30 de marzo | ¿Quejarnos? ¡Vaya si nos quejamos!

Saben por qué son pocos los ourensanos que se quejan donde deberían? Porque nos va más el desahogo que la reclamación. Presta más contar una afrenta en la oficina, en la barra del bar, en la comida familiar del domingo que hacer un escrito y exigir nuestros derechos. Es que eso cansa mucho. Satisface más percibir la comprensión del que nos escucha que esperar la respuesta administrativa sobre un abuso que ya hemos olvidado cuando te responden. La institución Valedor do Pobo recibió el pasado año 64.729 quejas, pero solo 169 eran de Ourense. A mí no me salen los números. Protestamos, claro, pero a destiempo y en la ventanilla equivocada. Pero no hay nada más reconfortante que escuchar cuando narras a alguien una afrenta la famosa frase: "¿Qué me dices? Lo que oyes. ¡Pues manda carallo!"
 
VIERNES, 31 de marzo | Ideas participativas o asamblearias

La ciudad reordenará el tráfico partiendo de sugerencias vecinales. Ya ven, la solución es una cuestión asamblearia. Esa opción es muy recomendable cuando se es muy demócrata. O cuando se espera que las ideas vengan de los demás.

SÁBADO, 1 de abril | Que tengan un feliz despegue 

En Lugo están muy ufanos con las posibilidades que le brinda Rozas. Con razón. Aquí, Ingeniería Aeronáutica y algunos proyectos en materia de drones que tienen buena pinta. Un congreso internacional ha tenido a Ourense como su sede. Quién sabe, a lo mejor tiene recorrido esta actividad. Y no depende del AVE y el termalismo, nuestros manidos mantras.

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